Fushima inaugura la mayor fábrica de cepillos dentales del país
Cuánta innovación cabe en un utensilio tan cotidiano y aparentemente simple como un cepillo de dientes? Desde que Laureano Salcines fundó Fushima en Santander, en 1945, la empresa ha tratado de responder a esta pregunta y con ello se ha convertido en el mayor fabricante nacional de artículos de higiene bucodental y el quinto en el ranking mundial.
Su búsqueda de nuevos diseños para hacer los cepillos más ergonómicos y funcionales le ha llevado a convertirse en uno de los iconos del diseño español contemporáneo aplicado a los útiles que forman parte de nuestro entorno más común. La Sociedad Española para el Desarrollo del Diseño y la Innovación ha elegido una de las versiones del cepillo Pierrot –la marca de Fushima– para formar parte de la muestra organizada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid sobre el ‘Valor del Diseño Cotidiano’ y, además, lo ha utilizado para ilustrar el cartel anunciador de la exposición. Un reconocimiento al esfuerzo innovador de la empresa cántabra, que ha sabido conquistar un espacio propio entre las multinacionales que dominan el sector y ante la no menor amenaza que representan los países asiáticos, con China a la cabeza, para cualquier fabricación en serie que no requiere de una tecnología demasiado compleja.
La fortaleza del fabricante
Para reforzar su posición, Fushima ha levantado en el polígono de Guarnizo una fábrica más moderna que, sumada a la de su vecina Foramen, perteneciente también al grupo familiar de los Salcines, han convertido esta localidad en el epicentro nacional de la industria de cepillos dentales. Con los 25 millones de unidades que fabrica Fushima cada año se podrían cepillar los dientes más de la mitad de los españoles.
Es precisamente en su condición de fabricante donde reside la fuerza de la compañía para afrontar la creciente competencia de la industria china. Aunque el transporte ha acercado enormemente los continentes, la lejanía de los fabricantes asiáticos hace que un pedido realizado a un fabricante chino pueda tardar tres o cuatro meses en llegar al mercado europeo. Frente a esos plazos, Fushima está en condiciones de suministrar un contenedor con miles de cepillos u otros artículos de higiene bucodental en apenas 24 horas en cualquier punto del territorio peninsular o en no más de 20 días si el cliente es europeo. Eso evita que el destinatario se vea obligado a mantener un stock elevado o a realizar los desembolsos anticipados que exigen los fabricantes asiáticos, que quedan para las grandes remesas.
Por otra parte, la alarma causada recientemente por los deficientes controles sanitarios en algunas de las cremas dentales fabricadas en China para grandes multinacionales, ha vuelto a situar a los fabricantes europeos como una garantía de calidad en un sector tan sensible a esta exigencia como es el de la higiene dental.
Donde ya no hay tanta diferencia es, paradójicamente, en los costes de fabricación. La abundante y barata mano de obra china se compensa en las fábricas occidentales más modernas –como la que ha levantado Fushima en Guarnizo– con una mayor productividad, gracias a su mejor tecnología. Esta diferencia se hace ostensible en los sistemas de inyección que se utilizan para fabricar el mango de los cepillos. Mientras que en la industria china es muy común el uso de máquinas de inyección vertical, que utilizan moldes más baratos pero requieren más trabajadores, Fushima utiliza la tecnología de inyección en horizontal, capaz de fabricar diez veces más rápido y con un solo operario por máquina. Aún así, la fábrica de Guarnizo da empleo a 120 personas.
Fábrica en China
De las oportunidades y riesgos que comporta el mercado chino es muy consciente la propia Fushima, que fue una de las primeras empresas cántabras en aventurarse en aquel inmenso país con un proyecto industrial. Lo que se inició como una joint venture, a medias con un grupo local, para la apertura de una fábrica de cepillos dentales en Tianjing, ha pasado a ser, desde hace dos años, una empresa propiedad enteramente cántabra. Fabricar sobre el terreno le ha demostrado a Fushima que penetrar en el mercado chino, donde hay cerca de un millar de industrias que producen cepillos dentales, no es nada fácil, incluso con sus mismos costes laborales. Resulta más rentable la fabricación para clientes europeos, una actividad que se ha convertido en el objetivo principal de la empresa. Allí se producen, por ejemplo, artículos de higiene dental para la multinacional Henkel Ibérica, propietaria de marcas tan conocidas como Licor del Polo o Denivit.
En cualquier caso, estar presente en China supone una formidable cabeza de puente a la espera de que los niveles de consumo de sus habitantes crezcan y, con ellos, las oportunidades de negocio; un escenario para el que la firma cántabra se ha dado un plazo de unos cinco o seis años. Y es que, como advierte Raúl Cimiano, director de Fushima,, “China no es la conquista del Oeste. En el Oeste americano había muchas tierras, pero estaban vacías; en China hay chinos y no se chupan el dedo”.
Crecer en el exterior
Mientras madura ese mercado, Fushima ha establecido una sólida red de comercialización en otros países que les ha llevado a estar presentes en más de cincuenta mercados. Desde su primera incursión en Sudamérica, con un viaje a Panamá en 1986, los responsables de Fushima han establecido canales de ventas en todos los continentes y entre las puertas que han abierto en los últimos tiempos están las de Rusia, Rumania, Emiratos Arabes y Arabía Saudí. La última incorporación a la red de distribución de la firma cántabra ha sido Irán, otro país en vías de desarrollo, algo que también se refleja en la mejora de los hábitos de higiene bucal de sus habitantes. Entre los objetivos de Fushima para este año está el aumentar su presencia en los países bálticos, sin descuidar territorios menos maduros, como el continente africano, donde cuenta también con una buena distribución.
Ante la dificultad para crecer en España, donde el consumidor es marquista y el marketing de las grandes multinacionales es difícil de batir, Fushima ha volcado su atención en el exterior, donde se abre camino con la línea de productos de su propia marca –Pierrot, y Fussy para el cuidado corporal– con crecimientos de las ventas que superan, año a año, el 20%.
Eso no obsta para que el grueso de cuanto fabrica en Guarnizo se quede en nuestro país, debido a que buena parte va dirigido al suministro a las grandes cadenas de distribución que operan en España (Hipercor, Carrefour, Selex y Spar, entre otras) para que los comercialicen con sus marcas. El 60% de los 25 millones de cepillos que fabrica la empresa cántabra al año y de los 15 millones de unidades de otros productos, va destinado a abastecer a estas cadenas. El 40% restante se vende con las marcas de Fushima, un tercio en el extranjero. El conjunto sumó una facturación el pasado año de 15 millones de euros.
Fushima ha aceptado fabricar para terceros pero no para las multinacionales de su propio sector. Depender de pocos clientes, por grandes que sean los pedidos, no es un planteamiento que agrade a los responsables de la firma. Las importantes inversiones en maquinaria y troqueles que exige el contrato con estas multinacionales, el riesgo que comporta su escaso compromiso con el fabricante y los pequeños márgenes que permiten han llevado a la empresa a descartar esta opción. Recientemente un fabricante alemán ha tenido que cerrar porque Colgate decidió abastecerse en Rumania, lo que es un ejemplo de los riesgos que comporta una vinculación demasiado estrecha con una gran multinacional. En realidad, Fushima mantiene una política cautelosa con cualquier cliente y no fabrica más de cuatro millones al año para una sola marca.
Una fábrica de 10.000 m2
Abordar una producción a gran escala, como la que requiere la cartera de clientes que ha reunido, exigía unas instalaciones más capaces y flexibles que las que poseía en Campogiro. Lo consiguió hace algo más de un año, con la construcción de una nave de 10.000 m2 en el polígono de Guarnizo, donde la maquinaria ocupa unos 4.000. Aunque se hizo un plan de ubicación de máquinas de acuerdo con las indicaciones del Centro Tecnológico de Castilla-León, el resultado final responde, sobre todo, a los años de experiencia propia, en los que se ha visto obligada a sacar el máximo partido a unas instalaciones angostas.
La fábrica cuenta con 15 máquinas inyectoras, para las que existen cerca de 150 troqueles diferentes, lo que puede dar una idea de la amplia gama de productos que componen su catálogo. Los mangos de los cepillos salen de los inyectores a un ritmo frenético, a partir de unas combinaciones de plástico y caucho que han modernizado los diseños y han dado a los cepillos un tacto más almohadillado y agradable. Luego llega el turno de las máquinas cosedoras de cerdas, en las que sofisticados carruseles insertan y grapan a velocidad de vértigo los filamentos del cepillo y tallan las puntas, dejándolo listo para el emblistado y envasado final.
El producto acabado pasa a un almacén de 2.000 m2, un espacio idéntico al que dedica a la recepción de las materias primas que se utilizan en las distintas fases de fabricación.
Una pieza esencial en todo el proceso es el laboratorio de control de calidad, donde se testa uno de cada 500 cepillos, mediante diversos ensayos que comprueban la altura y el redondeo de los filamentos, su resistencia a la tracción e, incluso, la vida útil del cepillo, sometiéndolo a un continuo proceso de lavado durante largos periodos de tiempo.
Pero el secreto de Fushima no está en los métodos industriales, más o menos estandarizados, sino en un equipo humano que diferencia a la empresa de sus competidoras, especialmente en el departamento de diseño, donde se definen las innovaciones que convertirán el cepillo de dientes en un instrumento más atractivo y funcional. En un trabajo que puede llevar un año desde que se esboza la idea hasta que se fabrica el troquel, se estudian los ángulos de la pala, los nuevos colores, la incorporación de filamentos granulados o añadidos como las lengüetas blanqueadoras y los limpiadores linguales que incorporan los nuevos cepillos. De ese departamento también salen los diseños de los envases, tanto de los productos propios como de los que se fabrican para las grandes cadenas de distribución.
Levantar la más moderna fábrica de cepillos dentales del país le ha supuesto a Fushima una inversión de siete millones de euros. Un esfuerzo que ha permitido crear una imagen de empresa más potente para la conquista de nuevos mercados.