La nueva fábrica de Agrocantabria, a punto
Piensos en forma de cornflakes y de barritas, elaborados con una veintena de materias primas, además de aminoácidos y minerales y con más de 300 composiciones diferentes, según las preferencias de cada ganadero. Así de compleja y sofisticada se ha vuelto la alimentación animal. Y para estar a la altura de lo que este mercado demanda, y del futuro que aguarda a un sector en el que cada vez son mayores las exigencias ambientales y sanitarias, la cooperativa Agrocantabria ha puesto en pie una de las más modernas fábricas de pienso que existen en España. Un proyecto que manejaba desde hace tiempo, y que se ha hecho realidad gracias a la confluencia de varios factores: una ubicación estratégica para atender a la miríada de ganaderías que tiene que abastecer y los recursos necesarios para afrontar una inversión de seis millones de euros, entre los que han sido decisivas las ayudas logradas a través de los fondos Feader, que han sufragado un tercio del coste de la planta.
La construcción de esta gran fábrica le va a permitir a Agrocantabria centralizar la elaboración de pienso que venía realizando en cinco pequeñas instalaciones diseminas por la región y ampliar su clientela, empezando por sus propios asociados.
Una parcela en Tanos
La cooperativa cántabra es una de las que se han beneficiado del plan de choque puesto en marcha por el anterior Gobierno regional para dar salida al suelo industrial. El notable abaratamiento de las parcelas (con rebajas superiores al 50% del precio), han convertido al polígono de Tanos en un foco de atracción para muchas empresas y Agrocantabria aprovechó la oportunidad para adquirir 10.000 metros cuadrados y hacer una fábrica moderna en un emplazamiento muy bien situado para el reparto a sus socios.
Se ponía fin así a una larga búsqueda en la que se llegó a barajar varias alternativas, porque la ubicación de la fábrica partía de dos condicionantes. Por un lado, era preciso que el lugar elegido estuviera más o menos equidistante de las diferentes cooperativas integradas en Agrocantabria. Por otro, la gran altura de las plantas de piensos, en las que el proceso de elaboración exige que las materias primas y las mezclas se muevan por gravedad, limitaba los posibles emplazamientos.
Su primera opción fue el Puerto de Santander, sobre todo tras la construcción de la Terminal Agroalimentaria, ya que lo más aconsejable era acercar la fábrica al punto de entrada de las materias primas con las que se elabora el pienso, la mayoría de las cuales llegan a través del puerto. Tras una negativa inicial de la Autoridad Portuaria, Agrocantabria llegó a tener reservada una parcela e incluso redactó un proyecto, pero a los socios de Agrocantabria no les atraía la idea de construir una fábrica en terrenos sujetos a concesión administrativa y que con el tiempo debían revertir a la Autoridad Portuaria.
Tampoco cuajó el intento de los gestores de Agrocantabria de adquirir las instalaciones de Canpisa en Requejada, con la idea de derruir la vieja fábrica para levantar otra nueva y aprovechar los silos. La falta de acuerdo con la leonesa Oblanca, propietaria de la instalación ya demolida, frustró un proyecto que empezaba a apuntar a la comarca del Besaya como ubicación idónea para una planta que finalmente se ha hecho realidad en Tanos.
Una fábrica totalmente automatizada
Una de las características que más sorprende en la nueva instalación es que, a pesar de sus dimensiones gigantescas, todo el proceso de elaboración de pienso, en sus más de 300 variedades y sus dos líneas de producción, puede ser manejado por una sola persona.
El enorme mecano industrial de silos, tuberías, mezcladores y molturadoras se controla mediante un sistema informático que además vigila que no se cometan errores en las mezclas. El elevado grado de automatización hará que, con todos los trabajos complementarios, la plantilla sea de solo solo siete personas.
El proceso comienza con el control de la calidad de la carga en una báscula donde se pesan los camiones que aportan las materias primas (cebada, maíz, soja, salvado, alfalfa o pulpa de remolacha). Un brazo neumático toma una muestra del camión por aspiración y la envía a un laboratorio anejo. En menos de un minuto una máquina analiza su contenido en fibra, proteínas, humedad, etc., lo que permite obtener el visto bueno. Pasado ese control, la carga se deposita en la zona de recepción o piquera y desde allí unos elevadores la trasladan a los silos en los que se almacenan las materias primas. Una suerte de noria, capaz de elevar 200 toneladas a la hora, sube estos componentes hasta la boca de los silos, situada a 38 metros de altura. La planta cuenta con dos líneas de fabricación de 31 silos, una de ellas dedicada a la elaboración de mezclas y otra destinada a la producción de piensos más homogéneos.
La fabricación se realiza en lotes de 3.000 kilos, que es la capacidad de la mezcladora, y la composición depende de la variedad de pienso que se pretenda hacer, de manera que cada silo deposita en una balanza la cantidad que le indica el ordenador central. Este control informático permite asegurar la exactitud en la fórmula a elaborar y la perfecta trazabilidad de los lotes que se fabrican. En caso de una alerta alimentaria, la cooperativa podría informar en muy poco tiempo sobre el origen de cada una de las materias primas empleadas.
Una vez realizada la mezcla concreta, a la que se le añade sal, bicarbonato y diferentes minerales (magnesio, zinc, o cobre, entre otros), pasa a la molturadora, en la que, mediante el uso de distintos tamices, se obtiene el grosor deseado.
Dependiendo de su formato final, el pienso ya elaborado puede pasar a la zona de ensacado –también robotizada– o a los silos en los que se almacenará a granel. También se puede derivar hacia una máquina de granular en la que se transformará en pelets, uno de los formatos en auge en las explotaciones ganaderas más avanzadas, debido a las garantías higiénicas que aporta el tratamiento térmico al que se someten estas barritas de pienso.
Otra de las variedades más innovadoras, y por la que apuesta la fábrica, son los copos de maíz o cornflakes. Entre el equipamiento hay una máquina de copos, que la cooperativa ya tenía en funcionamiento en Santander desde hace más de un año, con la que se obtiene una especie de cereales de desayuno, un producto más digestivo para el vacuno y de gran rendimiento, que está teniendo una gran acogida entre los ganaderos. Tanta que la nueva fábrica ha sido diseñada para duplicar tanto el área de pelets como el de copos.
Ahorro de costes
Una de las grandes ventajas de contar con una planta que incorpora las últimas tecnologías es el ahorro de costes. Entre el consumo energético, las averías y los gastos de mantenimiento de las cinco fábricas anteriores, las mermas y las no conformidades del cliente por alguna partida que no alcanzaba los requisitos exigidos, los responsables de Agrocantabria calculan que se van a ahorrar más de 400.000 euros al año con la nueva planta.
Aunque el precio final del pienso depende del que tengan las materias primas y éstas de las fluctuaciones de los mercados internacionales, los responsables de Agrocantabria disponen ahora de una fábrica que les va a permitir ser muy competitivos.
Esta cooperativa viene elaborando unos 77 millones de kilos al año, cerca del 40% del pienso que se consume en Cantabria. El resto de la fabricación de pienso se produce de manera muy atomizada en instalaciones de otras cooperativas o por multinacionales que lo distribuyen desde plantas situadas fuera de la comunidad.
La apertura de la nueva planta, prevista para la primera quincena de este mes de octubre, permitirá a Agrocantabria afianzar su liderazgo en la fabricación de pienso en la región y ampliar su clientela a algunos de los 1.600 socios que hasta ahora recurrían a otros suministradores.