La City: Un estado dentro de otro estado

La City está en Londres, pero no es Londres. Su nombre completo es The City of London y es un territorio que ocupa una extensión de 2,90 km2 (aproximadamente una milla cuadrada, de ahí que se le conozca también como The Square Mile) y sus fronteras, casi invisibles, están marcadas en algunas calles con pilares coronados por un dragón.
La City tiene apenas 7.000 habitantes, aunque la población flotante, o sea los que van cada día a trabajar, ronda las 400.000 personas. Pero en la City, sobre todo, hay entes que no son de carne y hueso, porque allí están establecidas alrededor de 32.000 sociedades financieras (bancos, aseguradoras, auditoras y brokers en general), lo más granado del mundo de los negocios.
Aunque, por su aspecto, parezca un invento reciente, la City ya existía cuando se redactó la Carta Magna (1215) y está regida por una entidad privada denominada The City of London Corporation. Quedó al margen de la reforma de las entidades locales que hizo el Reino Unido en 1835 y, aunque la legislación sobre los órganos de la administración pública la trata como si fuera un barrio de Londres, no lo es.
Se trata de una entidad privada formada por The Court of Aldermen (La Corte de los Mayores), The Court of Common (La Corte de los Comunes), The Freemen (Los Hombres Libres) y The Livery (Los Gremios). Ellos eligen su propio alcalde, el Lord Mayor, que no hay que confundir con el alcalde de Londres.
La City tiene importantes competencias, como la gestión del Puerto de Londres, de los cinco puentes que la enlazan con Londres, del London City Airport (que, aunque fuera de su perímetro, está en el centro de Londres), de dos mercados, un hospital y varios parques públicos. Además, tiene su propia fuerza de policía, que se distingue porque llevan en la gorra una franja de cuadros rojos y blancos, y nada tiene que ver con la Metropolitan Police Service.
Su relación con el Parlamento británico es bastante peculiar, ya que la City tiene un representante en la Cámara de los Comunes, el remenbrancer. Se sienta enfrente del presidente, pero no es diputado ni su presencia deriva de ninguna disposición legal ,sino que está allí por una facultad del propio presidente. Su misión es mirar por los intereses de la City en cualquier normativa que se discuta, presentando las observaciones pertinentes.
También está protocolizada su relación con la Corona. Cuando la Reina visita la City se encuentra con un cordón rojo en Temple Bar (la puerta de entrada desde Westminster), donde tiene lugar una colorida ceremonia en la que le presentan la espada de la ciudad, como símbolo de su antigua capacidad de gobierno y de lealtad.
Hay elecciones para la Court of Common de la City todos los años y tienen derecho a voto tanto las personas físicas como las sociedades mercantiles. Este voto de las empresas fue abolido en todas las elecciones municipales británicas por la Ley de Representación del Pueblo en 1969 pero se mantuvo en la City. La razón que dieron fue que la City era, fundamentalmente, un sitio para hacer negocios
Las sociedades no solo votan sino que tienen asignado un número de sufragios determinado por el número de empleados. De este modo, una empresa que tenga menos de 10 trabajadores tiene un voto; una de 50 tiene 10; y una con 3.500 trabajadores tiene 79 votos, el máximo. Como obviamente una sociedad no puede presentarse a votar por sí misma, designa a quienes van a hacerlo en su nombre.
Los cuatro circunscripciones –wards– residenciales de la City eligen veinte miembros del Consejo de los Comunes y los 80 restantes se los reparten las sociedades. Desde la Ley de Elecciones de 2002, ha aumentado significativamente el peso que tienen las empresas. En este momento votan 32.000.

El poder del dinero

Un tercio de las transacciones financieras del mundo se realiza en esa milla cuadrada, el doble que en Wall Street. Es la plazao más grande que existe en cambio de moneda extranjera y mueve diariamente unos 5.000 millones de dólares. También es líder mundial en el comercio de eurobonos, en el mercado de futuros de energía, en los seguros, en los derivados financieros y en préstamos interbancarios internacionales.
Los activos bancarios de las entidades asentadas en la City suman cuatro veces el PIB del Reino Unido, a pesar de lo cual la aportación de la City al PIB del Reino Unido no pasa del 3%.
Como en todo lo demás, también tiene circunstancias fiscales diferenciadas. La City puede establecer su propia tasa del impuesto de sociedades, facultad que no suele utilizar. No obstante, aporta aproximadamente el 11,5% de toda la recaudación fiscal del Reino Unido.
Antes del referéndum para el Brexit, la UE y el Reino Unido firmaron un nuevo acuerdo de asociación en el que se incluyó una cláusula de salvaguardia que los británicos podrían invocar cuando considerasen que alguna decisión de los países de la Eurozona en materia de regulación financiera les resultaba perjudicial. Esto hizo que el presidente de Francia dijera que ”no puede haber un status particular para el Reino Unido y la City. Sus intereses deben ser tenidos en cuenta, pero no en detrimento de Europa”. No obstante, esas condiciones quedaron sin efecto al ser el resultado del referéndum favorable a la salida de la UE.
Lo que ocurra a partir de ahora no está nada claro, pero que nadie espere una espantada de las multinacionales asentadas en la City. Por si alguien lo dudaba, los bancos norteamericanos Goldman Sachs, JP Morgan, Morgan Stanley, Bank of America Merrill Lynch y Standard Chartered se apresuraron a reunirse con el Chancellor of the Exchequer (ministro de Hacienda), George Osborne, para apoyar los planes del Gobierno, y emitieron un comunicado diciendo que actuarán unidos, con el objetivo común de ayudar a que Londres mantenga su posición como el primer centro financiero internacional.

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