REINOSA: La lotería en forma de fábrica

Tener un polígono entero vacío es desmoralizador, pero hay ocasiones en que puede resultar una ventaja. Al menos en esta. Desde hace más de una década, todos los intentos por seducir a las empresas para que se instalen en el polígono de La Vega, en Reinosa no habían dado ningún resultado, hasta que llegó el grupo costarricense Pujol-Martí. Buscaba algún lugar en España para lanzarse a la fabricación de paneles de fibroyeso, pero necesitaba 120.000 metros cuadrados, un espacio industrial difícil de encajar en cualquier polígono existente y menos en uno con acceso directo de ferrocarril.
Cantabria había ofrecido Reinosa, la única reserva de suelo industrial ya urbanizado que podía acoger un proyecto de ese tamaño, pero no era la única candidata. La empresa costarricense analizó al menos otros cinco emplazamientos en todo el país. Finalmente se decidió por Reinosa, quizá el más próximo de los mercados europeos a los que piensa dirigir la producción de su filial, la Compañía Española de Yesos.
Para Reinosa ha sido la noticia de la década, aunque las muchas decepciones acumuladas mantienen un punto de escepticismo en la población. Y es que los 240 empleos directos que promete la nueva fábrica y los inducidos, que pueden ser otros tantos, servirían para dejar reducida a la mitad la lista del desempleo en la comarca.

Un material con larga tradición

La planta fabricará los paneles de fibroyeso que internacionalmente son conocidos como gypsum board, una mezcla de yeso y papel reciclado que fue inventada a comienzos del siglo pasado cuando se buscaban nuevos materiales de construcción más aislantes y menos pesados. Aunque el gypsum nunca ha tenido una gran aceptación en España, más partidaria de los materiales cerámicos, es muy habitual en la tabiquería europea.
Con los 22 millones de metros cuadrados que hará al año la nueva fábrica se podría cubrir la mitad de la demanda nacional, pero el objetivo no es ese. El grupo costarricense, que ya tiene una presencia muy importante en Centroamérica con otros materiales de construcción, busca ahora su penetración en el mercado europeo, especialmente en Alemania y en los países del Este, grandes consumidores.
La planta pretende ser una referencia para el sector, tanto por sus dimensiones como por su tecnología. Estará montada con la maquinaria más avanzada, de procedencia alemana, y va a costar 55 millones de euros, algo más de 9.000 millones de pesetas. Una cifra semejante se espera que sea su facturación anual. A pleno rendimiento se calcula que sus ventas serán de 10.000 millones de pesetas (60 millones de euros) lo que colocaría la nueva fábrica a la altura de la planta de Sidenor y entre las diez mayores de Cantabria. Unas dimensiones que le permitirían cambiar el signo económico y poblacional negativo que mantiene Campoo desde hace dos décadas y ante el cual no había tenido éxito ninguna de las medicinas empleadas hasta ahora.
Para el Grupo Pujol-Martí también será una de sus iniciativas más importantes. La empresa creada en los años 40 por un emigrante catalán tiene en todo el mundo 2.500 trabajadores y factura 300 millones de euros (50.000 millones de pesetas). Sus orígenes están en el campo de los productos férricos para la construcción –tiene varias fábricas de estos materiales repartidas por Centroamérica– pero con el tiempo ha ido diversificando sus productos.
Replantear el polígono

La llegada de la empresa costarricense obligará a replantearse la actual estructura del polígono de Reinosa. Aunque tiene sin ocupar 235.000 metros cuadrados de suelo industrial útil, no había parcelas del tamaño que necesita la nueva fábrica y eso dará lugar a un desplazamiento de viales y zonas verdes para agrupar el suelo disponible.
El polígono lleva más de una década a la espera del asentamiento de empresas y en este plazo ha sufrido un deterioro notorio. La pasada primavera, su propietario, la empresa pública Sepes, llegó a un acuerdo con el Gobierno regional y el Ayuntamiento de Reinosa para relanzarlo mejorando el acondicionamiento y rebajando a aproximadamente la mitad el precio de las parcelas por medio de subvenciones. El Sepes reducía un 30% el coste, Sodercan se comprometía a aportar al comprador hasta otro 30% del precio modificado y el Ayuntamiento aceptaba bonificar en un 90% las tasas de construcción y en un 95% las de primera ocupación. Unas ayudas que en el caso de la nueva empresa resultarán muy significativas, dadas las dimensiones del suelo a adquirir y la tasa de obras exigible por una inversión superior a los 9.000 millones de pesetas.
La reciente mejora de las condiciones económicas del polígono ya había suscitado demanda de parcelas para otros proyectos de menor relevancia, pero en algunos casos significativos, como un laboratorio de veterinaria que tendrá varias decenas de trabajadores, un taller de calderería en régimen de cooperativa o una empresa de derivados del petróleo. Unas iniciativas a las que hay que añadir los 10.000 metros cuadrados de pabellones creados por la Empresa de Desarrollo Municipal, que ha alquilado sus catorce naves a empresas que tendrán la posibilidad de hacerse con su propiedad al quinto año, o el Centro de Iniciativas Empresariales, también creado por el Ayuntamiento, que ha puesto al servicio de los nuevos emprendedores –por lo general autónomos– doce módulos que pueden alquilar por un precio muy reducido.

“Unas condiciones de vida atractivas”

Daniel Mediavilla, alcalde de Reinosa por el PSOE, reconoce el mérito gubernamental en la decisión de la empresa: “Después de tantos batacazos y desengaños que nos hemos llevado, el Gobierno estaba mentalizado de nuestra situación”. Max Fischel, presidente de la compañía atribuye a dos factores la decisión: las condiciones de vida de Cantabria, que resultaron atractivas para los directivos de la futura planta, y el apoyo de las autoridades. El presidente cántabro, Martínez Sieso, por su parte, añade el factor Autovía de la Meseta, que empieza a crear expectativas en una zona que había quedado descolgada de los ejes de desarrollo.
Lo cierto es que la opción de Reinosa tenía algunos factores en contra, como el frío. El proceso de fabricación de los paneles exige mucho agua que posteriormente debe ser evaporada, algo que resultaría muy sencillo en Almería, otro de los emplazamientos estudiados por la empresa costarricense, pero no en Reinosa, donde muchos días del invierno el termómetro baja de los cero grados.

Crece el consumo español

En la actualidad, España produce 30 millones de metros cuadrados de placa de fibroyeso, cantidad que casi se duplicará cuando, en un año y medio, entre en funcionamiento la fábrica cántabra. Los productores presentes en el país son Uralita, propietaria de la marca Pladur, la alemana Knauf y la británica Iberplaco.
A pesar de que es un material que en Estados Unidos se emplea desde 1890, y en Europa desde 1917. A España llegó muy tarde. Hasta los años 70, cuando empieza a utilizarse en decoración y albañilería interior, no está presente en nuestro país y sigue sin tener la aceptación que consigue en los países nórdicos, donde las casas de madera permiten atornillarlas con suma facilidad y aprovechar al máximo su versatilidad. El consumo español de fibroyeso se duplicó entre 1994 y 1999 y ha alcanzado los 40 millones de metros cuadrados, pero aún es poco significativo si se tiene en cuenta que en todo el mundo se instalan cada año más de cien mil millones de metros cuadrados de placa de yeso laminado. Baste señalar que las ventas anuales del mercado nacional suponen algo menos de un metro cuadrado por cabeza, mientras que en los países nórdicos alrededor de cuatro y en Alemania, uno de los mercados que busca la futura factoría reinosana, se acerca a los tres.

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