La lotería instantánea como remedio
Todos los agentes que participan en el sector de juego en España coinciden en que es un mercado maduro, en el que concurren demasiadas loterías que dispersan la atención del jugador. Sin embargo, aún queda hueco para modalidades como la lotería instantánea, con cuyo reciente lanzamiento la ONCE confía en compensar la caída de ventas del cupón.
El nuevo juego, conocido como El Rasca de la ONCE, otorga premios de manera inmediata, sin necesidad de esperar a la celebración de un sorteo. El boleto, cuyo precio es de 50 céntimos, tiene unas dimensiones parecidas a las del cupón, pero con mayor grosor y colorido, y el premio se oculta bajo un recubrimiento de látex que el jugador debe retirar rascándolo. De esta forma, el comprador del boleto sabe de manera instantánea si ha sido favorecido con alguna de las siete categorías de premios del juego, que van desde los 3.000 euros hasta el reintegro, pasando por categorías intermedias de cien, diez, cinco, dos y un euro.
El tirón del nuevo juego no va a estar sólo en su inmediatez, sino también en el elevado número de premios –uno por cada 3,5 boletos– por lo que la ONCE espera una buena acogida para el Rasca que, como ocurre con el cupón, podrá explotar en régimen de monopolio, ya que es la única organización reconocida por el Estado para ello.
Compensar la caída de ingresos
2005 fue un año difícil para el cupón de la ONCE. Por primera vez en su historia, la recaudación estuvo por debajo de sus previsiones. Las señales de alarma se había detectado al menos cuatro años antes, cuando la organización empezó a tener dificultades para financiar su enorme entramado asistencial con los ingresos de los juegos que el Estado le había autorizado a explotar, algo a lo que no era ajena la competencia de rifas ilegales. Por ese motivo, había solicitado al Estado el poder participar en la venta de la lotería del Euromillón.
Aquella petición no prosperó pero el Gobierno central ha autorizado a la organización de ciegos a explotar una lotería instantánea, una modalidad de juego inédita en España, ya que hubo un precedente en Cataluña que acabó siendo retirado por la Generalitat por no tener suficiente cobertura legal.
Este tipo de lotería está muy arraigado en Europa desde los años ochenta y actualmente se juega en nueve países del Continente: Francia, Reino Unido, Italia, Portugal, Bélgica, Alemania, Austria, Noruega y Suecia.
En España, donde la responsabilidad sobre la regulación del juego está transferida a las comunidades autónomas, algunas regiones, como Cantabria, contemplan en su normativa la posibilidad de crear una lotería instantánea, cuya fácil mecánica de juego (como los boletos de una tómbola) la hace especialmente atractiva para el consumidor. Esa misma sencillez e instantaneidad genera ciertas reservas entre quienes piensan que puede convertirse en un riesgo para jugadores proclives a la ludopatía, como ya han advertido algunas asociaciones de jugadores de azar en rehabilitación.
La única que hasta el momento es legal, la nueva lotería de la ONCE, se puede adquirir en la red habitual de venta de cupones, compuesta en Cantabria por 210 personas. Un terminal permite al vendedor comprobar el premio y abonarlo al instante si no supera los 200 euros; en otro caso, el poseedor del boleto puede cobrarlo en las oficinas de la Organización o en cualquiera de las entidades bancarias colaboradoras de la ONCE.
Con la explotación de este juego, la ONCE confía en cubrir sus costes y asegurar el cumplimiento del objetivo social de la organización, que es facilitar empleo, formación y asistencia a todas las personas con discapacidad visual y, a través de la Fundación Once, a muchos otros discapacitados. En Cantabria, 980 personas están afiliadas a la organización de los ciegos y las cuatro empresas que posee el Grupo Once en la región dan empleo a 420 trabajadores, 329 de ellos discapacitados.