Editorial
Puede que algunas cajas de ahorros necesiten una salida rápida, pero también es cierto que las circunstancias generales por el momento no son dramáticas y bastaría el mecanismo del manguerazo de dinero público para sacarlas de apuros. Si en EE UU, paradigma del capitalismo liberal, no han tenido reparos en abrir la espita de la Reserva Federal para capitalizar las entidades financieras de más renombre, por qué no lo vamos a hacer en España, exigiendo, por supuesto, que devuelvan el dinero cuando lleguen tiempos mejores.
De hecho, si el Banco de España hubiese recapitalizado a tiempo la Caja de Castilla-La Mancha se hubiese evitado la intervención y, dado que los recursos propios (en este caso no serían tan propios, no vamos a engañarnos) actúan como un multiplicador sobre las posibilidades de negocio, la caja manchega hubiese mejorado de forma instantánea todos los ratios y no hubiese entrado en crisis. Se mire por donde se mire, la solución del problema habría resultado mucho más barata para todos.
El Banco de España da la impresión de querer enmendar ese error con la ley del péndulo y está decidido a aplicar una política preventiva del máximo rigor. Pero ¿qué sucederá en las comunidades con una sola caja, como Cantabria, donde resultan imposibles las fusiones intrarregionales? El Gobierno ha quitado la última palabra a las autonomías, que podían vetar una fusión, pero ¿aceptarán de buen grado quedarse sin una caja regional? Probablemente no, y con muchas razones para argumentarlo, porque las cajas locales son una herramienta de desarrollo difícilmente sustituible. Quedarse sin caja propia, por mucho que el absorbente dé garantías sobre su futuro compromiso con el territorio de la absorbida, es una pérdida patrimonial extraordinaria para una región.
Pero pensemos que eso ocurra en una autonomía regida por un partido político distinto al que gobierna en Madrid y que no se resigna a perder el derecho a vetar una fusión semejante. ¿Cuánto duraría una entidad que se viese en una polémica en la que el Banco de España exige su fusión y el Gobierno autonómico se opone a ella?
En un negocio tan sensible como el financiero y tan ligado al territorio como el de las cajas de ahorros, cualquier imposición externa es muy problemática. Desde el punto de vista de los bancos, Botín tiene razón cuando exige que no haya intromisiones desde las autonomías en las operaciones quirúrgicas que decida el Banco de España. También la tiene en la tesis de que los socorros no pueden salirle gratis a los gestores que pidan el salvavidas y que deben ser removidos, pero las cajas han servido al sistema financiero español con lealtad; han empujado a los bancos a ser los más competitivos del mundo y están más profesionalizadas de lo que suele pensarse. Es verdad que se dejaron tentar en exceso por el sector inmobiliario, pero quién no. Y habría que recordar que la gran crisis financiera española de los años 70, que se saldó a costa del bolsillo de todos, fue exclusivamente bancaria, no de las cajas que siempre han prestado un servicio razonablemente bueno, aunque todo sea mejorable.