Nada es como parece
MALAS FECHAS.– Los Albertos no han tenido suerte con las fechas. Está claro que en pleno proceso preelectoral el Gobierno no podía indultarles, pero nadie duda que en cualquier otro momento el resultado hubiese sido distinto para los mayores accionistas, tras el grupo March, de la primera constructora del país (ACS). Por lo pronto, y frente a cualquier otro condenado, no han pisado la cárcel y, a la vista de que el Tribunal Constitucional ha admitido su recurso (algo que sólo hace en menos de un 5% de los casos) es muy probable que acabe por otorgarles su amparo, lo que revocaría la sentencia del Supremo. Así que puede que no tengan la oportunidad de completar su biografía con una estancia tras las rejas, como hicieron otras grandes fortunas del país, entre ellas Javier de la Rosa, Mario Conde o Jesús Gil.
VENTA MASIVA DE PROPIEDADES PUBLICAS.– El Gobierno pretende que la Ley del Suelo sirva para frenar la especulación pero, a su vez, procura ser el primero en aprovecharse de ella, con lo cual, la situación es paradójica. Primero ha sido el Ministerio de Defensa el que pensó en aprovecharse de los terrenos excedentes para subastarlos al mejor postor y pagar así los 800.000 millones de pesetas que pretende gastar más el año próximo. Luego han sido los Ministerios de Interior, Asuntos Sociales y Trabajo los que han tomado decisiones parecidas y más tarde se han sumado a los planes de ventas masivas Renfe, Correos, Aena y Puertos del Estado. Ninguno, ni siquiera los organismos que dependen del Ministerio de Fomento, lo hacen para facilitar suelo con destino a la construcción de viviendas VPO. El objetivo es sacar dinero, sin más. Un dudoso ejemplo.
PARADOJAS DEL TOMATE.– La subida de los alimentos frescos se ha convertido en un problema nacional, a pesar de que el IPC de septiembre haya bajado. Pero lo curioso no es que el tomate de Almería esté a mitad de precio en Alemania que en España. Lo desconcertante es que las mayores diferencias entre el precio pagado al productor y el que abona el consumidor se producen en productos que no han sufrido ninguna elaboración. Mientras que el precio de la leche apenas se duplica, a pesar de que ha de sufrir un proceso industrial de envasado y utilizar un brick que cuesta casi 20 pesetas, el precio de un tomate a granel y sin ningún tipo de manipulación industrial se multiplica por cuatro.
IRAK, UN NEGOCIO FRUSTRADO.– El gran negocio de Irak para las empresas españolas se está quedando en agua de borrajas. Ni llegaron los grandes contratos de reconstrucción, ni los petrolíferos. Ni siquiera vendemos lo que vendíamos con Sadam. Según datos de las Cámaras de Comercio, en los seis primeros meses del año, las exportaciones realizadas por España a Irak se han reducido un 54,5% y las importaciones de aquel país han caído un 25,75%. Es de suponer que, al menos, retorne en forma de contratos la ayuda que va a conceder España a la reconstrucción del país, lo que no es poco si se tiene en cuenta que será el cuarto mayor donante del mundo, pero la situación interna de Irak tampoco está como para que nadie vaya a la zona a hacer obras, lo que indica que todas las expectativas que había antes de la guerra no difieren mucho de las que tenía la lechera del cuento.
¿CON QUE NOS QUEDAMOS?- O las reglas matemáticas han pasado a la historia o hay muchas estadísticas ridículamente contradictorias. Y como lo primero es muy improbable, habría que pensar que la economía está repleta de expedientes X. Dos ejemplos: El ministro Montoro dice que el ejercicio presupuestario se va a cerrar con superávit y, sin embargo, aumenta el endeudamiento público. Segundo: España ha crecido en el último año mucho más rápido que los países de su entorno, apenas ha variado el nivel de empleo en la zona y, paradójicamente, es el único país que pierde dos puestos en el ranking de productividad que elabora el Foro Económico Mundial. Como difícilmente pueden ocurrir cosas tan contradictorias al mismo tiempo, habrá que apuntarse al escepticismo existencial.
BARCOS NUEVOS, PERO SIN CUOTA.– Para contradicciones, la de la Unión Europea. Después de haber financiado la renovación completa de la flota cántabra de bajura, pretende rebajar en un 66% la cuota de captura de anchoa, lo que, de aprobarse en estas condiciones, sería tanto como enviar al desguace muchos de los barcos que acaba de pagar en buena parte.