José R. Alvarez Redondo, Consejero de Industria

Pregunta.– ¿Se percibe desde la Consejería una mayor sensibilidad de las empresas cántabras hacia la cultura de la calidad?
J.R. Alvarez Redondo.– Es evidente. Yo creo que se percibe, además, en todo tipo de empresas; incluso me atrevería a decir que desde el punto de vista del turismo, esa campaña del año 96 de Cantabria Gran Reserva ya nos posicionaba en temas de calidad. Esa sensibilidad se ha extendido desde las empresas de tipo industrial a otro tipo de organizaciones; recientemente hemos visto la homologación de un hotel en la ISO 9000 o de una clínica oftalmológica. Al fin y al cabo la norma de calidad es un estándar que obliga a documentar todos los pasos en la empresa y eso recibe una especie de bautismo que es la homologación, la famosa ISO, y esto ya es una cosa muy habitual. Las empresas de Cantabria ya entienden que este es un tema decisivo.

P.– ¿En qué posición colocaría a Cantabria en este campo?
R.– En Cantabria había hace cinco años una posición un poco rezagada en materia de calidad, pero yo diría que en estos momentos estamos a la altura de otras comunidades autónomas. Nosotros hemos hecho un programa de ayudas para la homologación y vemos que aproximadamente unas cincuenta empresas al año acuden a ese programa y tengo la sensación de que, como ocurre en otros campos, vamos a pasar a estar en el grupo de cabeza en los temas de calidad.

P.– Algunos sectores como la industria alimentaria o la hostelería, parecen más remisos que los netamente industriales a la hora de implantar sistemas de gestión de la calidad (quizá porque se dirigen a mercados más domésticos) ¿Qué haría falta para motivarles?
R.– Tienen quizá una cultura distinta a la que todavía no ha llegado esta preocupación con la fuerza con que lo ha hecho en otros sectores. Pero podemos verlo desde otro punto de vista: hay sectores, como los transportes, que en Cantabria han sido pioneros en la homologación en ISO comparativamente con España. En hostelería hay que tener en cuenta también otra cuestión, y es que existen marchamos de calidad específicos. TourEspaña ha sacado un sello de calidad, el del Instituto de la Calidad Hostelera Española. Nosotros recomendamos que un hotel se homologue en las dos cosas: con el sello de la calidad turística y también con ISO. Es un esfuerzo suplementario pero no mucho mayor. A lo mejor en algunos sectores, como la hostelería, hace falta para motivarles más accesibilidad a la norma. Pensemos que la hostelería son también las cafeterías, los restaurantes o las pequeñas casas de turismo. Aquí hemos sacado el Club de Calidad de Turismo Rural que, aunque nace desde la Administración, la intención es que sea totalmente privado, que se gestione por sus asociados y que ellos otorguen su sello de calidad. La industria alimentaria, sin embargo, yo creo que va más adelantada. El sello de calidad en los productos influye aquí bastante.

P.– ¿Está satisfecho con el grado de respuesta de las pymes al programa de Sodercan para la mejora de la calidad en las empresas de Cantabria?
R.– Hemos visto que cuando la calidad se hace asequible, se responde. Hasta el momento dentro del programa de Sodercan se han concedido ayudas a 88 empresas, por un importe de 65 millones de pesetas. Se han implantado normas ISO 9000 y se han hecho extensivas las ayudas a la ISO 14000 y también a la QS 9000 para el sector de la automoción. Recientemente tuvimos aquí al Secretario de Estado de Defensa y estuvimos viendo la posibilidad de que la industria de Cantabria –que ya trabaja en Defensa por valor de seis mil millones de pesetas– incremente su participación; y en Defensa hay unas homologaciones militares específicas que también entran dentro de ese programa.

P.– ¿Se puede ayudar de alguna otra manera a aquellas empresas que por su pequeño tamaño no les sea aplicable la norma ISO?
R.– Quizá haya que facilitar modelos de calidad más adaptados a sus características y a sus necesidades para obtener ese nivel de competitividad, y en eso estamos trabajando. No hay que olvidar que la calidad es fundamentalmente una cultura, no es obtener una homologación y ya está, sino que hay que trabajar en un entorno de calidad.

P.– ¿Se va a impulsar desde la administración algún premio a la “calidad total” de las empresas como el que existe en otras comunidades para premiar el modelo europeo de calidad EFQM?
R.– Sí, lo tenemos como proyecto. Hasta ahora hemos sido muy restrictivos con los premios; de hecho yo creo que desde la administración pública no tenemos ninguno. Quizá el modelo de la EFQM, del Club de Gestión de Calidad en España, puede ser un premio adecuado, pero por qué no al mejor empresario, o a la innovación en lugar de la calidad, que es un concepto bastante asumido. En Cantabria tenemos el proyecto para este año de conceder algún premio, pero más en la línea de la innovación que en el de la calidad.
P.– ¿Es la innovación el nuevo reto empresarial?
R.– Yo creo que la calidad ha perdido novedad como concepto. Nosotros estamos trabajando ya más en la dirección de la innovación tecnológica. Vamos a seguir manteniendo, por supuesto, el programa de pymes y de micropymes, pero ahora tenemos ese otro reto por delante que es el Plan Nacional de I+D y estamos ya más volcados en eso. El tema industrial se concreta en dos palabras: suelo y tecnología; suelo porque hay que asentar en algún sitio los proyectos y tecnología, porque es lo único que garantiza el futuro. Va todo tan rápido que te puedes quedar fuera del mercado en un año o seis meses y quizá a veces no lo percibimos; creemos que hay tiempo, y no lo hay.

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