‘El Dromedario’ llevó el café a América
Hacia 1720 el naturalista francés Doctor Chirac, sucede en la dirección del Jardín des plantes de París, a Antonie de Jussie. Preocupado por cómo obtener cultivos de café partiendo de las plantas que conserva en París, convence al normando Gabriel Mathieu De Clieu, capitán de Infantería de Marina, a la sazón destinado en la isla de la Martinica y casualmente de permiso en Francia, para que lleve plantas de café a la isla caribeña y trate de conseguir cultivos rentables en aquellas latitudes.
Corría el año de 1723 cuando el capitán De Clieu, llevando consigo macetas con plantas de cafeto, que cuidará hasta el extremo durante la larga travesía, embarca en el puerto de El Havre en el buque ‘Le Dromedarie’ rumbo a la Martinica. He aquí como gracias a aquel navío de nombre ‘El Dromedario’, el café pudo atravesar el Atlántico para recalar primero en una isla y pasar luego a las tierras continentales que se convertirían, con el tiempo, en las mayores cultivadoras del mundo.
Resultó que los cafetos arraigaron con gran fortuna en La Martinica hasta el punto de convertirse en un saneado negocio. Animado por el éxito obtenido en la isla, el gobernador de la Guayana francesa decidió emprender el cultivo de café en su territorio. Tuvieron tanta fortuna las plantaciones en aquella zona del Nuevo Continente –que por cierto, sigue siendo de soberanía francesa y desde donde paradójicamente se efectúan los lanzamientos de los cohetes europeos Arianne– que el Gobernador trató por todos los medios de mantener el monopolio del cultivo de café prohibiendo la exportación de plantas o semillas a territorios limítrofes.
La aventura del café en América, en la que tanto tuvo que ver ‘El Dromedario’, vio interrumpida su expansión por el celo y la visión comercial del gobernador galo. Pero el amor iba a entrar en escena para remediar la situación. Del amor y del café seguiremos contándoles.