Más que un nudo de carreteras pero menos que un distribuidor
Sin ser la panacea que resuelva los problemas que desde hace años viene planteando el tráfico en los accesos a Santander, la apertura del enlace de La Marga ha aportado mayor fluidez a una zona congestionada en horas punta. La obra ha venido a reordenar uno de los puntos circulatorios más conflictivos de Cantabria, con una intensidad media diaria de 125.000 vehículos, lo que supone uno de los tráficos más densos de España, similar al que se produce en alguna de las carreteras de acceso a Madrid.
Sin embargo, la auténtica solución a los retos que plantea el creciente tráfico automovilístico en la capital cántabra –que cuenta con escasas opciones para entrar o salir de la ciudad–, está todavía por llegar. La desaparición de los semáforos de La Marga y la mayor eficacia de las rotondas como sistema de regulación del tráfico, han permitido agilizar los accesos a Santander, pero la funcionalidad de esta nueva e importante infraestructura se ve lastrada por la demora en afrontar la construcción de lo que en su día se concibió como distribuidor y que iba más allá del simple enlace ahora ejecutado.
Mientras en otras ciudades se ha optado por la construcción de vías periféricas o carreteras de circunvalación, Santander continúa esperando la anunciada Ronda de la Bahía, y ha debido aguardar cuatro años para que el Ministerio de Fomento acometiese la ejecución parcial de un proyecto que ya se contemplaba en los Presupuestos Generales del Estado de 1998 con el nombre de “Distribuidor Urbano de La Marga-La Albericia”. En él se preveía la construcción de una ramal que conectaría el tráfico de La Marga con la autovía S-20 Bezana-Sardinero, a través de Cazoña y La Albericia.
Esa carretera está llamada a jugar un importante papel en la distribución del tráfico que ahora se ve obligado a confluir en la zona de Cuatro Caminos o en el eje que comunica la Avenida de Parayas con la zona marítima, al carecer de otras opciones para entrar o salir de la ciudad. Sin embargo, aunque proyectado sobre el papel, el futuro distribuidor de La Marga carece todavía de consignación presupuestaria y de fecha de ejecución.
Las obras ahora realizadas, que han sido financiadas en su totalidad por el Ministerio de Fomento, partían con un presupuesto inicial de 15.832.568 euros (2.634 millones de pesetas) que se ha visto finalmente incrementado en un 30%. La inversión realizada por Fomento en el enlace de La Marga se ha elevado así a algo más de 20 millones de euros (cerca de 3.400 millones de pesetas), de los que cerca de dos millones de euros han ido destinados a la expropiación de 19 viviendas y edificios.
Para realizar la obra también fue preciso que la Comisión de Patrimonio del Ayuntamiento de Santander cediera a la Dirección de Carreteras del Estado 2.000 metros cuadrados de terreno en el parque La Marga. Concretamente, la franja que bordeaba el parque desde la salida de la calle Castilla hasta la subida hacia Jerónimo Sáinz de la Maza.
Cumplidos estos trámites, en septiembre de 2001 se podían observar en terrenos de la Autoridad Portuaria, los primeros movimientos de tierras para las obras del Enlace de la Marga, que comenzaron con el desvío de los servicios existentes en el subsuelo de la zona. Tras 16 meses de trabajo, la primera parte del Enlace se abría finalmente al tráfico el 17 de diciembre de 2002.
Dos glorietas de 80 metros
El nudo de la Marga tiene una longitud de 1,2 kilómetros y está situado en la carretera N-635, junto al parque del mismo nombre (llamado así por la antigua fábrica de madera que se ubicaba allí). Para mejorar las condiciones del tráfico en los accesos a Santander por las carreteras N-635 y N-623, los técnicos de Fomento han eliminado las intersecciones reguladas por semáforos, sustituyéndolas por sendas rotondas de 80 metros de diámetro. La primera de ellas, la más próxima al parque, está situada ligeramente por encima del rasante actual. Debajo de la glorieta discurre el tráfico de conexión de la autovía N-635 a las calles de Castilla y Marqués de la Hermida, por un paso inferior de 80 metros cubiertos y 450 descubiertos.
Esta obra facilita la salida del tráfico de Santander a través de la calle Castilla, ayudando a descongestionar una de las arterias con más densidad de tráfico de la capital y, en menor medida, facilita también el acceso a Santander desde la Avenida de Parayas. En este caso, la fluidez del tráfico se ve yugulada por la existencia de los semáforos de la calle Marqués de la Hermida, una zona netamente urbana a la que, sin solución de continuidad, se accede desde la autovía.
Para poder eliminar el semáforo de acceso a la Avenida de Candina y los de la intersección de la N-623 (Avenida de Eduardo García) con la calle de Jerónimo Sáinz de la Maza –que soporta el paso diario de 45.000 vehículos– se ha construido otra glorieta de 80 metros de diámetro, realizada en parte sobre el parque de maquinaria de Renfe y la línea de ferrocarril Madrid-Santander.
La comunicación con el polígono industrial de Candina se ha resuelto mediante la construcción de un vial de acceso directo al polígono que desemboca en la rotonda, eliminando así uno de los cuellos de botella que obstaculizaban la comunicación entre La Marga y Cuatro Caminos.
El tramo entre ambas carreteras nacionales se ha ampliado a tres carriles por sentido con el fin de adaptarlo al futuro distribuidor de Santander. Esto facilitará la circulación de vehículos entre Parayas y la glorieta sobre la N-623, aunque desde ese punto hasta Cuatro Caminos la calzada vuelve a estrecharse a dos carriles por cada sentido, interrumpidos además por los giros autorizados a derecha e izquierda que obstaculizan notablemente la fluidez del tráfico. La habitual congestión de la propia glorieta de Cuatro Caminos en nada contribuye a que se puedan apreciar las mejoras derivadas del nuevo enlace.
La amplitud con que se ha diseñado la nueva infraestructura de acceso a la capital resulta así desaprovechada por la inexistencia de vías urbanas alternativas que proporcionen la capilaridad suficiente para distribuir el tráfico en el interior de la ciudad.
Un trabajo de orfebres
La necesidad de compatibilizar la ejecución del proyecto con el mantenimiento del tráfico habitual, ha añadido una especial dificultad a los trabajos realizados en La Marga por la empresa Ferrovial-Agromán. A pesar de ello, ha sido posible culminar la obra en un tiempo récord, rebajando en dos meses el plazo de año y medio previsto para la entrada en servicio del enlace.
La estructura más compleja ha sido el falso túnel que atraviesa la glorieta de La Marga. Para ejecutarla se han tenido que desviar y reponer los servicios afectados (canalizaciones de luz, agua y comunicaciones) y modificar el trazado del ferrocarril que da servicio al Puerto. También ha sido preciso reforzar la estanqueidad del terreno en aquellos niveles que afectaban a la capa freática. La complejidad de la obra ha derivado también de las malas características geotécnicas del terreno, formado en su mayor parte por suelos blandos sobre karst calizo. Esto ha obligado a recurrir a estructuras pilotadas o micropilotadas en sustitución de muros o terraplenes.
El paso subterráneo de la N-635 está constituido por un cajón estanco de hormigón armado, de 20 metros de anchura y 353 metros de longitud, cubierto y con pilares en los 80 metros de su zona central. El paso se prolonga a ambos lados en 160 metros adicionales de adaptación de la obra a los viales ya existentes.
Las medidas de seguridad del túnel, además de los equipos de bombeo de aguas, sistemas de control de calidad del aire, ventilación y detección de incendios, incluyen la vigilancia por cámaras de TV desde los centros de control de tráfico de la Plaza de las Estaciones y de la policía municipal.
La realización de las obras sin afectar al intenso tráfico de la zona, se ha conseguido mediante un plan de fases y desvíos complementados con medios auxiliares, como la colocación de un pórtico de señalización variable. Los trabajos menos compatibles con la fluidez del tráfico se desplazaron a horarios nocturnos y a fines de semana. La seguridad de los automovilistas frente a posibles caídas y choques frontales se logró mediante la colocación de barreras de hormigón tipo new-jersey en las zonas con desniveles y en la separación de carriles de sentidos de tráfico opuestos, así como el vallado de la zona de obras. Todas estas precauciones han tenido un elevado coste, al tratarse de trabajos de muy bajo rendimiento y ejecutados en su mayoría en horario nocturno.
La reposición de los numerosos servicios afectados –vías de ferrocarril portuario, de Feve o de Renfe, viales del Puerto y valla de cierre, redes de saneamiento, conducciones de gas, líneas eléctricas de alta, media y baja tensión, así como los tendidos de fibra óptica de Telefónica y Ono– ha supuesto el 20% del presupuesto de la obra.
Un paso peatonal de 25 metros de longitud y cinco metros de anchura enlaza el Parque de la Marga con el Polígono de Parayas, coincidiendo su trazado con el paseo central que cruza transversalmente el Parque de La Marga. Para la seguridad de este túnel peatonal se han colocado tres cámaras de televisión y altavoces conectados a los servicios de policía local.
La corrección del impacto ambiental de la obra ha exigido el trasplante de los árboles afectados en el parque. Las obras de revegetación y nuevas plantaciones en glorietas y espacios libres han supuesto la creación de 4.563 metros cuadrados de zonas verdes dotadas de riego.
Un nuevo entorno
La ejecución del enlace ha aportado también una notable mejora estética en un punto estratégico para la imagen de la propia ciudad, puesto que se trata de su puerta de acceso más importante. La sencillez por la que se ha optado en la urbanización de las glorietas –un simple ajardinamiento–, evita el riesgo de que se sitúe sobre ellas alguno de los polémicos adornos a los que con frecuencia se recurre.
Esta mejora urbanística en el acceso a la capital deberá tener continuidad cuando se lleve a cabo la anunciada reforma en Marqués de la Hermida, con la construcción de un paseo marítimo que enlace con el centro de la ciudad, y del puente levadizo que permitirá desviar el tráfico portuario de la zona urbana.
Cambios más profundos promete en esa zona de Castilla-Hermida la unificación de las Estaciones de RENFE y Feve, un proyecto en estudio por el Ministerio de Fomento pero del que todavía no ha trascendido nada.
La conexión con Valdecilla
La realización parcial del proyecto inicialmente anunciado para La Marga, dejando en simple enlace lo que según las maquetas de la obra exhibidas por el alcalde de Santander, Gonzalo Piñeiro en mayo de 1999, iba a ser un distribuidor, ha dado pie a una pequeña polémica. El diputado socialista Jaime Blanco ha insistido en la necesidad de que se acometa el proyecto en su integridad.
La conexión con Valdecilla ha sido uno de los argumentos de peso utilizados por Blanco. En opinión del diputado socialista, fue precisamente la inexistencia de un acceso rápido y fluido al complejo hospitalario, lo que llevó a sectores importantes de Cantabria a plantearse tras el trágico accidente, el traslado del hospital a las afueras de Santander. Los defensores de la permanencia de Valdecilla en su actual ubicación contaban, sin embargo, con el proyecto de Distribuidor entre La Marga y La Albericia, cuyo trazado circundaría por el lado oeste los terrenos de Valdecilla. Para los redactores del Plan Director, la existencia de este proyecto era uno de los pilares estratégicos en los que se apoyaba dicho Plan a la hora de resolver los problemas de accesos y evacuación. Para ilustrar la necesidad y urgencia de esta conexión norte-sur, Blanco ponía el ejemplo de los problemas que actualmente se plantean con las entradas y salidas al tanatorio del Hospital.
El montante económico de la totalidad de la obra –que ya en 1999 se fijó en más de 6.000 millones de pesetas– y la incapacidad de un Ayuntamiento endeudado para hacer frente a las expropiaciones imprescindibles para construir el distribuidor, explicarían, en opinión de Blanco, la mutilación del proyecto.
Lo cierto es que desde hace cuatro años el Ministerio de Fomento tiene finalizado el proyecto de trazado del distribuidor que conectará el enlace de La Marga con la glorieta de La Albericia en la autovía S-20 (Bezana-El Sardinero).
El resto del proyecto
En los términos en que está redactado, el proyecto de Distribuidor de La Marga propone un diseño urbano y mantiene una doble calzada de dos carriles en la práctica totalidad de su recorrido. La longitud total es de 1.700 metros, de los que 710 discurren bajo túneles. Se proyectan también dos nuevas glorietas que vendrían a sumarse a la ya construida en la intersección de Jerónimo Sáinz de la Maza, sobre las franjas ferroviarias de Renfe y Feve, de la que partirá la futura conexión con La Albericia. La primera rotonda estará situada en la intersección con Valdecilla y la segunda en el cruce de Díaz Caneja, Gutiérrez Solana y Los Castros. Está prevista también la construcción de dos túneles, uno en las proximidades de la Residencia Cantabria, con una longitud de 313 metros, y otro bajo la Avenida de Los Castros, de 397 metros, este último apto para tres carriles.
La demora en la ejecución de este importante enlace entre el norte y el sur de la capital, viene a engrosar el apartado de infraestructuras pendientes de realización. Entre estos proyectos, previstos desde hace años pero todavía no ejecutados, se encuentran las conexiones de Cueto y Monte con la Avenida de los Castros, unos enlaces previstos para la entrada en vigor, hace ya seis años de la Autovía Bezana-Sardinero y que el alcalde de Santander ha anunciado que finalmente se acometerán cuando concluyan las obras de saneamiento que se están llevando a cabo en la Vaguada de las Llamas.
Se trata, en definitiva, de crear las infraestructuras que permitirán articular mejor una ciudad en crecimiento, y cuya futura expansión se orienta precisamente hacia el eje Sardinero-Bezana.