El pantalán de Calatrava cumple 40 años

En la primavera de 1966 amarraba en el extremo noroeste del pantalán de Calatrava el ‘Grena’, un buque gasero noruego con una carga de butadieno. Se estrenaba así el pantalán que en estos cuarenta años ha sido utilizado para la carga y descarga de gases y líquidos desde el interior de la bahía de Santander hasta la fábrica química de Gajano. En ese tiempo, también ha sido usado por Butano –mientras tuvo sus depósitos junto a la actual Dynasol– y por Viniclor, una filial de Solvay para la fabricación de polímeros que cerró años antes. La existencia del pantalán, a punto estuvo de resultar decisiva para que la multinacional norteamericana Union Carbide instalase en Cantabria un complejo químico, pero la planta piloto que abrió en Francia para probar la nueva fabricación no dio los resultados esperados.
Cuando están cerca de cumplirse las tres cuartas partes de vida de la concesión (concluye en 2022) el pantalán se enfrenta a un proceso de redefinición, ya que la Autoridad Portuaria no parece dispuesta a prolongar su uso en las mismas condiciones. Por seguridad para el tráfico marítimo y por impacto visual, algunos cargos del Puerto se han manifestado extraoficialmente partidarios de que la fábrica vaya buscando otras soluciones para la acometida de gases y líquidos.
El pantalán tiene 1.800 metros de longitud, aunque la trayectoria de las tuberías hasta la factoría es bastante más larga, casi cinco kilómetros, de los que dos tercios del recorrido discurren por tierra.
En realidad, el pantalán sólo es una de las dos vías de acopio del butadieno para la producción del negro de humo en Gajano. En él se descarga el que llega por mar desde Tarragona, ya que el adquirido en Puertollano (Ciudad Real) viene por ferrocarril. También se ha utilizado para la descarga de disolventes y aceites pesados, pero en menor medida, y la desaparición de Viniclor y Butano (otros dos usuarios del polo químico que se llegó a formar alrededor de la antigua Calatrava), redujo sensiblemente su actividad.

Alternativas

La sustitución del actual pantalán tiene dos alternativas: hacer uno nuevo, virado en dirección a El Astillero y con un fuerte dragado, para que ocupe una lámina de agua mucho menor (ahora llega prácticamente a media Bahía) o sumergir las tuberías y llevarlas hasta Raos, para que se hagan en sus muelles las descargas. En este caso, las tuberías deberían enterrarse lo suficiente bajo los fangos del fondo para que no se viesen afectadas por los dragados periódicos de las canales de navegación.
Cualquiera de estas soluciones es muy cara, pero desmontar el pantalán y no sustituirlo también tiene sus costes. El principal de ellos sería la dependencia absoluta del ferrocarril, que ya resulta conflictivo, debido a las protestas vecinales que origina el almacenamiento temporal del butadieno en la estación de Tanos. Los problemas no serán muy distintos si se construye una estación específica para mercancías peligrosas en la Recta de la Pasiega y, en cualquier caso, desde allí el butadieno tendría que seguir siendo transportado hasta la fábrica por camión.
Mientras que la Administración parece proclive a esta fórmula, algunos técnicos son partidarios de llevar el ferrocarril hasta el espigón central de Raos, donde ya existen varias instalaciones químicas que se verían beneficiadas, y tender tuberías sumergidas a través de la Bahía hasta Dynasol.
Una alternativa más barata pasaría por aprovechar el proyecto del futuro tren de altas prestaciones en Guarnizo y hacer un ramal hasta el macropolígono industrial que se hará en Heras, aprovechando la senda del antiguo ferrocarril minero. En ese caso, con un añadido de sólo 1,6 kilómetros se alcanzaría la fábrica de Gajano.
Sea cual sea la fórmula para sustituirlo, al pantalán le quedan quince años de vida. Cuando transcurran, será Repsol la que habrá de correr con los gastos de retirada, ya que no lo transfirió con el resto de los activos de la fábrica al formar la actual Dynasol en sociedad con un grupo mexicano. Debido a su carácter más estratégico que económico, Repsol Química no llegó a ponerse de acuerdo sobre el valor de esta instalación con sus socios de joint venture y optó por excluirlo del pacto.

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