Alpacas en lugar de ovejas

A partir de esta primavera, si alguien le asegura que ha visto alpacas en Bustaleguin, un pequeño pueblo de San Pedro de Romeral, no imagine vajillas del metal conocido como plata alemana, sino unos pequeños camélidos, similares a las llamas andinas. Habrán llegado a Cantabria procedentes del Reino Unido. La responsable de su adquisición es Alison-Jane Boyden, una emprendedora británica que ha creado la empresa Alpacas del Alto Pas para criar esta especie del altiplano andino en el corazón de la comarca pasiega.
La presencia de estos rumiantes va a resultar tan chocante para los lugareños –más de uno pensará cuánto han cambiado las ovejas– como para los propios animales, oriundos de Chile o Perú y acostumbrados a una latitud y climatología muy diferentes a las nuestras. Aunque prefieren un invierno frío, lo mejor de esta especie es que se adapta sin problemas a cualquier otro clima y lugar, por lo que cabe suponer que podrá hacerlo a este nuevo hábitat sin problemas.
De las alpacas se puede aprovechar tanto la carne –con la que se elaboran multitud de platos, conservas y embutidos– como la lana, muy apreciada por la industria textil. No obstante, la empresa ya ha descartado comercializar su carne, para evitar problemas de sanidad, y sólo en un futuro se plantea vender la fibra, ya que antes ha de dotarse de un rebaño nutrido y una red de comercialización.
Por el momento, la explotación se centrará en la cría de alpacas de alta genética para su comercialización a otros criadores del país. Las graves dificultades económicas del sector ganadero convencional, que ha perdido pujanza y ha visto caer sus precios, no les desaniman porque, en el mercado en el que van a operar, “la demanda sobrepasa la oferta y los precios siguen subiendo”, afirman.
Hasta agotar la capacidad de su finca de Bustaleguin, tendrán que pasar unos cinco años. El pasado 2009 lo han dedicado a preparar las instalaciones, obtener los permisos y encargar el rebaño inicial. Ahora van a viajar al Reino Unido para seleccionar los ejemplares. Una decisión en la que va a pesar mucho la opinión de criadores expertos que han contratado en Andalucía, una comunidad en la que ya existen iniciativas similares.
Para suplir la falta de experiencia de la promotora, estos técnicos se encargarán de asesorarla, y también a los veterinarios implicados en la nueva explotación. Una de sus primeras misiones será adquirir la manada inicial y planificar su futura reproducción, para lo que necesitan un macho semental o participar en alguno de los consorcios existentes de copropietarios de sementales de probada calidad. Más adelante, cuando quieran incorporar nuevos ejemplares, recurrirán a tratantes especializados de Chile o Australia, cunas de las mejores alpacas del mundo.

Buen enclave

Decidirse por San Pedro del Romeral no ha sido una cuestión de azar. Por lo pronto reconocen que es ‘un proyecto de realización personal’, pero también responde a las buenas condiciones de esta zona para la cría de esta especie exótica (orografía, clima, tipos de pasto…) y, sobre todo, a su larga tradición ganadera, en declive por las pobres expectativas que el vacuno ofrece a las nuevas generaciones.
Aunque la empresa va a apostar por un animal completamente desconocido en Cantabria –y casi en España– los recursos ganaderos con los que cuenta la región (infraestructura, veterinarios o mano de obra experimentada) les servirán de gran ayuda, lo mismo que el compromiso de las instituciones locales de apoyar la buena marcha de su actividad, considerada innovadora y capaz de abrir nuevas vías de negocio en las zonas rurales.
La situación geográfica de Cantabria, según los promotores de este proyecto, es ‘estratégica’ para promocionar la cría de alpacas en Asturias, el bajo Pirineo de Navarra y Aragón y el sur de Francia. Y es que, pese a que esta especie lleva años en Europa (Italia, Reino Unido e Inglaterra) y se ha extendido a otras muchas zonas del mundo (Australia, Nueva Zelanda y Suráfrica), en España solo se explota en Andalucía, Toledo y el País Vasco
En cuanto disponga de un rebaño estable de entre 25 y 30 alpacas, además de comercializar animales para otras granjas, la empresa cántabra exportará lana, aprovechando las buenas conexiones de la región con Gran Bretaña, uno de los países donde es más apreciada. Comenzarán por elaborar hilo de forma artesanal, para su posterior confección, y la fibra que no sea adecuada se venderá como relleno.

Mejor que las ovejas

Las explotaciones ovinas apenas dan para vivir y la profesión de pastor no está precisamente en auge. Sin embargo, no ocurre lo mismo con la cría de alpacas y la diferencia está en el valor de su lana.
La alpaca se esquila una vez al año y puede producir hasta 4 kilos de lana (3 si es hembra), casi el doble que una oveja. Pero su gran ventaja no es la cantidad sino la calidad, ya que es tres veces más cálida e hipoalergénica, al no contener lanolina. Si es de la raza huacaya, la fibra es opaca, rizosa y esponjosa, más parecida a la de una oveja, pero si se obtiene de otra especie de alpaca denominada suri, es lacia, sedosa y brillante. La alpaca tiene una gama de 22 colores naturales, pero la lana también puede teñirse e incluso mezclarse con la de oveja, para darle mayor elasticidad, con seda o con otras fibras naturales.
Los pocos cuidados que necesitan las alpacas también facilitan su crianza. Acostumbradas a pastos pobres, apenas beben y sólo requieren piensos especiales en invierno, durante la lactancia o en los últimos meses de la gestación. Tampoco necesitan otras visitas al veterinario que no sean las de vacunación o para cortarles las uñas, porque no sufren las enfermedades típicas de las ovejas (pedero, miasis, etc) y sus partos son sencillos.
Más higiénicas que otros rebaños, no esparcen sus heces por todo el prado y su abono puede comercializarse en centros de jardinería o destinarse a cultivos ecológicos.
En países como Estados Unidos y Canadá, las alpacas pueden llegar a encontrarse incluso como animales de compañía, por su alto grado de sociabilidad, tanto con humanos como con ejemplares de su especie o de otras, como las propias ovejas. Como los perros responden a su nombre y aprenden fácilmente a andar con cabestro. Tampoco son especialmente huidizas: “No son Houdinis y ni mochan ni trepan, así que no necesitan pastores eléctricos”, explican desde la empresa.
A pesar de la crisis, su confianza en las posibilidades de estos animales es absoluta. Están dispuestos a contradecir el refrán y no salir trasquilados al ir a por lana.

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