Los hogares gastan en calefacción la mitad de la energía que consumen
Con la llegada del otoño, hay que prepararse para recibir al frío y con él llega la factura de la calefacción, uno de los apartados que más pesan en el gasto que realiza cada hogar en energía. Según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), organismo perteneciente al Ministerio de Industria, un hogar español consume 10.521 KWh al año en energía y prácticamente la mitad se emplea en calefacción. Los expertos en la optimización de la factura energética aseguran que escoger bien el sistema para calentar nuestro hogar puede suponer un ahorro medio del 20%.
Las calefacciones no solo tienen repercusión en los costes energéticos sino también en el medio ambiente. En este sentido, la Unión Europea está implantando medidas extraordinarias para reducir el consumo de las calefacciones centrales, obligando a los países comunitarios a garantizar que los edificios dispongan de dispositivos de medición individuales antes del 31 de diciembre de 2016. Se estima que este sistema de personalizar los consumos propiciará un ahorro medio de 224 euros por hogar y la disminución de 2,4 millones de toneladas de emisiones de CO2 al año, según un estudio realizado por la Universidad de Alcalá.
Dado que la calefacción es uno de los gastos más importantes del año, es necesario hacer un uso eficiente de la energía que se utiliza para calentar la vivienda y evitarse disgustos con las facturas. Para ello, resulta imprescindible elegir aquella que mejor se adapte a las necesidades de nuestro hogar, teniendo en cuenta factores como la zona donde se encuentra situada la vivienda, el aislamiento, cuántas personas residen en ella e incluso cuánto tiempo pasan en su interior.
Uno de los puntos clave a la hora de ahorrar energía es el aislamiento de la vivienda. Se ha calculado que con un buen aislamiento térmico puede llegar a ahorrar hasta un 30% de energía sin disminuir el confort. En este sentido, los expertos del portal inmobiliario Casaktua han resumido, en una serie de sencillas recomendaciones, las medidas más adecuadas para lograrlo sin necesidad de grandes inversiones.
La más evidente es comprobar que no existan fugas de energía en ventanas y puertas exteriores. En caso de que se produzcan, instalar burletes y cintas de material aislante para ajustarlas.
También es conveniente reforzar el aislamiento térmico de las paredes, suelos o techos mediante estuco sintético, para reducir filtraciones de aire. En su defecto se pueden utilizar soluciones más sencillas, como pinturas que reflejan la luz y consiguen mantener el calor.
Quizá no se tenga muy en cuenta pero colocación de alfombras permite reducir la pérdida de calor por el suelo y los aislantes colocados detrás de los zócalos también son una buena manera de mantener una sensación térmica agradable.
En invierno es importante no olvidarse de bajar las persianas durante la noche y, durante el día, aprovechar al máximo las horas de sol dejando entrar los rayos a través del cristal de la ventana.
También es fundamental ventilar bien la casa para evitar la acumulación de gases y humedades, tanto en invierno como en verano. Con diez minutos es suficiente para renovar el aire de una habitación. Con más tiempo podemos enfriar en exceso la vivienda y, por tanto, nos veremos en la obligación de gastar más calefacción para recuperar una temperatura agradable.
Tampoco conviene tapar los radiadores ni utilizarlos para secar ropa mojada, ya que se incrementa el consumo de energía y la pérdida de calor.
Por último, se recomienda realizar un correcto mantenimiento de la caldera para que el consumo sea óptimo y que esté dimensionada para las necesidades del lugar que deberá calentar.
Además de estos sencillos consejos, conviene analizar los distintos tipos de calefacción, sus costes y el tipo de vivienda para el que se recomienda. Un análisis para el que pueden servir de referencia los datos comparativos que se reflejan en el cuadro que se publica en esta página, ya que dependiendo del tipo de vivienda y las horas de uso puede ser más conveniente un sistema que otro.