Los artistas desafían la crisis

No les asusta comenzar su aventura empresarial en una situación de crisis económica: “La gente no deja de hacer cosas, simplemente, busca actividades más baratas”, asegura el actor Edy Asenjo, el primer y único intérprete cántabro que cuenta con un Max, un galardón de gran prestigio que en España se otorga a las artes escénicas. Un premio que, reconoce, le llegó demasiado pronto: “Ahora soy más maduro y mejor actor”, dice. En octubre ha abierto su propia escuela de interpretación en Camargo.
No muy lejos de las aulas de Asenjo, concretamente en Maliaño, el músico Óscar Sisniega defiende la premisa de que crisis es sinónimo de oportunidad y ha inaugurado LEM, el Laboratorio de Enseñanza Musical, una escuela de música moderna donde quien quiera podrá aprender a tocar la guitarra eléctrica, el bajo, la percusión o los teclados.
Historiador de formación, profesión que nunca ejerció, Sisniega trabajó durante más de una década en una clínica de diálisis. Hace unos meses, la empresa subcontrató algunos de los servicios y, recuerda, empezaron las reestructuraciones: “A mí me reubicaron en el exterior”, explica irónico.
Supo que era el momento. Con todo el tiempo del que dispone un desempleado, la indemnización y algunos ahorros, decidió emprender un proyecto que durante años le había rondado por la cabeza y por el que, en más de una ocasión, estuvo a punto de pedir una excedencia en su empleo.
Para Eva Sanz, la escuela de danza moderna Backstage, ubicada en Santander, es su segunda experiencia como empresaria. La primera fue compartida con una socia, junto a la que durante seis años sacó adelante el espacio de baile Andanzas.
Backstage llega en un momento económicamente más complicado y reconoce que enrolarse en un nuevo proyecto, esta vez le da más vértigo: “No deja de ser una actividad extraescolar, un gasto adicional que algunas familias quizá no puedan o no estén dispuestas a asumir”, reconoce Sanz. Por eso, confía que los menos de 35 euros que cobrará mensualmente por dos clases semanales no sean un impedimento para que, quienes tengan interés, vayan a aprender a bailar.
Una política de precios competitivos que también han optado por aplicar Oscar Sisniega y el actor Edy Asenjo en sus respectivas escuelas.

Cambian los escenarios por las aulas

Los tres reconocen tener algún temor ante el resultado de sus respectivas iniciativas empresariales pero el cosquilleo es diferente del que sienten cuando van a subir a un escenario. No tienen que satisfacer a un público ávido por disfrutar de una obra de teatro, un montaje coreográfico o un concierto. Se enfrentan a las expectativas de sus futuros pupilos, que son algo distintas.
“Muchas veces, más que como un profesor, te ven como un ejemplo a seguir. Es muy gratificante, porque eso significa que confían en ti”, afirma Eva Sanz, que se puso sus primeras zapatillas de baile con tan solo siete años. Ahora, además de ingeniera industrial; es titulada en danza moderna por la ISTD; está acreditada como instructora por la Urban Dance para impartir clases de hip hop; es profesora de pilates y maneja diferente estilos como el house, el new style y el comercial.
La relación de Óscar Sisniega con la música también comenzó de joven. Toca el bajo, la guitarra y tiene formación en armonía.
Mientras estudiaba, para ganar algo de dinero montó, junto a su hermano, una orquesta con la que los fines de semana amenizaban bodas, bautizos y comuniones. Pronto se encontró con la dificultad que supone encontrar un local de ensayo adecuado y compró una nave, que dividió en varios estudios insonorizados para que los grupos de música que quisieran pudieran tocar sin problemas y en buenas condiciones.
Fue en esa nave donde Sisniega comenzó a impartir clases particulares de guitarra. Ahora, pone en marcha LEM, el Laboratorio de Escuela Musical donde, además de los instrumentos que maneja, con la ayuda de otros tres músicos se imparten clases de percusión, piano y teclados y canto coral, una disciplina destinada, en principio, a los más pequeños.
También Edy Asenjo contará con otros profesores para su escuela. El actor cántabro no quiere que los alumnos aprendan únicamente las técnicas de interpretación, sino que también pretende formarlos en otras disciplinas, como las artes marciales o la magia: “La escuela está pensada como una gran dinamo, que haga que los alumnos se muevan. Quiero que sea un espacio de arte y cultura”, sentencia. Si puede, también le gustaría acabar con la imagen limosnera y de precariedad asociada con la figura del actor, algo que, en su opinión, se potencia desde el propio gremio cuando los artistas aceptan trabajos no remunerados.
Asenjo ha desarrollado su formación artística de la mano de Escena Miriñaque y de su trayectoria profesional sobre los escenarios caben destacar montajes como ‘Encadenados’, el musical ‘Antígona tiene un plan’ o el ‘Gabinete de las Curiosidades’. También ha trabajado en cine y ha puesto voz a varios personajes de una serie de la BBC.
El estar volcado en esta nueva empresa no impide que el actor cántabro siga inmerso en varios proyectos artísticos. Sus aspiraciones están puestas en Madrid, la plataforma imprescindible para conseguir una mayor notoriedad nacional, sin olvidarse de su proyecto empresarial: “Sería maravilloso poder abrir, el día de mañana, otra escuela en Santander”, dice. Mientras tanto, toda su ilusión está puesta en la de Camargo.
Cantabria puede que no sea el gran templo ateniense de las artes escénicas en el que el teatro, la música o la danza tenían un proscenio de lujo, pero gracias a estas aventuras empresariales está un poco más cerca.

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