El taller de las maquetas
En el mundo de las infografías, las maquetas no han muerto. Por el contrario, se reinventan con formatos y materiales que permiten una variedad infinita. Tampoco faltan los jóvenes interesados en aprender estas técnicas, como ha podido comprobar cualquiera que pasase durante el mes de julio por El Atelier La Juntana de Liencres. Dos jóvenes arquitectos y su padre, el escultor Daniel Gutiérrez Adán, atraen al lugar con sus técnicas a jóvenes estudiantes y profesionales de una gran variedad de países que se convierten durante una semana en artesanos.
Muchos futuros arquitectos desean ser capaces de convertir sus ideas y sus planos en un objeto tridimensional a pequeña escala. Alguien pensará que, cuando ejerzan profesionalmente, podrán acudir a quien les hagan este trabajo, pero el resultado final a veces requiere pensar con las manos y modelar uno mismo el perfil de un edificio, su encaje sobre una cuadrícula urbana o el diseño más adecuado para unos revestimientos de cerámica, vidrio u hormigón. Materiales de siempre que, gracias a estas reinterpretaciones, están cambiando por completo la personalidad de los edificios.
Al concluir la semana de trabajos, Armor y Nertos Gutiérrez Rivas, los dos hermanos arquitectos que hace tres años decidieron montar este taller de maquetas en sus vacaciones de verano, muestran, con los alumnos, el resultado final: pequeñas torres de cerámica o de resinas, estampados de planos urbanos sobre planchas de zinc en las que el ácido deja impresos los diseños, serigrafías, piezas cerámicas para revestimientos, vidrios impresos, vaciados de fundición… Materiales bien conocidos pero que dan una nueva vida al mundo de las maquetas.
El taller, que se encuentra en un bucólico paraje junto a los pinares de Liencres, se llena de voces extranjeras, por lo general de alumnos de arquitectura llegados de países europeos, aunque también pueden verse asiáticos, que han conocido la iniciativa por Internet. Cada día se adentran en una técnica, desde la carpintería, a la cerámica y la escayola, a la fundición de metales, pasando por la fotografía, el vidrio, las resinas y las siliconas. Para que no se queden sin conocer las técnicas modernas, tampoco falta el corte láser o la impresión en 3D.
Su primera tarea es hacer una torre maciza a partir de un taco de madera. Después de aplicar las técnicas de corte, vaciado, tallado y lijado hasta llegar al resultado final comienzan la transición hacia la siguiente técnica con la construcción de una caja alrededor de la pieza, que servirá como recipiente de la silicona, que a su vez servirá de molde para la colada de poliéster.
Con los moldes de silicona exploran la capacidad de reproducir objetos pero también se adentran en el universo de las texturas y materiales.
Una vez endurecido el molde de silicona, extraen el original y lo rellenan con una colada de resina de poliéster y un catalizador, con pigmentos y aditivos que facilitan resultados muy variados (en algunos se incluyen pequeñas figuras humanas y árboles para recrear un entorno urbano). Después de la reacción exotérmica que produce la mezcla y de esperar el endurecimiento, ya tienen su maqueta, que pueden acabar con cortes o lijados, para aumentar su transparencia.
El grabado en ácido, otra de las técnicas que abordan, les facilita una versión más bidimensional de estas representaciones de la realidad. Un plano queda impreso sobre una plancha de zinc gracias a una solución química que protege unas zonas, mientras que las mordidas por el punzón son atacadas por el ácido y quedan en bajorrelieve. Como en las artes gráficas tradicionales, basta entintar este negativo para obtener un positivo sobre un papel. Una técnica que también sirve para el cianotipado, uno de los antecedentes de la fotografía o al grabado con barniz duro y, finalmente, a la estampación en papel.
La cerámica, la fundición o el vidrio son otras muchas técnicas tradicionales que abordan los participantes (la mayoría futuros arquitectos) para que conozcan mejor los materiales que en el futuro darán cuerpo a los edificios que dibujan en sus planos. Al fin y al cabo, ellos mismos los han podido dar forma con sus manos.