ROBERT BOSCH TRETO

El comienzo en Cantabria de la industria de componentes para automoción, que en el valle de Buelna culminaría con la creación de la malograda Authi, tiene su equivalente en la zona oriental de Cantabria con la implantación de FEMSA. La Fábrica Española de Magnetos, instalada en Treto a finales de los años cincuenta de la mano de un italiano vinculado a Laredo, Emilio Caprile, se convertía en una de las mayores empresas de componentes del país, especializándose en la fabricación de motores de arranque y dinamos.
La evolución de la antigua FEMSA, impulsada a partir de los años 80 por la fortaleza económica y la capacidad tecnológica del grupo multinacional Robert Bosch, la ha convertido en la empresa más importante de Cantabria en términos de empleo. La planta de Treto facturó el pasado año 46.864 millones de pesetas y en sus instalaciones trabajan actualmente 1.300 personas.
Una de las constantes desde la llegada de Robert Bosch, ha sido la continua renovación tecnológica, lo que ha requerido un notable esfuerzo inversor que en los últimos años puede valorarse en unos mil millones de pesetas por ejercicio. La factoría de Treto desarrolla en estos momentos un nuevo plan de inversiones por importe de 5.417 millones de pesetas.

La atracción de proveedores

La importancia de la fábrica de Treto para la economía de la zona en la que se encuentra ubicada la ilustra el hecho de que cerca de 400 trabajadores residen en el Ayuntamiento vecino de Colindres, que ha encontrado en esta empresa el motor que precisaba para su desarrollo.
Su trascendencia, en cualquier caso, va mucho más allá de su significación local. Su actividad también tiene una notable influencia en muchas otras empresas de la región que suministran componentes o realizan tareas complementarias para la fábrica. En muchos casos, estas empresas fueron creadas expresamente para atender a la demanda generada por Bosch, que compra anualmente a sus proveedores cántabros suministros por valor de … millones de pesetas.
Además, la multinacional ha hecho suya la estrategia ideada por Sodercan de atraer a empresas proveedoras, situadas en otros puntos de España e incluso en Alemania, para que se instalen en las cercanías. De esta manera, Bosch puede reducir los costes de transporte, asegurar los aprovisionamientos y verificar de forma muy directa los procesos de fabricación de sus suministradores. Por su parte, los proveedores se aseguran las ventajas de integrarse en un círculo industrial que genera una altísima demanda ya que la fábrica produce anualmente cinco millones de aparatos entre alternadores compactos, convencionales y motores de arranque.
La estrategia tiene varias ventajas para los proveedores extranjeros: en España pueden trabajar con una notable reducción de costes debido a las diferencias salariales, la calidad de vida es buena y tienen la posibilidad de entrar en un mercado, como el español, donde hay muchas otras empresas del sector de automoción a las que también podrían vender. Además, se les dan grandes facilidades para el asentamiento. De hecho, el polígono de Ambrosero (Bárcena de Cicero), propiedad de la empresa pública Sican, se ha orientado hacia la implantación de empresas relacionadas con los sectores del metal y de la automoción y estrechos colaboradores de Bosch, como M. Serrano, se van a ubicar en él.
Las ventajas son evidentes, pero también es cierto que no resulta fácil el traslado de una fábrica, dado que además de los componentes económicos hay otros muchos de índole personal que tienen un peso decisivo. Esta evidencia ha provocado que la estrategia de Sodercan y RBET haya tenido éxito, sobre todo, en la captación de ampliaciones de empresas, más que en los traslados.
Los mayores logros han sido la apertura de tres fábricas del Grupo Bravo en el polígono de Ampuero (Marrón), una de ellas en alianza con la alemana Paul Bippus, el proyecto para construir una cuarta, y la espectacular expansión del grupo Serrano, que también tiene en proyecto la construcción de una nueva factoría.
Los responsables de la multinacional no descartan la llegada de nuevas empresas a las inmediaciones de la planta de Treto, aunque en el caso de los suministradores alemanes esto entrañe una mayor dificultad.

De Femsa a Robert Bosch

Los orígenes de la fábrica de Treto se sitúan en 1955, cuando la empresa madrileña FEMSA –fundada en 1940 y dedicada inicialmente a la fabricación de magnetos para motocicletas y motores de aviación–, adquirió en Bárcena de Cicero 265.000 metros cuadrados de terreno para la instalación de un gran centro industrial en el norte de España destinado a la fabricación de productos de equipamiento eléctrico para la automoción.
Tras acondicionar los terrenos, construyendo un muro de contención paralelo a la ría, se procedió a levantar los primeros edificios y en el año 1962 comenzaba la fabricación de los motores de arranque y dinamos que la emergente industria automovilística nacional reclamaba con avidez.
Ocho años después, tuvo lugar la primera ampliación importante de las instalaciones, duplicando la superficie construida, que pasó a ser de 22.800 metros cuadrados. En 1974 se llevaba a cabo el desdoblamiento de la fabricación de motores de arranque en dos líneas de producción: para motores de gasolina y para diésel.

El desembarco de Bosch

En 1978, Bosch adquiere una participación mayoritaria en Femsa, aunque esta circunstancia pasó en aquel momento prácticamente desapercibida en Cantabria. Lo cierto es que, la llegada de Bosch resolvía el colapso tecnológico que ya se aventuraba en el horizonte de Femsa, aunque en la marcha de la planta de Treto aparentemente nada se alteró.
En el año 1979 comenzó la fabricación del motor de arranque con reductor de 2,2 kW (EV), intensificándose al mismo tiempo la producción hasta alcanzar en el año 1986 un ritmo de fabricación de 7.000 motores diarios.
En 1988, Bosch decidía trasladar la fabricación de sus alternadores convencionales desde Madrid a Treto, y cuatro años después, en marzo de 1992, salía de sus líneas de montaje el primer alternador compacto. Un producto de alta tecnología, desarrollado por Bosch en el año 1989, que goza de gran aceptación entre los principales fabricantes de vehículos debido a la mejora en la relación peso/potencia y a un óptimo aprovechamiento de los elevados regímenes de funcionamiento de los motores modernos. Su sencillez de montaje, menor ruido y óptima refrigeración son otras de las características que explican la buena acogida de este producto entre los fabricantes europeos de automóviles, que lo utilizan masivamente.
En 1991 se produjo la transformación de más calado, al integrarse la planta de Treto en una de las divisiones del grupo alemán y pasar a denominarse Robert Bosch. En 1995 la razón social se convirtió en la actual Robert Bosch España Fábrica de Treto y comenzó la producción de un innovador motor de arranque para vehículos industriales, mientras se aceleraba la fabricación de alternadores compactos, que en mayo de 1996 alcanzaba la cifra de 300.000 unidades por mes.
Ese mismo año la planta de Treto quedó como la única fábrica de alternadores tradicionales del Grupo Bosch en Europa, absorbiendo la producción de la fábrica alemana de Lichtwerk. También en 1996 comenzó la fabricación, en exclusiva dentro del Grupo Bosch, de motores de arranque con reductor de mayor potencia (de 2,3kW a 4 kW).
Los cambios tecnológicos seguían produciéndose al compás de los trabajos de investigación y desarrollo llevados a cabo por el Grupo Robert Bosch. En 1998 se iniciaba en Treto la fabricación de la segunda generación de alternadores compactos, el denominado LIC-B y en enero de ese mismo año se acometió también la fabricación de un nuevo motor de arranque, el GVB, más compacto, ligero y potente que el anterior.
La evolución de la filial española parece haber satisfecho las expectativas del grupo alemán, que ha mantenido una política de progresivo incremento de la plantilla y le ha asignado productos muy competitivos que han permitido que la planta de Treto se mantenga en primera línea tecnológica.
La fábrica tiene ahora una superficie construida de 40.000 metros cuadrados, de ellos 26.800 dedicados a actividades productivas y lanza al mercado casi cinco millones de aparatos al año, entre los que destacan los alternadores compactos LIC, la verdadera estrella de la planta de Treto, con 12.000 unidades diarias. Sólo para la fabricación de este producto se han realizado inversiones por valor de 6.894 millones de pesetas.
Además del alternador compacto, diariamente salen de Treto 4.000 motores de arranque EV, una línea que ha requerido una inversión de 5.475 millones de pesetas. También se siguen produciendo los alternadores tradicionales (LIT), con una producción media de 3.700 unidades/día, y unas inversiones acumuladas de 2.274 millones de pesetas.
Todos estos productos se destinan, a través de la central de Bosch en Alemania, a los principales fabricantes mundiales de vehículos situados en países como Alemania, Austria, Brasil, Bélgica, Gran Bretaña, Portugal, España, Holanda, Italia, Méjico o Suecia. La fábrica cántabra, junto a la planta gemela que Bosch tiene en Cardiff (Gran Bretaña) produce hoy la mitad de los alternadores y motores de arranque que necesita la industria automovilística europea.
En el sector de la automoción se aplican normas de calidad específicas, más rigurosas que la ISO. La planta de Treto, donde cualquier visitante puede comprobar el extraordinario celo por la calidad y la tensión permanente para reducir los fallos a cuantías marginales, ha reunido todo tipo de acreditaciones, entre ellas la certificación ISO 9000, la QS 9000 (sistema de requisitos de la calidad de la industria americana del automóvil) y la automovilística VDA 6.1. El buen hacer de la fábrica de Treto también ha merecido menciones especiales de firmas como BMW, Ford, Daimler Benz, PSA, CASE, GM, Nissan, Seat-VW, Fasa-Renault, Iveco y Opel.

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