Los ayuntamientos del Alto Asón quieren jugar sus bazas turísticas

Hay una docena de comunidades españolas que pueden competir entre sí por el turismo de costa. Prácticamente todas pueden ofrecer al visitante monumentos arquitectónicos y las que no se han dotado ya de parques temáticos se apresuran a buscar el suyo. Pero nadie tiene la posibilidad de sacarse de la manga un grandioso paisaje subterráneo, un espectáculo que hasta ahora quedaba restringido a grupos espeleológicos pero que, en el caso de las grutas de fácil acceso, puede interesar a colectivos cada vez más amplios.
Los macizos rocosos que delimitan y en algunos casos emparedan Ramales, Rasines, Arredondo y Soba tienen en su interior una infinita red de cavidades que convierten la zona en el paraíso de los espeleólogos. Y esa circunstancia va a ser aprovechada turísticamente a través del Plan de Dinamización del Alto Asón, que va a acondicionar las siete cuevas de más sencillo recorrido para el visitante común.
Los presupuestos del Plan no permiten grandes dispendios pero, en realidad, las dimensiones de las grutas seleccionadas y la accesibilidad permitirán su visita sin grandes inversiones. Apenas unas pasarelas, la iluminación y la megafonía en aquellas que, como Cullalvera, propician por sus enormes dimensiones un espectáculo de luz y sonido. La gestión experimental se dejará en manos de una empresa de espeleólogos aún por decidir, cuyos guías acompañarán a los visitantes y mostrarán los encantos ocultos de las red de galerías subterráneas.
Durante muchos años, las cuevas de la comarca han sido más conocidas fuera de España que en la propia Cantabria, gracias a la curiosidad de grupos de espeleólogos extranjeros y de algunas universidades británicas. Ahora se trata de divulgar su existencia entre colectivos más amplios, evitando, sin embargo, que esa popularización derive en un deterioro de un patrimonio único del que la región no ha sido consciente.
Azucena San Pedro, gerente del Plan de Dinamización trabaja en otros proyectos para la zona, como la preparación de senderos para rutas a pie, la mejora de la Torre de Arredondo o la señalización turística de toda la comarca, además del acondicionamiento de miradores y áreas recreativas, como el que se va a construir en Aja (Soba), desde el que se domina todo el valle y los Collados del Asón. El primer paso en esta tarea de promoción ha sido una evaluación completa de todos los recursos turísticos de la zona y la edición de carteles y folletos para darlos a conocer.
Entre las iniciativas en estudio se encuentra la creación de una senda fluvial a lo largo del curso del río Asón, desde Ampuero hasta llegar a su cabecera en Soba (aproximadamente 40 kilómetros) o la Red de Centros de Interpretación del Alto Asón, para la cual se intentará la colaboración de la Confederación Hidrográfica.

Una comarca en peligro

El Plan de Dinamización Turística y el Proder, cuyos primeros efectos ya empiezan a comprobarse, son, a pesar de su modestia económica, las dos herramientas para revitalizar esta comarca deprimida, que a pesar de sus recursos naturales corre grave riesgo de despoblamiento. En los 457 kilómetros cuadrados que ocupan estos los seis municipios del Alto Asón (la décima parte de la superficie regional) únicamente viven 10.400 personas, lo que indica bien a las claras la desertización humana que empieza a padecer.
La asignatura pendiente, en cualquier caso, es el desarrollo del Parque de los Collados del Asón, un espacio natural de extraordinaria importancia que como consecuencia de la escasa población y de la mínima divulgación se mantiene perfectamente conservado, con parajes tan espectaculares como el nacimiento del río Asón en una cascada de 50 metros de altura o las menos conocidas del del río Gándara.
Ni los recursos paisajísticos ni los espeleológicos, ni siquiera el contar con uno de los poquísimos ríos españoles donde el salmón no ha desaparecido, han generado una infraestructura hostelera, uno de los déficits que ahora se pretenden corregir, aunque el Plan únicamente recoge actuaciones del sector público, financiadas por terceras partes entre los ayuntamientos, el Gobierno regional y el Ministerio de Economía.
La posibilidad de engancharse al turismo es prácticamente la única para una comarca que ha quedado al margen de los ejes regionales de desarrollo, con la excepción de Ampuero. Sin fábricas, sin una economía de servicios y con una ganadería que cada día tiene menos explotaciones, las expectativas están puestas en proyectos que puedan poner las bases de un futuro desarrollo turístico como el centro termal de Ruesga, el campo de golf de Ampuero o el, ya más alejado, parador de Limpias.

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