Edificios más verdes
El concepto desarrollo sostenible está cada vez más presente en nuestras vidas. Los medios de comunicación, los políticos, los intelectuales y los científicos se pronuncian al respecto. Pero, ¿qué es el desarrollo sostenible? Según la Comisión Mundial sobre Ambiente y Desarrollo (Comisión Bruntland, 1987) se entiende como «el que asegura las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para enfrentarse a sus propias necesidades».
Para remediar el relativo desconocimiento que aún hay en nuestro país al respecto, es imprescindible empezar demostrando que la arquitectura y la ingeniería sostenible no sólo funcionan adecuadamente, sino que además resultan rentables.
Bioinnova, Proyectos Sostenibles, por ejemplo, participa en el desarrollo de microaerogeneradores que puedan aprovechar las corrientes de aire que se generan alrededor de todo edificio para la producción de energía, que puede ser consumida por sus residentes o vendida a la red. «Esta solución es una alternativa al aprovechamiento solar y tiene la ventaja de poder ser utilizada en zonas de poca irradiación. En Cantabria también estamos creando modelos que pueden servir de ejemplo en la depuración de aguas por métodos naturales y en procesos de rehabilitación o de edificación nueva que se atienen a los criterios de arquitectura sostenible», explica Juan González Sarabia, consejero delegado de la empresa cántabra Bioinnova.
Una vivienda ‘sana’
Para adecuarse a un modelo sostenible, una vivienda debe tener una buena orientación, preferentemente sur, ya que así se minimiza la radiación solar cuando es excesiva y se aprovecha cuando es escasa.
Un edificio sano debe estar construido en un entorno tranquilo, libre de fallas y corrientes subterráneas y no debe alterar el campo magnético natural. La distribución de los espacios han de tener en cuenta las radiaciones solares y la gestión del agua debe pensar en cómo reducir su consumo y procurar devolverla a la naturaleza. Unos principios que respetaba la arquitectura tradicional, basada en una experiencia acumulada durante siglos y que fueron olvidados cuando parecía que los recursos podían ser inagotables.
La gestión energética se basa en la producción de energías renovables, la eficiencia en el consumo y el ahorro en la iluminación, en el uso de electrodomésticos y en la calefacción. También se ha creado la necesidad de poner orden en la producción de residuos, disminuyéndolos y tratando de reintegrar al medio, sin perturbarlo, la mayor parte de los producidos.
Por sorprendente que parezca, la respiración del edificio por sus paredes y techos es otro de los objetivos de la arquitectura bioclimática y esa transpirabilidad no sólo depende de la construcción, sino también de las pinturas utilizadas, por lo que conviene utilizar las fabricadas a base de resinas y aceites naturales.
Los estudios aseguran que el 30% de las construcciones modernas españolas sufren el Síndrome del Edificio Enfermo (SEE), lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) define como «el conjunto de molestias y enfermedades que padecen las personas que habitan un edificio originadas por la mala ventilación, la descompensación de temperaturas y humedad relativa, las malas condiciones lumínicas, el exceso de ruido, las cargas iónicas y electromagnéticas, las partículas en suspensión o los gases y vapores de origen químico».
Los factores más citados como responsables de estos edificios enfermos son los agentes químicos (polvo, fibras, CO2, óxidos, etc) y los biológicos (bacterias, hongos, ácaros). Pero no son los únicos. También pueden ser agentes físicos (mala iluminación, ruidos, ventilación, vibraciones), un inadecuado control de las condiciones ambientaleso e, incluso, agentes humanos que hacen enfermizas las relaciones interpersonales.
«Todo esto, señala el consejero delegado de Bioinnova, produce reacciones en los individuos que viven o trabajan en estos edificios: cefaleas, insomnio, náuseas, vértigos, irritaciones de ojos, nariz o garganta… Frente a estas circunstancias aparece la biohabitabilidad, que procura la estabilidad física, mental y social de quienes habitan los edificios y esto sólo se consigue cuidando la calidad del aire, las condiciones térmicas, acústicas y lumínicas y seleccionando cuidadosamente los materiales para que sean lo más naturales posibles».
Divulgación
Bioinnova ha juntado técnicos de varias nacionalidades que han estado trabajando en el desarrollo sostenible. Arquitectos e ingenieros formados en el extranjero –las escuelas de arquitectura españolas carecen de la asignatura de diseño bioclimático– que aplicarán su experiencia en Cantabria. No obstante, la empresa ha decidido empezar por una labor de difusión mediante cursos en centros públicos y privados.
A pesar de la crisis económica, que ha afectado especialmente a la construcción, Bioinnova ha aumentado su facturación el pasado año, debido a la creciente demanda que tienen los proyectos sostenibles: «Nosotros crecemos porque le ahorramos dinero al empresario. En uno de los edificios que se acaban de inaugurar en el Parque Tecnológico de Cantabria, hemos conseguido unos ahorros superiores al 30% en consumo energético», recuerda Juan Sarabia.
Hoteles sostenibles
El próximo reto será rehabilitar algunos de los parques empresariales para mejorar sus condiciones ambientales. Entre sus proyectos en nuestra comunidad autónoma destaca el impulso a un turismo sostenible. Su intención es que los hoteles de nuestra región tengan la oportunidad de captar un tipo de público europeo, cada vez más numeroso, que sólo elige hoteles sostenibles para sus vacaciones. Esta oferta ha sido prácticamente inexistente hasta ahora en nuestra comunidad, lo que la deja bastante relegada con respecto a Cataluña, Andalucía o el País Vasco.
Los establecimientos cántabros están reaccionando y Bioinnova ya está en conversaciones con varios hoteles importantes que están decididos a ponerse al día en sostenibilidad.
Hace tres años, cuando se creó la empresa, los medios de comunicación españoles apenas hacían mención al desarrollo sostenible, pero las cosas han cambiado sustancialmente en este pequeño periodo, quizá por la crisis económica o por el cambio en el liderazgo de EE UU, donde las autoridades han pasado de negar el cambio climático a apostar por energías alternativas que puedan evitarlo. «La sostenibilidad bien aplicada, en opinión de Juan González Sarabia, es un beneficio para todo el mundo”. Por lo pronto, una filosofía de trabajo que parecía cuajada de idealismo pero absolutamente falta de realismo, como la búsqueda del bienestar y la salud humana, el ahorro energético y el respeto por el medio ambiente, ha demostrado que puede sacar adelante una empresa.