Con tarjeta, no
El dinero de plástico se retuerce de puro caliente. Con la llegada del euro, las tarjetas han multiplicado su importancia y se han disparado varios conflictos que desde hace tiempo se mantenían larvados. Los pequeños comerciantes no parecen dispuestos a seguir pagando un 3,5% de sus ventas a las compañías emisoras de tarjetas porque, según sostiene la central de compras Aceco, “para muchos comercios supone renunciar a todo su margen de beneficio”.
Los supermercados y grandes superficies aparentemente están en mejor disposición de afrontarlo, porque sólo pagan a los emisores de las tarjetas el 0,5% y el 0,25% del valor de la venta, respectivamente, pero sus negocios trabajan con rendimientos netos muy ajustados, que oscilan entre el 2,5% y el 4% del valor de la facturación y eso les obliga a un gran control de todos los costes. Sus circunstancias se han complicado más ahora, ante la pretensión de VISA de duplicar el porcentaje de comisión que cobra a estos establecimientos, lo que se ha considerado una auténtica declaración de guerra, tanto por la cuantía como por las fechas elegidas para la subida, el 1 de enero, probablemente el momento histórico de mayor uso de las tarjetas por la confluencia del cambio de moneda, ventas navideñas y rebajas.
Rebelión de los grandes
Hipermercados, supermercados y grandes almacenes se han llegado a plantear la posibilidad de realizar un boicot a las tarjetas de Visa España (Visa y 4B), mayoritaria en el mercado, pero no es fácil que la sangre llegue al río, a la vista del colapso que puede producirse en un momento de gran desconcierto para los clientes, como será el comienzo de año. Visa justifica su subida en la elevación de los costes bancarios (la sociedad en realidad es una mera intermediaria entre el banco del establecimiento y el del comprador) pero la Comisión Europea hace tiempo que ha anunciado su intención de intervenir en estas tasas de intercambio, cuyo importe considera una práctica bancaria abusiva.
En realidad, Visa es una entidad sin ánimo de lucro, que en el caso de España está formada por 146 bancos y cajas de ahorros. De las tasas que cobra, el 15% es la denominada tasa de descuentopor los servicios que presta al comercio (mantenimiento de la terminal, conexión a los ordenadores centrales del banco, etc) y el resto va a parar a las entidades financieras accionistas que son las que de verdad hacen negocio con las operaciones.
Visa España tiene un 82% del mercado de las tarjetas de crédito y un 43% de las de débito, un segmento donde también compiten con fuerza Euro 6000 y Sistema 4B.
Para los pequeños todo sigue igual… de mal
Los pequeños comerciantes no se verán afectados por esta subida pero están tan descontentos o más. Aunque ya no pagan las espectaculares comisiones de hace algunos años, que llegaban al 6% del valor de la compra, su situación ha mejorado sólo relativamente. Una joyería aún paga más del 4% en una venta con tarjeta y una tienda de ropa o calzado un 3,67%. La media, un 3,5%, es considerada inaceptable “porque se pactó en unos tiempos en que la situación del mercado poco tenía que ver con la actual”, según la patronal Anceco que agrupa a 30.000 pequeños comercios de todo el país. Anceco está llevando a cabo una campaña de concienciación por Internet, con envíos a todo el sector, y ha tratado de conseguir que el Gobierno atienda sus reivindicaciones pero no parece que las autoridades españolas tengan mucho interés en intervenir en lo que consideran un pacto privado.
Malestar
Con estos preludios, la tensión en este comienzo de año es elevada, ya que los pequeños comerciantes están convencidos de que la mayor parte de sus clientes optará por pagar con tarjeta, para evitar los cálculos mentales a que obliga el euro, y eso va a recortar aún más sus márgenes, que en los últimos años han descendido muy rápidamente. Con la llegada de las grandes y medianas superficies, de las cadenas textiles y de las franquicias, la competencia en el comercio ha evolucionado en los últimos años probablemente más que en cualquier otro sector, con un efecto muy significativo sobre los rendimientos de los comercios tradicionales que, en muchos casos, han de renunciar a la batalla y cerrar.
A este clima se une el malestar por haberse convertido en el agente fiducidario del Gobierno en el reparto de los euros, una tarea que ha comportado gastos, incomodidades y riesgos al haberse visto obligados a guardar en sus tiendas mucho dinero a lo largo del mes de diciembre para acopiar cantidades suficientes de la nueva moneda.