Nada es como parece
INERMES ANTE LA PIRATERIA.– Una cosa es hacer una ley y otra hacerla cumplir. El Ministerio del Interior se ha declarado impotente para perseguir la descarga ilegal de películas por Internet, quizá porque se calcula que los españoles bajan unas 130 millones de copias por año. En realidad, nadie puede sorprenderse de ello y da la impresión de que, al exponerlo crudamente, el Ministerio lo único que busca es minimizar el problema de los vendedores callejeros de copias falsas que, desde este punto de vista cuantitativo, pasan a ser únicamente la punta del iceberg de un problema de piratería muchísimo mayor para el que nadie encuentra soluciones.
PAPA ESTADO.– Quien predique el liberalismo económico en España tiene pocas perspectivas de éxito. De la última encuesta del CIS se desprenden las desmesuradas expectativas que tiene la población sobre las obligaciones de las Administraciones. Entre lo mucho que esperan del sector público, el 78,5% de los españoles cree que el Estado debe acudir al rescate de cualquier industria en declive si peligran los puestos de trabajo, lo que indica que esta propensión al intervencionismo es mayoritaria entre los votantes de todo tipo de ideologías.
¿SEGURIDAD O INTERESES ECONÓMICOS? En realidad, los gobernantes de todos los países también se mueven por pautas parecidas, aunque prediquen lo contrario. EE UU acaba de extender la obligación de conseguir un visado electrónico y comunicar previamente sus desplazamientos a los europeos que visiten el país, amparándose en la necesidad de prevenir el terrorismo. Las autoridades comunitarias no se han atrevido a hacer una maniobra recíproca con los norteamericanos que vengan a Europa pero no han descartado responder a la obligación de escanear todos los contenedores que entren en EE UU, ya que esta norma concreta entorpecerá extraordinariamente las exportaciones hacia aquel país. A su vez, China quiere tomar represalias por la retirada de los juguetes de Mattel, que también considera una maniobra comercial. Para los afectados siempre será muy difícil evitar las sospechas de que detrás de muchas decisiones políticas hay razones comerciales, y quizá tengan razón.
NI INVERSION PUBLICA, NI PRIVADA.– El colapso del puente de Minneápolis ha puesto de relieve la crisis de las infraestructuras de los EE UU, que se hicieron mayoritariamente en los años 50 a cargo de los presupuestos federales y en las que desde hace tiempo no invierten ni las autoridades federales ni las de cada estado, devolviéndose la pelota mutuamente. Sorprendentemente, en EE UU no se había recurrido hasta ahora a la iniciativa privada para hacer autopistas y cuando algún estado, como Texas, lo ha hecho, ha surgido un movimiento de protesta muy fuerte que está poniendo en entredicho las adjudicaciones que, por cierto, han ido a parar a manos de constructoras españolas. No deja de ser paradójico que, en el país del liberalismo económico, la prensa, muchos políticos y los propios ciudadanos no puedan aceptar la privatización de algunas infraestructuras, algo que resulta tan habitual en Europa.
AIR VATICANO.– La Iglesia tiene mucha práctica en fletar autobuses para llevar a los peregrinos a los santuarios más famoso, pero ha decidido dar un salto cualitativo y disponer de una compañía aérea. En realidad, será compartida con los Correos italianos, de forma que de día llevará peregrinos en vuelos regulares a los lugares santos y de noche paquetes postales a los destinos habituales.
INDEPENDENCIA Y ERRORES.– El mismo banco de inversiones que en diciembre recomendó la compra de las acciones de la compañía aérea Vueling a 30 euros ahora estima que valen 10 en sus recomendaciones al mercado. ¿Decía lo correcto antes, cuando fue contratado para la colocación de los títulos, o ahora, cuando asesora a Iberia, que es la competencia? En teoría, el prestigio de una consultora se basa en su independencia y, por tanto, no debiera haberle afectado ni una ni otra circunstancia, pero los hechos son demasiado palmarios como para no vincular este radical cambio de valoración con los intereses de quien paga en cada momento. Por no hablar del sospechoso despiste que han tenido estas compañías al evaluar los riesgos de las hipotecas basura en EE UU.