Nocaster se sube al kart
Los intentos de la Federación Cántabra de Automovilismo por revitalizar el deporte del karting, no sólo están a punto de culminar con la creación de una escuela de pilotos, sino que pueden ser también el punto de partida de un novedoso proyecto industrial. En la oficina técnica de Nocaster, una empresa de calderería de origen asturiano trasladada a Renedo en 1999, se hacen las últimas mejoras en un chasis para kart que puede ser el germen de una nueva línea de producción, capaz de competir con las fábricas italianas que monopolizan este mercado en España.
Si el proyecto, en el que están involucrados el Centro Tecnológico de Componentes y una escudería castellonense, prospera y se consigue un chasis competitivo, Nocaster se plantearía el salto hacia la construcción del vehículo completo, creando así una pequeña industria de automoción, sin precedentes en España, para esta modalidad deportiva.
El secreto está en el chasis
El chasis, del que ya existe un prototipo, está construido con una aleación de acero al carbono cuya forma ha sido diseñada por los ingenieros de Nocaster para responder de forma equilibrada a las fuertes tensiones a las que están sometidos los karts. Estos pequeños vehículos sin carrozar, ligeros, potentes y con gran capacidad de aceleración, compiten en circuitos muy virados y no disponen de amortiguación, por lo que el chasis debe ser lo bastante flexible y, al mismo tiempo, lo bastante rígido como para absorber las irregularidades del firme y mantener el vehículo pegado al suelo, de manera que no pierda tracción. El chasis es el elemento diferencial del vehículo de cara a su competitividad y eso obliga a unas técnicas de diseño muy depuradas. En este caso, se ha recurrido a mediciones telemétricas realizadas en las pruebas en circuito para estudiar tensionalmente el chasis hasta obtener el mejor rendimiento, y para su posterior puesta a punto.
Popularizar el karting
El precio de los vehículos es un grave inconveniente para la popularización de un deporte que ha tenido un auge inesperado tras el éxito en la Fórmula 1 de Fernando Alonso, un piloto formado desde muy joven en los karts. El coste de un kart de competición importado puede oscilar entre los 3.000 y los 6.000 euros, mientras que en la categoría más alta, la de superkarts, donde los vehículos pueden alcanzar velocidades por encima de los 200 km por hora, el precio supera los doce mil euros. De esta cifra, alrededor de un 60% es atribuíble al coste del chasis.
Los karts que proyecta construir Nocaster, por los que ya se han interesado algunos distribuidores y propietarios de circuitos, persiguen abaratar su precio y, con ello, fomentar este deporte. En España existen tan sólo 500 licencias de kart, una cifra muy exigua comparada con las 7.000 que hay en Portugal o las más de veinte mil de Francia.
Los vehículos que participan en el campeonato de España o en los de aquellas comunidades que tienen un campeonato regional, son propiedad de las escuderías y los pilotos, que han de pagar por utilizar la infraestructura de estos equipos, serían los principales clientes de Nocaster.
Los responsables de la Federación Cántabra de Automovilismo presumen poder disponer de los chasis de esta empresa para poner en marcha a principios del año próximo la Challenge Open de Karting Albakart, un proyecto dirigido a niños de entre ocho y once años que persigue la formación de pilotos y la puesta en marcha de un campeonato regional. Precisamente el interés de Nocaster por este sector proviene de la vinculación de la fundadora y propietaria de esta firma, Teresa Paraja, con el mundo del karting a través de su hijo Ángel que, a sus catorce años, es un consumado piloto de estos pequeños bólidos y compite en numerosas pruebas formando parte de la escudería Benikarts, de Castellón, que colabora con la calderería de Renedo en el proyecto para desarrollar un kart de fabricación nacional.
Empresa y escudería participan también, junto a la Federación Cántabra, en la iniciativa de la Challenge Open, financiando el 80% de los gastos de este proyecto. El 20% restante será aportado por los participantes finalmente seleccionados para competir en las cinco pruebas de que constará la Albakart, y que se realizarán durante el 2004 en circuitos de Cantabria, Asturias y el País Vasco.
Un circuito homologado
Para promocionar el karting y asegurar su continuidad, tan importante como hacer más asequibles los vehículos es la existencia de circuitos adecuados para la práctica de este deporte. En Cantabria existe tan sólo uno, situado en Quijas, y enfocado al ocio, aunque su propietario proyecta ampliarlo para que se puedan disputar carreras homologadas por la Federación Española.
Además de crear una escuela de pilotos, los responsables deportivos del automovilismo en Cantabria persiguen también la construcción de un circuito de karting donde se puedan disputar competiciones nacionales y europeas. El Ayuntamiento de Toranzo se ha ofrecido a la Federación Cántabra para albergar un circuito de estas características. El municipio cedería el suelo donde construir el complejo, cuya explotación correría a cargo de una sociedad creada para ese fin. La Federación cree que los 200 millones de pesetas que cuesta levantar un circuito se podrían llegar a sufragar con subvenciones, ayudas de programas europeos como el Proder y aportaciones de empresas dispuestas a colaborar en la promoción de un deporte que, además de formar futuros campeones, puede generar a su alrededor nuevas oportunidades de negocio.