Nada es como parece
MUCHOS CENTROS DE INVESTIGACION, POCO I+D+i.– El preocupante déficit de investigación español empieza a no corresponderse con los medios puestos para evitarlo, por lo que habrá que encontrar otras razones que lo justifiquen. En España hay ya 22 instalaciones científicas singulares, centros investigadores del más alto nivel, casi todos ellos vinculados al sector público. Si a esta cifra se añaden los parques tecnológicos y las universidades, superamos el centenar de potenciales fábricas de I+D+i, lo que, no obstante, no da el rendimiento esperado.
INMIGRANTES ENGORDADOS.– La cifra real de inmigrantes siempre ha sido superior a las que solían manejarse públicamente, algo que por otra parte es normal cuando se produce una avalancha semejante y muchos estaban por regularizar. Pero, sorprendentemente, ahora parece darse el fenómeno contrario. El INE asegura que hay medio millón menos de los que figuran en los censos y da una explicación convincente: Los ayuntamientos son muy remisos a dar de baja a los que se van, porque vuelven a su país o cambian de ciudad, para no perder ingresos, ya que parte de la financiación que perciben del Estado depende del censo que acreditan. Por lo que se ve, ni las instituciones se libran de utilizar la picaresca.
VACACIONES CON ESPERA.– En la primera quincena de junio se produjo un inesperado parón en la contratación de reservas de viajes vacacionales. Cuando nadie le encontraba explicación, la demanda resurgió con fuerza para recuperar el tiempo perdido. ¿Qué había sucedido entre medio? Simplemente, que España había quedado eliminada en el Mundial de Alemania. Los primeros partidos de la Selección crearon tantas expectativas que muchos españoles empezaron a valorar la posibilidad de adelantar parte de sus vacaciones para acompañar a los futbolistas españoles en Alemania o las aplazaron para ver los partidos por televisión. Cuando las cosas volvieron a donde solían –España cayó eliminada– los planteamientos vacacionales de los españoles también volvieron a la normalidad y los hosteleros pudieron recuperarse del susto.
¿DESLOCALIZACIONES? SEGÚN Y CÓMO.– El cierre de la planta que General Motors tiene en Portugal ha suscitado allí un enorme impacto, pero no en España, directamente beneficiada, dado que la producción se traslada a Figueruelas (Zaragoza). Como siempre, los mismos hechos tienen una valoración muy distinta para el ganador y para el perdedor. Cuando hace pocas semanas la empresa de electrodomésticos Braun anunció el cierre de su fábrica barcelonesa, se le pidieron explicaciones al Gobierno y nació el temor colectivo a una posible deslocalización masiva. Pero nadie parece preocupado por el fenómeno de las deslocalizaciones cuando se producen a la inversa. Que se fastidien otros.
DOS POR UNO.– El conservador Jaroslaw Kaczynski, presidente de Polonia, ha cesado al primer ministro a pesar de que tenía un respaldo popular del 70%, según las encuestas, el más alto entre los dirigentes europeos. El primer ministro Marcinkiewicz empezaba a tener la costumbre de tomar decisiones propias, así que Kaczynski ahora no se ha querido arriesgar: Ha nombrado a Kaczynski. No es un error, es su hermano gemelo. Un síntoma del camino democrático que aún queda por recorrer en algunos países europeos, aunque ya sean socios nuestros en la UE.
LLENOS DE MILLONARIOS.– España ha entrado en el selecto club de los millonarios. Ya es uno de los diez países del mundo con más personas que sobrepasan el millón de dólares (casi 800.000 euros) de patrimonio no inmobiliario. Nada menos que 148.000 españoles superan esta barrera, según Merrill Lynch y es el país de Europa donde más deprisa aumenta el número. Unas cifras sorprendentes si se tiene en cuenta que para Hacienda sólo hay 65 ciudadanos con un patrimonio superior a los 30 millones de euros. Al menos, que lo declaren.
NUEVAS RUMASAS.– La privatización de Rumasa dio mucho que hablar, pero las que han venido después no son menos polémicas. El Tribunal de Cuentas ha descubierto, ahora que ya no tiene remedio, que la venta de Aerolíneas Argentinas al grupo Marsans en 2001 provocó una pérdida para las arcas estatales de 2.364 millones de euros (casi 400.000 millones de pesetas), en buena parte porque el Gobierno nunca rescató los fondos públicos que había aportado anteriormente a la compañía, a pesar de que así figuraba en el contrato de venta.