La expansión de Funcantabria
El Grupo Funeraria Torrelavega ha pasado a ser Funcantabria, un nombre que expresa la proyección regional lograda por el grupo creado en 1991 por Miguel Angel Díaz.
La entrada de este empresario torrelaveguense en el sector funerario se produjo a través de su correduría de seguros. Buscando una vía de retorno de los desembolsos vinculados con los gastos de enterramiento de los asegurados, Díaz acabó adquiriendo una funeraria en la capital del Besaya a la que puso el nombre de Funeraria Torrelavega. Era el comienzo de una nueva actividad empresarial que se fue expandiendo por la comarca del Besaya. Cinco años después, el grupo abría un tanatorio en Los Corrales de Buelna, al que seguiría Cabezón de la Sal, donde se hizo con una firma centenaria, Nuestra Señora del Campo. Su arraigo en esa zona ha crecido aún más tras adquirir en 2010 la instalaciones del tanatorio de Carrejo. Poco después se ha hecho con la gestión del tanatorio municipal de Comillas y más tarde con la del nuevo cementerio que se ha construido en la villa.
La focalización del grupo hacia esas localidades responde a la estrategia de crecer en su zona natural de influencia en vez de aventurarse en espacios ya ocupados por una fuerte competencia, como es el caso de Santander, aunque Funcantabria también presta servicios en la capital santanderina.
Esta misma lógica es la que ha llevado a la Asociación de Funerarios de Cantabria (Afucan) a dividir la región en tres áreas para asignar el servicio de recogidas judiciales.
La crisis también se nota en los entierros
La delicada situación económica por la que atraviesa la sociedad española también tiene su reflejo en el sector funerario, y se ha dejado notar en los precios. Funcantabria ha decidido congelarlos este año y si en 2012 los sube será para compensar el incremento de los costes. El grupo torrelaveguense se provee de ataúdes en Galicia, Valencia y Astorga, ya que en Cantabria no queda ningún fabricante, una vez desaparecida la empresa de Gajano que los hacía. Lo que sí tiene claro el gerente del grupo, que comparte la dirección con su hija Yolanda, es que no va a recurrir a los ataúdes fabricados en China, que están inundando el mercado español gracias a sus bajos precios pero que suponen una amenaza para la supervivencia del sector.
El impacto de la crisis se nota en la actitud de los demandantes. No solo se economiza en esquelas y coronas de flores, sino que antes de contratar a una funeraria se piden varios presupuestos. “Si antes no preguntaban el precio –afirma Miguel Angel Díaz– es porque confiaban en el empresario; esa confianza no ha desaparecido, pero ahora preguntan más”.
Regular el sector
Desde asociaciones como Afucan se continúa trabajando en la cualificación del sector y en la mejora de su reglamentación. Se ha logrado la definición de las competencias que deben tener los especialistas en áreas como la tanatopráctica o la tanatoestética, que antes no estaban reguladas. También va a ser obligatorio tener una certificación de suficiencia para poder trabajar en una funeraria. Una formación que ya se ofrece en cursos impartidos por la CEOE y que abarca desde el protocolo y la atención a los familiares de los fallecidos a las técnicas de venta.
El sector se esfuerza ahora en intentar cambiar la norma que impide que un fallecido pueda ser trasladado de comunidad hasta que no hayan transcurrido 24 horas, lo que suele resultar un inconveniente a la hora de organizar el velatorio en el lugar que deseen sus familiares.
Desde su presidencia de la asociación cántabra, Díaz interviene activamente en esta evolución de un sector en el que no cabe esperar grandes novedades, tras la implantación del modelo de tanatorio-velatorio, salvo el crecimiento imparable de las incineraciones, que ya han superado en número a las inhumaciones convencionales.