Revilla teme la reacción del PSOE

Las elecciones de Cantabria pueden cambiar las cosas menos de lo que se supone. Los pactos, si se reeditan en las condiciones anteriores, van a conducir al mismo destino, porque lo que desciende el PSOE se compensa con creces con la subida del PRC. La auténtica sorpresa es la capacidad del candidato del PP en Santander (Iñigo de la Serna) de superar ampliamente los resultados de Piñeiro en la capital, lo que demuestra que los populares tienen más rendimiento electoral cuando se acercan al centro.
Ni las cacareadas políticas de igualdad, ni las expectativas de polígonos industriales por todas partes, ni las nuevas fábricas, ni eso que pomposamente se califica como infraestructuras y en el castellano de antes eran carreteras y puentes… Nada de eso ha cotizado para el PSOE. Ha vuelto a ocurrir lo sucedido con el Gobierno de Gestión, cuando el socialista Jaime Blanco presidió un ejecutivo en el que había cuatro fuerzas políticas y el PP era el partido más representado, con una vicepresidencia y cuatro consejerías. Los votantes atribuyen los éxitos o fracasos a quien tiene la presidencia del Gobierno (en aquel caso al PSOE, que obtuvo 16 escaños, y en este al PRC) y se olvidan del resto (entonces el PP bajó a nueve diputados).

Los temores de Revilla

Revilla ha sido el primero en amparar con este capote a su socia de Gobierno, Dolores Gorostiaga, y la insistencia del líder regionalista en que no se deben juzgar los resultados individuales de cada uno de los dos partidos de gobierno, sino la suma (22 escaños, uno más) refleja su temor a que el PSOE tomase la decisión de dejar el Gobierno para no seguir sufriendo un mayor desgaste dando más alas al PRC.
El secretario general de los regionalistas ya sintió ese mismo temor en 2003 cuando trató de precipitar las negociaciones con Gorostiaga, sabedor de que en el interior del PSOE había una facción significativa que prefería la continuidad de los gobiernos del PP a tener que entregar al PRC la presidencia. El hecho de haberse cumplido ahora la tesis de los socialistas remisos al pacto, que suponía que sólo Revilla lo iba a rentabilizar electoralmente, alimentaba de nuevo las dudas del presidente regional en funciones.
No obstante, el sector crítico en el PSC-PSOE de 2007 es mucho menos significativo y poderoso que en el de 2003 y las circunstancias han cambiado mucho. Una parte significativa de los discrepantes ya no está en el partido, como Duque o González Bedoya y los responsables de muchas de las agrupaciones serían los primeros afectados de no pactar con el PRC, ya que los socialistas no sólo saldrían del Gobierno, sino que tendrían que renunciar a gobernar en una quincena de ayuntamientos muy significativos y a entrar en los equipos de gobierno de al menos otros once.
Por eso, a la hora de decidir la continuidad de la alianza ofrecida por Revilla, Gorostiaga va a tener a su lado a las agrupaciones de su partido con poder local, lo que prácticamente garantiza que podrá decidir sin problemas. No obstante, la duda ha puesto al PRC en una posición mucho más endeble de lo que cabría suponer, después de sus grandes resultados. Teme que, si los socialistas dan la ‘espantada’ y dejan gobernar al PP en minoría, su éxito electoral se quede en agua de borrajas. Por eso, parecen predispuestos a una negociación con muy pocas condiciones. No tantas como para entregar la presidencia pero sí como para ser tan generosos como lo fueron los socialistas en 2003 y mantener el mismo reparto de poder, aunque en esta ocasión la relación de fuerzas haya cambiado.
El interés de Revilla por el pacto no sólo parte del hecho de que esa alianza le garantiza la continuidad en la presidencia. También es producto de un cierto sentido de lealtad a una alianza que no le ha dado ningún problema y por la evidencia de que para el PRC ha sido una decisión magnífica, tanto que se ha convertido en la segunda fuerza política de Cantabria (ya lo era en los ayuntamientos) y se ha consolidado como uno de los grandes partidos localistas del país.

El tiempo lo cura casi todo

En realidad, la reedición del pacto de gobierno y el escaso recuerdo que queda entre los votantes de los resultados electorales al cabo de pocos meses, conducirá pronto a una apariencia de que nada ha cambiado en esta segunda legislatura de presidencia de Miguel Angel Revilla. Eso irá en beneficio de los socialistas, que así podrán diluir el fracaso electoral cuando se encontraban en unas condiciones más favorables que nunca.
Aunque el tiempo borre los problemas de cara al exterior, Dolores Gorostiaga sabe que su militancia puede exigirle un congreso extraordinario. Los socialistas no discrepan de la gestión de gobierno que ha hecho su partido, pero sí del papel irrelevante que ha tenido el partido, ya que Gorostiaga apenas optó por los militantes para ocupar los cargos y se ha rodeado para tomar decisiones de un grupo muy pequeño de miembros procedentes de IDCAN y de varios publicistas. Este alejamiento de la vicepresidenta y secretaria general del partido de la militancia puede tentar a una parte de ella a exigir facturas.

Revilla, más que el PRC

A pesar de que la vicepresidenta regional ha insistido en varias ocasiones en que las encuestas demostraban que los ciudadanos estaban bien informados de la gestión del gobierno, la polarización de los votos hacia una sola fuerza, el PRC, parece indicar lo contrario. De hecho, en las encuestas con respuestas espontáneas, los electores sólo eran capaces de atribuir al PSOE las políticas de Juventud y las subvenciones para comprar ordenadores. El resto se apuntaba al conjunto del Ejecutivo y el catalizador no ha sido otro que Miguel Angel Revilla, cuya personalidad marca distancias, incluso con su propio partido, ya que ha obtenido 25.000 votos más que sus listas municipales. El PRC ha obtenido más del 28% de los sufragios regionales, lo que le convierte ya en uno de los grandes partidos, superando al PSOE.
En política este tipo de tendencias suele durar pero, en este caso, los socialistas juegan con una ventaja. Revilla tiene intención de retirarse después de este mandato y sin él, el PRC vuelve al tercer lugar, ya que en las listas municipales su porcentaje baja al 20%. Por otra parte, los regionalistas son los aliados más cómodos que podían encontrar, ya que no tienen aspiraciones en la política nacional y eso significa que, en las elecciones generales, los votos que ahora se han escapado desde este partido hacia el carismático presidente regional volverán al redil socialista. Esa doble circunstancia, de que el PRC proporcione el acceso al poder en la región y no lo reste en el ámbito nacional, donde cualquier escaño va a ser decisivo, también va a pesar para que acepten de nuevo el pacto.

De la Serna supera a Piñeiro

Junto a Revilla, que aumenta un 50% sus votos anteriores, el triunfador indiscutible de estas elecciones ha sido el candidato del PP en Santander, Iñigo de la Serna, que no sólo ha conseguido sostener la mayoría absoluta que consiguió Piñeiro, sino que ha aumentado en nada menos que cinco puntos su porcentaje de votos. Esto quizá haya desconcertado a los piñeiristas, que esperaban un peor resultado, pero la realidad ha demostrado que al empujar el partido hacia el centro, el PP no sólo no pierde votos, sino que los gana.
De la Serna se ha convertido de la noche a la mañana en un líder muy sólido para los populares, al ver respaldada la revolución que ha realizado en el equipo de gobierno del Ayuntamiento. Aunque Santander no cambia de partido, todo parece indicar que habrá un notorio cambio en las formas y De la Serna ha cogido fuelle para varias elecciones más, ya que será el protagonista de todas las grandes actuaciones que la ciudad ha ido aplazando: la unificación de las vías de tren, el cambio de toda la fachada marítima, la conclusión del Parque de las Llamas… En palabras de un conocido militante socialista, “después de esto, llegaremos a la jubilación sin haber visto un alcalde progresista”.
La oportunidad de Jesús Cabezón probablemente ha sido histórica para la izquierda, que difícilmente volverá a tener una conjunción semejante de fuerzas a favor para alzarse con la alcaldía de Santander, inalcanzable para ella desde el comienzo de la democracia. Y será el bastión del PP para hacer menos dura la larga travesía del desierto que significa otros cuatro años más de oposición en el Gobierno regional. Una travesía que en los cuatro años anteriores ya provocó la pérdida de casi todos los líderes anteriores, incluidos Martínez Sieso y Piñeiro, y que ahora podría cobrarse nuevas facturas entre los conservadores.

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