El campo de Golf de Mogro alcanza la mayoría de edad

Cantabria ha sido pionera en la introducción del golf en nuestro país, allá por los albores del siglo XX. Los primeros campos que se construyeron en España fueron impulsados por Alfonso XIII, en Oyambre y Pedreña. Décadas más tarde, el golf se convirtió en un factor estratégico de cara a la desestacionalización del turismo. Sin embargo, a pesar de esta tradición y de contar con unas excelentes condiciones naturales, la mayoría de los campos cántabros sólo tienen nueve hoyos, insuficientes para situar a la región en el mapa turístico del golf o para albergar competiciones internacionales de renombre. Tan solo los de Pedreña, Santa Marina (San Vicente de la Barquera) y el público de Nestares cumplen con ese requisito imprescindible para el juego profesional. Una restringida oferta a la que va a unirse, después de muchos avatares, el campo público de Abra de Pas, en Mogro, tras añadir tres hoyos más a los 15 que ya posee. Un proyecto que comenzó a gestarse hace más de una década, en 2003, y que no ha cristalizado hasta ahora, a pesar de haber sido impulsado por dos administraciones regionales distintas.
La ampliación no responde ni al diseño ni al presupuesto inicial, puesto que va a costar cerca de un millón de euros, la cuarta parte de la inversión prevista en la etapa de López Marcano, que había encargado el proyecto a Trajectory, la empresa de Severiano Ballesteros. En la actual época de ahorros, Cantur ha recurrido a gente de la casa, y ha sido el propio director de los campos de Abra del Pas y de Nestares, José Manuel Gutiérrez, quien lo ha proyectado.

18 hoyos, con un par 70

Las obras se iniciaron a principios de año y para completar un recorrido de 18 hoyos, con un par de 70 golpes, se han diseñado cinco nuevos hoyos en la zona de ampliación (oeste del campo) y se han reestructurado algunos de los ya existentes.
Las obras se han acometido sin cerrar el campo e incluyen varias actuaciones adicionales para mejorar la funcionalidad del actual recorrido de juego, como la creación de varios lagos en los hoyos ya existentes y la mejora del campo de prácticas.
El nuevo sistema lacustre, se ha afrontado con criterios de naturalidad, integración y sostenibilidad ambiental, y además de la mejora estética que suele estar asociada a este tipo de obstáculos y a la mayor variación y dificultad que dan al juego, va a contribuir a mejorar el drenaje del campo, muy afectado por las mareas.
Un lugar tan atractivo como el estuario del Pas requiere medidas correctoras y compensatorias de cualquier actuación que se haga y, en este sentido, se realizarán plantaciones de especies arbustivas y arbóreas autóctonas que van a renaturalizar la zona de ampliación, ocupada en la actualidad por eucaliptos y prados de siega.
El resultado del diseño realizado por José Manuel Gutiérrez será un recorrido rodeado de bosques y dunas de fina arena, caracterizado por suaves subidas y bajadas que suponen un desafío al jugador, seis nuevos lagos que añadirán dificultad al juego y un rough espeso que limitará las calles. Las obras para conseguirlo, realizadas por la constructora Copsesa, van a costar 950.796 euros.

Un proyecto con una larga historia

La ampliación se gestó hace más de una década cuando, después de las elecciones de 2003, el consejero de Cultura, Francisco Javier López Marcano y el alcalde de Miengo, Avelino Cuartas, se comprometieron a llevar adelante el proyecto. Para ello era necesario hacerse con los terrenos colindantes al campo de golf, unos 68.000 m2 que, junto a los 15.000 que ya estaban en manos del Gobierno regional, permitirían conseguir un campo profesional de 380.000 m2, no excesivamente extenso, pero sí suficiente para encajar 18 hoyos.
El Ayuntamiento, tras descartar la expropiación, optó por explorar la vía de la compensación urbanística. Para ello se puso en contacto con constructoras dispuestas a adquirir esos terrenos, protegidos por el Plan de Ordenación del Litoral (POL), para después cederlos al ayuntamiento a cambio de suelos urbanizables en Cudón, Mogro y Miengo.
Dos constructoras, Gruconort (Grupo Pinta) y Work Santander se interesaron por esta fórmula y compraron los terrenos colindantes al campo por 5,2 millones de euros para ponerlos a disposición del Ayuntamiento de Miengo, pero con las lógicas cautelas. Establecieron la condición de que, si en dos años, prorrogables por otros dos, no se producía la compensación urbanística –pendiente de la aprobación del nuevo plan general de urbanismo–, el Ayuntamiento debería indemnizarles con la restitución de lo invertido.
Esta controvertida cláusula, muy criticada por los grupos municipales de la oposición, fue finalmente anulada. El resto del acuerdo con las constructoras también estuvo a punto de naufragar cuando la Comisión Regional de Urbanismo rechazó el Plan General presentado por Miengo.
Quedaba la posibilidad de remitirse al planeamiento urbanístico que seguía en vigor, el de 1987, y compensar a ambas empresas con suelo en otras zonas del municipio. Pero las constructoras prefirieron esperar a que el nuevo Plan, corregido en sus deficiencias, obtuviese el visto bueno de la CROTU, algo que por fin podría suceder en los próximos meses, tras seis años de tramitación. Con esa aprobación, tanto Gruconort como quien detente ahora los activos de Work Santander, ya desaparecida, y que presumiblemente es la SAREB (Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria), obtendrán unos 16.000 m2 de suelo edificable en parcelas situadas en el entorno del Colegio Torrevelo. No obstante, la actual situación del mercado inmobiliario no invita a pensar que ese aprovechamiento se produzca en breve.
Con el problema del intercambio de suelo ya resuelto, el Gobierno regional anunciaba en mayo de 2007 la firma de un convenio con el Ayuntamiento de Miengo para afrontar los trabajos de ampliación del campo de golf. A cambio de la entrega gratuita de los terrenos a Cantur, el Ayuntamiento se beneficiaría de contrapartidas económicas destinadas a rehabilitar el Palacio de Somo para convertirlo en un Museo donde albergar la importante colección de arte contemporáneo recopilada por la Sala Robayera y a mejorar el entorno de la Cueva de Cudón.
El proyecto, sin embargo, se hibernó y no fue hasta dos años después cuando la Consejería de Cultura retomó la ampliación del campo de golf como una de sus prioridades. Un nuevo convenio, a finales de 2009, concretaba las contraprestaciones que finalmente recibiría el Ayuntamiento. El Gobierno regional se comprometía a invertir 1,7 millones de euros en tres proyectos: la conversión de las antiguas escuelas de Cudón en un centro cultural; la rehabilitación del entorno de la cueva de este pueblo y diversas infraestructuras deportivas, entre ellas un nuevo campo de fútbol en Cuchía. El pago se haría en cuatro anualidades, de las que Miengo ha cobrado ya tres.

Un campo ‘de autor’

El proyecto de López Marcano para el campo de golf de Mogro iba más allá de un simple añadido de tres hoyos. Se trataba de rediseñarlo para hacerlo más atractivo, por lo que más que una ampliación representaba la construcción de un nuevo campo de 18 hoyos. “Nos gustaría un campo de autor”, llegó a decir el entonces consejero de Cultura. Con este objetivo se encargó a Trajectory, la empresa creada por Severiano Ballesteros, el diseño del nuevo campo, un proyecto que se presentó en el verano de 2010, con un coste de ejecución estimado en 4,5 millones de euros. La previsión era empezar a mover las tierras a finales de ese mismo año pero la obra no se llegó a licitar y el cambio de Gobierno, tras las elecciones de mayo de 2011, dejo aparcada aquella iniciativa.
Sin embargo, el Partido Popular estaba de acuerdo en el interés turístico del golf para la región y acabó por retomar el proyecto, aunque con una variación. En vez de recurrir a una empresa externa para diseñar la ampliación, se lo encargó al propio director del campo Abra del Pas, José Manuel Gutiérrez. El resultado ha sido una drástica reducción de la inversión prevista, ya que la obra se licitó en 1,2 millones de euros y finalmente se ha adjudicado en 950.796.

Un programa ambicioso

La apuesta por el golf como reclamo turístico ha estado presente en las estrategias de todos los Gobiernos regionales, pero no se termina de concretar. La ampliación del campo de Mogro, que cuenta con 603 abonados y que fue visitado el pasado año por 27.271 jugadores, es una de las iniciativas incluidas en InverCantabria, pero no era, ni mucho menos, la única.
El Ejecutivo ofreció a la Federación Cántabra de Golf la posibilidad de sugerir los mejores emplazamientos de los futuros campos y desde el Gobierno se han buscado inversores para materializar varios proyectos, algunos de ellos en las proximidades de Pedreña. Pero no es el único problema. La normativa urbanística hace que el desarrollo de un campo sea un proceso demasiado largo y complejo. De hecho, la única incorporación desde 2007, ha sido el municipal de Noja, en pleno casco urbano y junto a la playa del Ris, por lo que tiene unas evidentes limitaciones de espacio. Liérganes se planteó construir otro en Campo La Espina; Penagos en La Cavadilla y Medio Cudeyo estaba a expensas de la aprobación del Plan General para poder acometer un campo de iniciativa privada en la Mies de Hermosa, pero ninguno de ellos tiene visos de realizarse.
Tantas iniciativas para aprovechar las inmejorables condiciones que ofrece la región para este deporte no ocultan el interés por atraer a un público que, además de ocupar los hoteles fuera de temporada, gasta tres veces más que el visitante habitual. No se van a materializar, pero al menos el entorno de Miengo podrá llegar a contar con una oferta golfística a la altura de las mejores.

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