Nada es como parece
EL NEGOCIO DEL DINERO A BARRA LIBRE.– Al Banco Central Europeo le está saliendo muy rentable salvar el sistema financiero. Desde que el 15 de octubre de 2008 decidió conceder todo el dinero que pidiera la banca a cambio de un tipo fijo del 1%, ha inyectado 442.240 millones de euros y eso le ha reportado al BCE 15.200 millones, aunque hay que reconocer que el tipo de interés es un chollo. Aparentemente, el método es bueno para todos, pero en realidad, gran parte de estos préstamos no están llegando a la economía real. Los bancos y cajas españoles, por ejemplo, saben que no tienen más que prestárselo al Estado para sacar dos puntos de margen. Un negocio muy saneado, muy sencillo y sin riesgos. Para qué complicarse la vida.
EL FUTBOL, PARA LOS ABOGADOS.– Hace tres años, los clubes de fútbol españoles estaban en manos de promotores inmobiliarios y constructores. Hoy están en manos de abogados. A los Laporta, Del Nido, Lendoiro, García Macua y compañía de letrados se acaba de unir el ex decano del Colegio de Abogados de Madrid, Luis Martí Mingarro, que ha comprado el Mallorca. La huida de otras profesiones quizá sea una mera cuestión de necesidad: para muchos clubes ahora es imprescindible encontrar las vueltas legales a las que agarrarse en caso de catástrofe.
VUELVEN LOS INCENTIVOS MULTIMILLONARIOS.– Telefónica ha entregado a sus ejecutivos acciones por valor de algo más de 110 millones de euros a resultas del premio por la evolución de la acción establecido en 2006. No era muy difícil de conseguir porque bastaba con que la compañía quedase situada entre las 30 primeras del sector y no hay tantas más. Así que Alierta dispara sobre seguro. Y todavía quedan por repartir los premios de 2007, de 2008… ¿No habíamos quedado en que se había acabado la época de las stocks option, al demostrarse que los ejecutivos inflaban artificialmente las cotizaciones para beneficiarse a sí mismos? Pues a lo que se ve, no. Y esto empieza a recordar a los 84.500 millones de pesetas que repartió Villalonga entre su staff y –por supuesto– él mismo. Una ridiculez de dinero.
LAS CAJAS VASCAS POR FIN SE HACEN LA COMPETENCIA.– En todas partes, las cajas de ahorros han desbordado sus límites territoriales y se han metido en los corrales ajenos, menos en el País Vasco. Allí las tres cajas autóctonas han mantenido un pacto tácito de respetarse sus mercados de origen. El asunto era demasiado sospechoso como para que la Comisión Nacional de la Competencia no interviniese: la Kutxa tenía 205 oficinas fuera de Guipúzcoa, pero ninguna en Vizcaya y sólo una en Vitoria; la BBK, con 172 oficinas fuera de Vizcaya, no tenía ninguna en Guipúzcoa y sólo una en Vitoria y Caja Vital y Caja de Navarra actuaban de forma parecida. Así que Competencia sancionó a estas entidades, que ahora han descubierto repentinamente esos huecos que habían quedado en su mapa. La Kutxa acaba de abrir una oficina en Durango (Vizcaya) y la BBK prepara dos en Guipúzcoa.
CON LA BOLSA A CUESTAS.– La progresiva retirada de las bolsas de plástico es un síntoma de una nueva forma de pensar, pero plantea no pocas paradojas. Es verdad que sólo se recicla una de cada diez, pero las bolsas de rafia con las que se intentan sustituir no son reciclables y han de importarse. Eso sí, pueden usarse muchas veces. Las cadenas de distribución están haciendo un esfuerzo de imaginación para resolver el problema pero no acaban de encontrar algo realmente eficaz. En realidad, no les importaría regalar al cliente bolsas de más calidad marcadas con su logo si las usa reiteradamente y hace publicidad con ellas por la calle, pero aún no sabe cómo evitar que el cliente pida otras cada vez que va a la tienda. Lo que es seguro es que alguien descubrirá la fórmula, porque la bolsa es una formidable herramienta de marketing.
EL DINERO DA MAS DE SI.– Este verano los hoteles han sido, como media, un 6% más baratos que el pasado, lo que no les ha servido de mucho, porque la clientela se ha reducido en la misma proporción. La posibilidad de que los precios en éste o cualquier otro sector se redujesen significativamente parecía tan inverosímil hace solo un año que aún hoy cuesta creerlo. Una demostración es que los sindicatos no parecen dispuestos a apearse de sus revindicaciones tradicionales en materia de salarios. Pero es verdad, los precios también pueden bajar.