Nada es como parece
REGULARIZACIONES MASIVAS.– Rajoy ha prometido impedir por ley la posibilidad de que se hagan nuevas regularizaciones masivas de inmigrantes, pero el problema en la mayoría de los países ha sobrepasado el terreno de la ideología y empieza a debatirse en el del pragmatismo. Sólo así puede entenderse que Bush haya aceptado la regularización de nada menos que doce millones de inmigrantes indocumentados o que algunos dirigentes europeos que criticaron la regularización española ahora hayan decidido hacerla ellos. Frente a una realidad que no se puede cambiar, no hay muchas opciones.
UNA MINA DE ORO.– Las antiguas minas de Riotinto en Huelva fueron cerradas hace cinco años por la compañía británica propietaria, por falta de rentabilidad. Un grupo de empresarios locales adquirió minas y maquinaria en una subasta celebrada en 2004 por 600.000 euros, menos de lo que había pagado sólo por la concesión la histórica Riotinto Company Limited hace siglo y medio. Puede que, en cualquier caso no pareciese un gran negocio, pero era cuestión de esperar y el momento ha llegado apenas tres años después. La cotización del cobre ha subido hasta 8.000 dólares la tonelada y la mina vuelve a tener interés, así que otro consorcio británico les ofrece ahora 75 millones de euros por ellas.
OTRAS MINAS, EN EL AIRE.– En el carbón las cosas son muy distintas. Tanto que la UE ha vuelto a pedir a España que deje de subvencionar sus minas, lo que equivale a cerrarlas, algo que ya han aceptado tácitamente Alemania y Hungría, al poner límite temporal a las ayudas, mientras que en Francia, Italia y la República Checa ya no queda ninguna abierta. Sin subvenciones, no hay carbón nacional, ya que el precio internacional está en 60 euros la tonelada, mientras que el carbón español sale a 141 euros y el alemán a 144. Los únicos países europeos que podrían seguir produciendo son Polonia, el Reino Unido y Eslovaquia, donde los costes de extracción son relativamente próximos a los precios internacionales, aunque se mantienen las subvenciones para nuevas inversiones o para reducir cargas históricas.
INVERSORES COMUNISTAS, DESEADOS Y TEMIDOS.– Las relaciones económicas de un mundo globalizado están llenas de paradojas. El gobierno chino ha decidido dar salida a una parte de los 1,2 billones de dólares de liquidez que ha acumulado, y lo hará a través del poderosísimo fondo norteamericano Blackstone. En teoría, exportar capital a EE UU es la forma de congraciarse con los estadounidenses, que se quejan del enorme desequilibrio comercial que tienen con el país asiático, pero en la práctica, el Capitolio se ha puesto en guardia: la posibilidad de que un país comunista pase a controlar empresas estratégicas del país a través de este fondo es un peligro, así que los chinos tendrán que renunciar a los derechos de voto de su inversión. Es decir, que podrán ser propietarios, pero sin actuar como tales.
UN DIVORCIO SONADO.– En esta época de absorciones y concentraciones, también hay rupturas. El fabricante europeo de coches Daimler se ha hartado de los malos resultados de la norteamericana Chrysler, que adquirió hace nueve años y ha decidido venderla a un fondo de capital riesgo por 5.500 millones de euros, un precio de saldo si se tiene en cuenta que pagó 36.000 millones de la época. Pero lo más llamativo es que el fondo de capital riesgo adquirente fue copropietario de Delphi, ahora en suspensión de pagos, por lo que ya tiene experiencia de fracasos en el negocio.
BARCOS SIN PECES.– Los pescadores del Cantábrico pedían más cuota para la pesca de la anchoa en cada costera y ahora son los principales defensores de la veda total. Los de Barbate, que hace siete años tuvieron que abandonar los históricos caladeros marroquíes, al no llegar el Gobierno Aznar a un acuerdo con el alauita para renovar los convenios, han podido volver, por fin, pero ahora se dan cuenta de que estaban mejor en tierra. No queda casi nada que pescar, así que van a renunciar al caladero. Y todo esto después de haber gastado la UE una fortuna en renovar los barcos, se supone que para algo más que para tenerlos amarrados en los puertos.