El Gobierno elige Santander para ubicar el parque tecnológico

No será en Morero, tal y como pretendía el ayuntamiento de El Astillero hasta que su proyecto ha chocado con las objeciones legales planteadas por los grupos conservacionistas, ni tampoco en el municipio de Camargo, que se dispone a poner en marcha su propio proyecto de parque tecnológico en Las Presas, ni en Torrelavega, como prometieron José Luis Gil, por una parte, y Miguel Angel Revilla por otra. El Parque Científico y Tecnológico de Cantabria auspiciado por el Gobierno regional, se construirá finalmente en Ojaiz, en el término municipal de Santander. La capital cántabra recobrará así un protagonismo perdido hace mucho tiempo como foco de atracción para el emplazamiento de nuevas empresas, y lo hará con un argumento de peso: el de contar con el más moderno y atractivo recinto empresarial de los construidos hasta ahora en Cantabria.
Se cubre así una de las carencias más notables en la oferta de suelo industrial de la región, que no dispone de un emplazamiento adecuado para atraer a empresas de alta tecnología, cuyas necesidades en infraestructuras, equipamiento y en el propio diseño de las instalaciones rebasan las condiciones que suelen reunir los polígonos industriales convencionales.
En España existen ya 17 parques tecnológicos, algunos de los cuales se encuentran ubicados en las comunidades limítrofes, como Asturias, que cuenta con dos complejos de estas características. El País Vasco tiene tres y en Castilla y León las provincias de Burgos, Palencia y Valladolid se han dotado también de recintos empresariales de este tipo, que no se diferencian demasiado de los convencionales en infraestructuras, a excepción de su carácter selectivo. Se buscan actividades con una cierta carga tecnológica, no contaminantes y deseosas de desenvolverse en un espacio de cierta calidad estética, muy difícil de encontrar en los polígonos convencionales, al menos en los cántabros.

Una “ciudad económica”

Diseñado por la firma de ingeniería de Juan José Arenas, el complejo del futuro Parque se compondrá, según el proyecto inicial, de dieciocho edificios pensados para albergar a empresas dedicadas a trabajos de informática, telecomunicaciones, fabricación de componentes electrónicos, laboratorios de farmacia, investigación, ingenierías de diverso tipo, etc.
Buscando una oferta versátil en superficie, se han diseñado dos tipos de edificaciones: la mitad de los edificios tendrán 2.400 metros cuadrados distribuidos en cuatro alturas y la otra mitad serán más alargados y alcanzarán una superficie total de 3.200 metros cuadrados. Las empresas que desborden estas previsiones de espacio podrán ser atendidas con un anexo compuesto por una reserva de suelo de 30.000 metros cuadrados que el proyecto sitúa en el lado este del futuro parque, donde podrán construirse las instalaciones de acuerdo a sus necesidades específicas, lo que no se podrá hacer dentro del recinto tecnológico, donde todos los edificios tendrán la misma forma.
El Parque ocupará una superficie de 186.000 metros cuadrados, ubicados entre el cementerio de Adarzo y la Autovía Santander-Bezana, que ahora son propiedad de numerosos vecinos de la zona, con muchos de los cuales ya se han alcanzado acuerdos para la venta. Las parcelas que no se consiguiesen de forma negociada serán sometidas a expropiación.
El punto de referencia de todo el complejo será el edificio central, una llamativa construcción con grandes superficies acristaladas y formas irregulares, destinada a albergar los servicios generales del Parque, como el control de accesos, el de infraestructuras (alumbrado, recogida de basuras, energía solar, comunicaciones etc.), la gestión del aparcamiento subterráneo y la de cualquier otro servicio comunitario. En el edificio central, de 6.000 metros cuadrados, se ubicarán varios salones de conferencias, un gimnasio, una cafetería y las oficinas desde las que se administrará el conjunto del Parque.
En línea con la orientación que se quiere dar al recinto, las infraestructuras del nuevo complejo estarán dotadas de los últimos avances tecnológicos. La recogida de basuras, por ejemplo, se realizará de forma automática desde cada oficina a través de un sistema neumático de buzones y tuberías que la transportará hasta una central de recepción donde posteriormente será recogida por el servicio municipal. De esta manera se evitará la antiestética circulación de residuos por la superficie.
Las telecomunicaciones serán otro de los apartados especialmente cuidados en el diseño. Además de instalar todo tipo de redes de telefonía y transporte de datos, una torre de comunicaciones asegurará a las empresas la adecuada cobertura para la utilización de servicios vía satélite o a través de redes radioeléctricas.

Un entorno relajante

Uno de los rasgos que distingue estos complejos de los polígonos industriales tradicionales es la importancia que se otorga al entorno. Además de excluir a aquellas empresas que en sus procesos de producción generen riesgos de contaminación, la calidad de la urbanización alcanza una gran importancia. Se trata de lograr un ambiente de trabajo cómodo y relajado en el que predominen los espacios verdes, lo que se conseguirá potenciando al máximo las áreas ajardinadas y eliminando casi por completo la circulación rodada en superficie.
Siguiendo este criterio, Juan José Arenas ha desplazado hacia la periferia del Parque la circulación de vehículos y ha dado prioridad a los aparcamientos subterráneos. Cada uno de los 18 edificios del complejo tendrá una planta sótano para aparcamiento privado, y un gran aparcamiento subterráneo central, con capacidad para 1.800 plazas, dará servicio a la totalidad del recinto. En superficie tan sólo existirán 200 plazas situadas en los aledaños del edificio central.
La circulación peatonal entre edificios se hará a través de un paseo central acristalado para preservar a los viandantes de las inclemencias del tiempo. Este paseo, que estará comunicado con los ascensores del aparcamiento subterráneo, servirá también para ubicar los paneles solares que se utilizarán en la obtención de la energía eléctrica necesaria para la iluminación exterior del recinto.

Inversiones hasta el 2007

La construcción del Parque Tecnológico, que será gestionado por la empresa pública Sican, exigirá una inversión de cerca de ochenta y ocho millones y medio de euros (14.714 millones de pesetas) que el Gobierno cántabro confía en autofinanciar con la venta de los locales, aunque los costes imputables por metro cuadrado construido van a estar por encima de las 200.000 pesetas, de acuerdo con las previsiones de gasto. Por lo pronto, el Gobierno dice haber encontrado un clima muy favorable en las cerca de 300 empresas de Cantabria consultadas que, por la índole de su actividad, podrían tener cabida en este recinto.
El Ejecutivo cántabro confía también en contar con la ayuda del Ministerio de Ciencia y Tecnología para la ejecución de un proyecto pero por el momento sólo dispone de una única partida presupuestaria, los 900 millones de pesetas transferidos el pasado mes de enero con el INEM para la construcción en Cantabria del Centro Nacional de Formación Profesional. Un centro educativo que el Gobierno autónomo ha optado por ubicar en el futuro Parque.

Muchos flecos pendientes

Los plazos previstos sitúan en el 2005 la inauguración del edificio central y de cuatro de los inmuebles destinados a empresas, para acometer después, paulatinamente, los otros 14 edificios previstos, con el horizonte temporal del 2007 como fecha de finalización. Pero antes de comenzar será preciso resolver de manera definitiva los flecos pendientes, que son sustanciales, especialmente la titularidad del suelo sobre el que se va a asentar el parque. Aunque parte de los terrenos elegidos están calificados en el Plan General de Santander como no urbanizables, la Ley del Suelo contempla la posibilidad de que los proyectos calificados de “interés regional” puedan iniciar su ejecución antes de que se lleve a cabo la imprescindible recalificación de los terrenos. Con esta especial tramitación, y si la adquisición de las fincas se realiza en los plazos previstos, las obras del Parque Tecnológico de Cantabria podrían comenzar el próximo verano, pero no será sencillo cumplir este plazo si ha de mediar un proceso expropiatorio. Será, en cualquier caso, la primera actuación sobre suelo industrial de la Administración regional tras la entrada en vigor de la Ley del Suelo y la primera vez que se acomete un proyecto calificado de “interés regional”, lo que añade mayor incertidumbre al proceso.
Aunque está buscando clientela en el ámbito local, la ambición real del Gobierno es conseguir que se asienten en él empresas foráneas, algo que tampoco resultará sencillo si el sector no se recupera de la actual crisis. Unos obstáculos que no facilitarán la intención de la Consejería de Industria de que los casi 15.000 millones que cuesta el proyecto se financien sin recurrir a los Presupuestos regionales.

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