La mística del ‘soba’
La delegación japonesa que vino a preparar el festival cultural “Una Flor” constató con asombro que uno de los valles que visitaron se llamaba igual que su simbólica planta: el Valle de Soba. Esta casualidad ha tenido una consecuencia imprevista. Una treintena de empresarios japoneses van a visitar la región para conocer el valle y un canal importante de televisión japonesa vendrá a rodar un documental sobre Soba y Cantabria. Una consecuencia no prevista de lo que, en principio, iba a ser un intercambio cultural organizado por la gerente de ‘El Capricho de Gaudí’, Masako Yamauchi.
Una planta con muchas virtudes
Gracias al interés de Masako, una delegación japonesa formada por empresarios hoteleros, el más importante productor de shinshu-soba y el mayor experto culinario en su fabricación, se desplazaron a Cantabria a comienzos del verano y visitaron algunas comarcas con la intención de realizar cultivos experimentales de soba. De esta planta se obtiene una harina que, una vez convertida en fideos, es un alimento de alto valor nutritivo, básico en la dieta de los japoneses que, sin embargo, no tienen espacio físico suficiente para sus plantaciones y han de recurrir a importar el soba.
El experimento ha contado con la colaboración de la Consejería de Agricultura y la plantación se hizo con todo el rito con que el país asiático rodea aquellos actos vinculados a su tradición y tras una degustación de algunos platos realizados con soba.
Las expectativas de los cultivos eran buenas pero quizá no tan altas como los resultados que ya se intuyen en las cosechas. Los cultivos se han realizado en zonas de costa, como Peñacastillo o Galizano; de media altura, como Soba o a más de 900 metros, en Campoo de Suso. Todos anuncian buenas cosechas, lo que abre la posibilidad de convertirlo en un cultivo habitual en la región e, incluso, de producir para exportar a Japón, como ya se hace en China, Rusia, Alemania o Francia. En ese caso, la nueva actividad agraria fomentaría también la aparición de industrias transformadoras, ya que de este pseudocereal (en realidad no lo es) se utilizan hasta las cáscaras, que los japoneses emplean como relleno de almohadas.
Además del uso en forma de fideos –o para crepes, de los franceses– las inflorescencias tienen un alto valor farmacológico, debido a su alta carga de rutina, un alcaloide ideal para tratar la fragilidad y permeabilidad de los capilares sanguíneos y con virtudes antiinflamatorias.
Al ser un alimento rico en ácido oleico, linoleico, palmítico, el trigo sarraceno también ayuda en la lucha contra el colesterol y las enfermedades cardiovasculares.
El alforfón es, en realidad, una planta herbácea anual, con características similares a un cereal y de ahí que se identifique como tal.
La cultura japonesa, en Cantabria
La experiencia japonesa en la región está vinculada a un intercambio cultural que tendrá lugar entre el 11 y el 14 de octubre bajo el título “Festival de una Flor”, una denominación basada en un libro infantil japonés escrito por Hiroyuki Imanishi, donde el autor cuenta, de un modo amable, la importancia de la paz a través de los ojos de una niña. El título orienta sobre el contenido de estos actos, que se iniciarán en Comillas y tendrán marcos tan exquisitos como el Palacio de Sobrellano, donde se realizarán conciertos de piano y de flauta, así como una combinación única de ballet y música de guitarra. Un momento especial pueden ser las clases de gastronomía japonesa y española en el Capricho de Gaudí o la conferencia del arquitecto japonés Hiroya Tanaka, nominado al premio Príncipe de Asturias y reconocido admirador de Gaudí.