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Piensos ‘a la carta’

Cuando en 2007 cuatro cooperativas ganaderas decidieron unirse para crear Agrocantabria, uno de los problemas que se derivaba de aquella decisión fue la duplicidad de instalaciones y su ineficiencia para dar servicio a una entidad mayor. Era el caso de las cinco pequeñas fábricas de pienso que la nueva macrocooperativa heredó de sus asociados, diseminadas por toda la región. La decisión de construir una única fábrica en la que se concentrasen todos los productos destinados a la alimentación del ganado era el paso lógico. Pero había que encontrar la ubicación adecuada y, sobre todo, conseguir la financiación.
Después de varios intentos y de barajar diversos emplazamientos, Agrocantabria ha logrado encajar las piezas y se dispone a levantar en el polígono de Tanos una fábrica de pienso que incorporará las últimas tecnologías en el campo de la protección medioambiental y de la seguridad alimentaria. El esfuerzo inversor va a ser grande, 5,8 millones de euros, pero las ayudas públicas europeas del Fondo Feader, que canaliza la Consejería de Ganadería, van sufragar el 34% del coste. Y, para completar la inversión, la cooperativa ha logrado un préstamo del Ministerio de Industria que refleja la confianza en la buena situación patrimonial de esta empresa ganadera.

Una fábrica necesaria para la región

Agrocantabria viene elaborando cerca del 40% del pienso que se consume en la región y en algunas explotaciones de Asturias y del País vasco, donde también cuenta con socios. El resto de la fabricación de pienso se produce de manera muy atomizada en instalaciones de otras cooperativas de Cantabria o por multinacionales que lo distribuyen desde plantas situadas fuera de la comunidad. “Al final, si no hacíamos algo, la tendencia era que entrase el pienso de fuera, con lo que eso supondría de pérdida para la región”, señala el director general de Agrocantabria, Ignacio Ríos.
No solo se pretende producir el pienso necesario para el consumo de los socios, sino también cumplir con los requisitos sanitarios y de calidad que exige la legislación europea. Al mismo tiempo, el Consejo de la cooperativa puso como condición que la construcción de la nueva fábrica no debería repercutirse en el precio del pienso, ni obligar a una aportación extraordinaria. La ayuda pública tramitada a través del Gobierno cántabro y el préstamo del Ministerio de Industria vinieron a resolver ese problema, con el añadido de que los ahorros que se van a producir al concentrar las producciones y evitar las mermas y averías de las viejas instalaciones podrían bastar para amortizar el crédito.

Del Puerto de Santander a Tanos

En la búsqueda del emplazamiento adecuado para la fábrica se partía de varios condicionantes. Por un lado, era preciso que el lugar elegido estuviera más o menos equidistante de las diferentes cooperativas que componen Agrocantabria. Por otro, las propias características de las plantas de pienso, en las que el proceso de elaboración exige una construcción en altura, limitaba los posibles emplazamientos.
El Puerto de Santander fue la primera opción, sobre todo tras la construcción de la Terminal Agroalimentaria, ya que, desde el punto de vista logístico, lo más aconsejable era acercar la fábrica al punto de entrada de las materias primas con las que se elabora el pienso, la mayoría de las cuales llegan a través del puerto. Pero la Autoridad Portuaria tenía otros planes para esos terrenos, a los que intentaba atraer proyectos industriales relacionados con la automoción o con la energía eólica. Ante esa negativa, los gestores de Agrocantabria se interesaron por las instalaciones de Canpisa, en Requejada, con la idea de derruir la vieja fábrica para levantar otra nueva y aprovechar los silos. Pero la falta de acuerdo con la empresa propietaria, la leonesa Oblanca, les devolvió al punto de partida.
La llegada de la crisis y el desvanecimiento de los proyectos industriales que se barajaron para el Puerto les animaron a volver a su objetivo inicial. La nueva Autoridad Portuaria, presidida por Martínez Sieso, se mostró mucho más receptiva a la idea de acoger en sus terrenos la fábrica de pienso, hasta llegar a reservarle una parcela.
Agrocantabria redactó un proyecto pensado para esa ubicación, pero esta vez fue el consejo rector de la cooperativa el que dio un paso atrás. A los socios no les atraía la idea de construir una fábrica en terrenos sujetos a una concesión administrativa y que debían revertir a la Autoridad Portuaria al cabo de unos años. Fue entonces cuando la campaña de comercialización de suelo industrial emprendida por Sican, abaratando considerablemente el precio de algunos polígonos públicos, aportó la solución. Agrocantabria se decantó finalmente por el polígono de Tanos-Viérnoles y allí adquirió una parcela de 10.000 metros cuadrados para levantar la fábrica.

Una planta en vertical

La nueva planta va a ocupar algo más de dos mil metros cuadrados y llevará adosada una nave de almacenamiento de unos 1.200 m2 para el producto terminado.
Las materias primas que se utilizan en la elaboración del pienso (cebada, maíz, soja, salvado, alfalfa o pulpa de remolacha) se almacenarán en silos, con una capacidad conjunta de unas 2.000 toneladas.
El abastecimiento de la planta supondrá un tráfico diario de entre 30 y 40 camiones y de otros 14 de la propia flota de vehículos de Agrocantabria para distribuir el pienso ya elaborado entre sus asociados.
La planta contará con dos líneas de fabricación capaces de producir 30 toneladas a la hora. Con trabajar a un solo turno bastará para cubrir las necesidades actuales de sus cooperativistas, pero podría llegar a producir hasta 140 toneladas de pienso a la hora. En la maquinaria se invertirán más de dos millones de euros, de los 5,8 que costará todo el proyecto.
Lo más característico de este tipo de fábricas es la altura de las instalaciones. Dado el gran volumen de las materias primas que se utilizan, su almacenamiento se realiza en silos verticales. Desde allí se transportan en elevadores hasta la línea de procesamiento donde, aprovechando la fuerza de la gravedad, se realizan las fases de molturación, mezcla y añadido de vitaminas y minerales. Realizar este proceso en superficie requeriría tanto espacio que resultaría inviable.
La planta que va a construir Agrocantabria tendrá una altura de 37 metros, como un edificio de 12 plantas, pero no será de las más altas. La fábrica de pienso de la cooperativa cordobesa Covap alcanza los 60 y la construida por un grupo de doce cooperativas de Delagro, los 55. “Está perfectamente dimensionada para nuestras necesidades y tiene toda la versatilidad de procesos que ofrecen esas grandes fábricas”, subraya Ignacio Ríos.

Más de 340 clases de pienso

La versatilidad a la que hace referencia Ríos resulta especialmente importante porque en sus actuales instalaciones, Agrocantabria fabrica más de 340 tipos de piensos, muchos de ellos con formulaciones personalizadas que piden los ganaderos. La inmensa mayoría de sus socios son explotaciones de ganado vacuno de carne y de leche y, siguiendo la orientación marcada por el Consejo, son los únicos destinatarios del pienso que elabora la cooperativa. Pero nada impide legalmente que puedan vender a terceros. “Pensamos –señala el gerente de Agrocantabria– que al conseguir un estándar de calidad y precios más competitivos, nuestra cartera de clientes crecerá”.
La nueva fábrica estará muy automatizada y necesitará menos puestos de trabajo que los que dedica la cooperativa a atender las cinco plantas actuales, pero nadie perderá su empleo. Aunque se deje de fabricar en Renedo, Bárcena de Villacarriedo, Meruelo, Soba o Santander, las instalaciones continuarán abiertas para servir como almacenes y puntos de distribución. Parte de las 17 personas que ahora se dedican a la elaboración de pienso pasarán a formar parte de la plantilla de la nueva fábrica, que se podrá manejar con tan solo seis o siete trabajadores. El resto continuará prestando sus servicios en las viejas instalaciones de cada una de las cooperativas que se unieron para fundar Agrocantabria: Sam, Siete Villas, Virgen de Valvanuz, Cuenca del Besaya y SAT Valle de Soba.
La unión de estas organizaciones ha permitido crear una de las mayores macrocooperativas del norte de España, ya que reúne a cerca de 2.800 socios de los que aproximadamente la mitad están en activo. La cooperativa produce anualmente 80 millones de litros de leche, vende carne por valor de tres millones y medio de euros y su facturación global alcanzó los 63 millones de euros en 2013.
Cuando la nueva fábrica de pienso entre en funcionamiento se convertirá en una herramienta imprescindible para unos ganaderos cada vez más especializados y sometidos a mayores exigencias, tanto por la industria láctea como por la legislación europea.

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