Nada es como parece
DOLAR DE SALDO.– El dólar no está de rebajas. Está de saldo. Hace cinco años eran necesarios casi 1,2 euros para comprar un dólar y ahora un euro cuesta 1,55 dólares, lo que supone que la moneda norteamericana ha perdido en este tiempo la mitad de su valor, algo que hubiese hundido la credibilidad de cualquier líder político y que si no hunde la de Bush es porque el presidente estadounidense hace tiempo que está fuera de juego. Más paradójico aún es que la situación fiscal del país haya entrado en barrena, con un déficit colosal entre los ingresos y los gastos y nadie se cuestione el acierto de la rebaja de impuestos, sobre todo para las rentas más altas.
EUROPA YA TIENE MAS PIB QUE EE UU.– Si el año pasado General Motors perdía el cetro mundial de la automoción frente a Toyota, el descenso en la cotización del dólar ha traído otra consecuencia significativa. Por primera vez en muchas décadas, la economía europea tiene más peso que la norteamericana. Los quince países que comparten la moneda única generaron el pasado año un PIB de 8,85 billones de euros y aunque EE UU produjo 13,85 billones de dólares, a la actual cotización supone 8,94 billones de euros.
GESTIONAR EN FAVOR PROPIO.– Ahora se ha sabido que directivos nacionales de Mutua Universal crearon una red de empresas para saquear la entidad de la que eran rectores. Desde esas empresas facturaban a la Mutua por servicios que nunca se prestaron, tomaban gratuitamente empleados de la entidad o la utilizaban para financiar sus promociones inmobiliarias. Estos datos, que aparecen en el informe policial, ponen de relieve un déficit en el control de unas entidades que manejan dinero público (en realidad, funcionan como un apéndice de la Seguridad Social) y que, por no ser de nadie, como las cajas de ahorros, pueden ser fácilmente manipulables desde dentro.
EL FIN DEL LIBERALISMO.– Los gurús del liberalismo, que ahora pululan por todo tipo de medios de comunicación, van a tener que reconocer que la realidad es muy distinta. Mientras que el gobierno socialista británico ha dejado el banco Norther Rock a su suerte, el muy liberal George Bush no ha dudado en intervenir en la primera crisis bancaria que se ha producido en su país, la del Bear Stearns, con una decisión polémica: forzar su venta a precio de saldo al JP Morgan (el banco ofrecía 150 millones de euros por una entidad que un año antes valía en bolsa 20.000 millones aunque, ante la ira de los humillados accionistas, se ha visto obligado a subir la oferta a 1.500). Además, la FED ofrece al comprador la financiación necesaria para el saneamiento. La explicación es que se trata de evitar que el problema contagie al resto del sistema bancario, pero las mismas razones podrían aplicarse a todas y cada una de las crisis, lo cual no casa con los principios de no intervención en la economía que con tanto énfasis defendía el presidente y sus neocons.
PEQUEÑAS TRAICIONES QUE SE PAGAN.– La compra de unas empresas por otras puede tener consecuencias imprevisibles. Después de adquirir Caprabo, Eroski descubrió que algunos proveedores le vendían a mejor precio, por lo que ha decidido resarcirse por haber recibido un trato que considera desleal. Quienes quieran continuar en los estantes deberán pagar una penalización o devolver lo que le cobraron de más durante años. Esta vendetta puede acabar con las estrategias comerciales de las empresas en negociaciones individuales con sus clientes ya que en estos tiempos, nadie puede estar seguro de que, antes o después, no serán adquiridos por otros clientes.
EL EMBROLLO DEL AGUA.– La política conduce a veces a situaciones disparatadas. El Gobierno socialista dio carpetazo al Trasvase del Ebro, que pretendía enviar el agua de este río a las cuencas levantinas, pero ahora se ha enfrentado a una situación paradójica. Barcelona está en una situación mucho más precaria que Levante y lo lógico sería tomar el agua que sobra en el Segre, con una obra menor que sufragaría la Generalitat pero, como este río está en la cuenca del Ebro, el Gobierno central teme que se rebelen la Comunidad Valenciana y Murcia, por lo que se ha negado, para enfado de los catalanes, que tienen la solución tan a mano. Como consecuencia del embrollo político, la única solución que evita los agravios es llevar agua en barco desde Marsella o desde Almería, aunque cuesta diez veces más.