Santander duplica el número de plazas de aparcamiento subterráneo

Durante cerca de tres años a los santanderinos les ha acompañado la visión apocalíptica de una ciudad en la que tres de sus más céntricas plazas habían sido convertidas en explotaciones a cielo abierto, con su vieja estampa urbana transformada en un paisaje de dumpers y excavadoras punteado por el estrépito de las máquinas perforadoras.
Pero la particular penitencia impuesta a los habitantes de esta ciudad, que han debido soportar un largo periodo de ruidos, retenciones de tráfico e incomodidades en sus desplazamientos, está a punto de concluir, aunque las obras del distribuidor de La Marga se hayan apresurado a tomar el relevo.
La inauguración durante este mes de julio de los tres nuevos aparcamientos subterráneos cuya construcción tanto se ha dilatado, no sólo añadirá a la ciudad cerca de 2.000 nuevas plazas de estacionamiento, sino que permitirá recuperar para el paisaje urbano puntos neurálgicos de Santander, como las plazas de Las Cachavas y La Esperanza o el eje Castelar-Puertochico.
Con la entrada en servicio de estos tres nuevos parkings, Santander contará con diez estacionamientos subterráneos entre Valdecilla y Puertochico, que sumarán un total de 4.465 plazas. A ellos podría sumarse en un futuro no muy lejano un nuevo parking en la zona de Castilla-Hermida, anunciado recientemente por el alcalde de Santander Gonzalo Piñeiro, que cumpliría además el papel de aparcamiento disuasorio en una de las entradas a la ciudad en la que se registra más densidad de tráfico, y varios aparcamientos para residentes, repartidos por el casco urbano.

Escasez de aparcamientos

Uno de los problemas que más se han agudizado en la capital de Cantabria en los últimos años ha sido precisamente el de la congestión del tráfico y el caos existente en materia de aparcamiento. El parque automovilístico de Santander ha crecido en los últimos diez años de manera sensible hasta alcanzar la cifra de 95.266 vehículos. La especial topografía de la ciudad, con una configuración lineal en sus grandes ejes viarios, reduce extraordinariamente las alternativas del automovilista para transitar por sus calles y dificulta la fluidez del tráfico.
Las mediciones efectuadas por el Ayuntamiento registran el paso de cerca de 900.000 vehículos al mes en el eje Castilla-Hermida, cifra que en los meses de verano se eleva hasta alcanzar el millón de vehículos, mientras que por el eje que forman Calvo Sotelo y el Paseo de Pereda pasan mensualmente 500.000 vehículos.
El problema que representa esta densidad de tráfico se agudiza aún más si tenemos en cuenta que Santander es una ciudad con un parque inmobiliario notablemente envejecido, en el que la mayoría de los edificios que se levantan en sus calles más céntricas fueron construidos antes de 1960, y que son muy pocos los que cuentan con garajes en la propia finca.
Esta situación ha disparado el precio de las plazas de aparcamiento, que oscila actualmente entre los 18.000 euros (tres millones de pesetas) en zonas como la calle Alta o General Dávila a los más de 24.000 euros en las zonas cercanas al Ayuntamiento o en San Fernando. En barrios de reciente creación como El Alisal, el precio de una plaza de garaje puede descender hasta los 6.000 euros (un millón de pesetas).
Los alquileres reflejan también la grave carencia de espacio para el aparcamiento y en el centro de la ciudad una plaza de garaje puede llegar a costar 30.000 pesetas al mes.
Los precios de los nuevos aparcamientos de Las Cachavas y de Puertochico han marcado una nueva cota en este particular mercado inmobiliario. Así, una plaza en propiedad en Las Cachavas cuesta algo más de siete millones de pesetas, y en Puertochico más de cinco millones, sujetas estas últimas a un régimen de cesión de uso por 70 años.

Recuperar espacios urbanos

La entrada en servicio de los nuevos parkings subterráneos, para cuya construcción se ha recurrido a la concesión administrativa, aún siendo positiva para aliviar la presión del tráfico, no resuelve el problema de fondo que plantea la masiva presencia del automóvil en las ciudades modernas. Algo que sólo es posible con una estrategia más radical y programada, que reordene y racionalice el tráfico, potencie los transportes públicos y recupere espacios urbanos para los peatones. Una política que está siendo aplicada paulatinamente por el Ayuntamiento en el casco antiguo, donde se procede a la semipeatonalización de todo el entramado de calles que circundan el Mercado del Este, siguiendo un plan de reurbanización que abarcará desde la Plaza Porticada hasta la Plaza de Pombo.

Parking de Las Cachavas

Fruto de un convenio entre el Ayuntamiento de Santander y el propietario del terreno, Manuel Rotella, el parking subterráneo de la Plaza de las Cachavas viene a sustituir con notable ventaja al que existía en superficie, permitiendo además la recuperación en el exterior de un espacio de 4.000 m2.
Las dificultades surgidas en el transcurso de las excavaciones para la ejecución de un tercer sótano, debido a la existencia de un volumen de roca mayor de lo previsto, y la advertencia de los técnicos de que continuar con la excavación podría poner en peligro la seguridad de los edificios colindantes, obligó a modificar el proyecto inicial que contemplaba la construcción de 30.000 m2 en tres plantas, de las que se podrían obtener más de mil plazas de aparcamiento. El coste de las obras se calculaba, en el proyecto primitivo, en unos 1.800 millones de pesetas.
El nuevo parking, promovido por la empresa Aparcamientos Ferry, cuenta finalmente con 732 plazas repartidas en dos plantas. La primera, con 367 plazas, está reservada a propietarios y de las 365 plazas de la segunda, 87 se destinan también a la venta mientras que el resto (278) quedan en manos del Ayuntamiento de Santander como compensación por la cesión de suelo realizada para la construcción del recinto. Esas plazas serán destinadas a rotación.
En la nueva urbanización de la superficie se ha suprimido la salida de la calle Lealtad para dar continuidad a la plaza.
La construcción de este aparcamiento subterráneo en una de las zonas más estratégicas de la ciudad, con una alta densidad de población y una elevada actividad comercial, pone fin a una larga historia de disensiones entorno a la utilización de los terrenos en los que se asienta.
Los derechos de propiedad de Rotella sobre la plaza de Las Cachavas se remontan a 1995, cuando llegó a un acuerdo de permuta con la Autoridad Portuaria a cambio de que ésta recuperase un solar que se adecuaba mejor con las necesidades logísticas del puerto. Parte de la plaza estaba calificada como edificable lo que suscitó una dura oposición por parte del entonces presidente regional Juan Hormaechea, que desató una campaña contra la posibilidad de que se construyese en esa plaza, en la que Rotella venía explotando un aparcamiento en superficie.
La Revisión del Plan General de Santander limitó sensiblemente los usos de la plaza. Según la nueva ordenación en ese terreno sólo se podrían hacer un parking subterráneo con capacidad para 400 vehículos y una plaza ajardinada con viales que pasarían a ser propiedad del Ayuntamiento.
Las modificaciones introducidas en el nuevo Plan perjudicaban seriamente las expectativas de Rotella, por lo que el constructor torrelaveguense recurrió ante el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria reclamando una indemnización que le resarciese por ello.
La constatación por el Ayuntamiento de la imperiosa necesidad de aumentar el número de aparcamientos subterráneos facilitó el acuerdo al que se llegó en 1999, para construir en Las Cachavas un parking que daba satisfacción a todas las partes. El Ayuntamiento cedió a Rotella el resto de la plaza de Las Cachavas para la construcción del recinto, a cambio de la titularidad de parte de las 1.100 plazas de aparcamiento inicialmente previstas, cuyo valor de mercado se estimaba entonces en 2,8 millones de pesetas y se ha multiplicado por dos veces y media.

Parking de Puertochico

En Puertochico, el segundo de los parkings en dimensión de los tres que se construyen simultáneamente, también hubo necesidad de modificar la concesión original debido a imprevistas dificultades geotécnicas, construyendo dos plantas de mayor longitud en lugar de las tres inicialmente previstas. Con ello, en lugar de reducirse se ha aumentando el número de plazas que pasan de las 663 anunciadas a alrededor de 900. El plazo de la concesión se amplió también de 60 años a 70. El presupuesto inicial de ejecución ascendía a 1.138 millones de pesetas.
La concesión de este aparcamiento se concursó junto con el de la plaza de La Esperanza, ya que este último tiene pocas posibilidades comerciales por sí solo y recayó en una UTE formada por Sadisa, una filial de Caja Cantabria llamada Sistemas Financieros, Emprives, Terrenos de Adarzo S.A, Estacionamientos San Martín (propietario del parking del Ayuntamiento) e Infraestructuras Montañesas (parking de Alfonso XIII).
El nuevo aparcamiento cuenta con 409 plazas en la primera planta que serán destinadas a rotación, y 480 en la segunda, de las que 356 (el 40% del total) han sido puestas a la venta. El parking cuenta con seis accesos peatonales y cuatro rampas, dos de entrada y dos de salida. En la nueva urbanización de superficie, el espacio para paso de vehículos se reduce a cuatro carrilles y se habilita un paseo marítimo con carril bici; además, se cambia de lugar la intersección con Castelar, que se traslada a la Escuela de Náutica.
Al ejecutar el parking se ha tenido en cuenta la posible construcción de un futuro paso subterráneo entre el Paseo de Pereda y el Túnel de Tetuán bajo la plaza de Puertochico, en cuya urbanización se ha cuidado el aspecto de los nuevos quioscos, con una estética de primeros de siglo.
La ejecución de este parking no ha estado exenta de circunstancias chocantes, como por ejemplo el hecho de que debido a un error en la interpretación de las lindes, se hayan invadido para su construcción 1.500 metros cuadrados de Zona de Servicio Portuario. Esto ha obligado al Ayuntamiento de Santander a llegar a un acuerdo con la Autoridad Portuaria por el cual el puerto recibirá un canon municipal por la explotación de terreno de su propiedad. Según los términos del acuerdo, el Ayuntamiento, que recibirá un canon de la empresa explotadora de 72.121 euros (12 millones de pesetas) anuales, deberá pagar cada año al puerto una parte proporcional (10.800 euros).
El cobro de este canon contrasta además con el anuncio realizado el pasado mes de febrero, según el cual  La Autoridad Portuaria cederá al Ayuntamiento de Santander, sin coste alguno y por un tiempo indefinido, aquellas áreas de servicios del puerto que con el paso del tiempo se han convertido en zonas de uso común de la ciudad, entre las que se encuentran los Jardines de Pereda, la calle Marqués de la Hermida, el espacio comprendido entre la Dársena de Molnedo y el inicio de la calle Castilla o el vial de la zona marítima frente a los muelles de Calderón, Albareda y Almirante.

Parking de La Esperanza

La ejecución del parking de La Esperanza ha resultado especialmente problemática como consecuencia de la inestabilidad del terreno y de los daños sufridos por los edificios colindantes durante las obras de excavación. Las grietas y desprendimientos llegaron a obligar al desalojo de algunas viviendas del entorno, y los técnicos se vieron obligados a arriostrar con vigas las paredes del recinto para poder continuar la excavación de las tres plantas previstas.
El nuevo parking tiene 258 plazas, todas ellas destinadas a rotación, lo que servirá para descongestionar los aparcamientos públicos del centro.
La urbanización de la plaza ha supuesto la eliminación de 125 lugares de aparcamiento en superficie, pero respetará el uso tradicional de parte de la plaza de La Esperanza, permitiendo la instalación del mercadillo de puestos ambulantes en días determinados. Para evitar la desafortunada estética que presentaba anteriormente, a los vendedores ambulantes se les obligará a unificar los toldos y el mobiliario de sus puestos.
Para el solado de la plaza se ha dispuesto un pavimento adoquinado en la zona de paso de vehículos, mientras que las aceras serán de baldosa de hormigón pétreo similares a las ya utilizadas en otros puntos de la ciudad.

Muchos cambios en los proyectos

Las tres construcciones se han prolongado más de lo previsto y han tenido muy importantes cambios con respecto a lo previsto en su adjudicación hace ahora tres años. En La Esperanza, donde apenas se esperaban obtener 200 plazas en tres plantas, se han conseguido rebañar 252. En Las Cachavas sí se ha notado la reducción de una planta sobre las que figuraban en el proyecto, ya que donde se preveían 1.100 plazas se han construido 732 y en Puertochico, donde se convocaron 450 plazas en tres alturas, ha ocurrido todo lo contrario: a pesar de perder una altura ha acabado por tener alrededor de 900 plazas, el doble de las que el Ayuntamiento había calculado cuando sacó el concurso.
También han variado en este tiempo la composición de las empresas adjudicatarias. En el grupo que encabeza Sadisa se ha producido un reagrupamiento, desapareciendo algunos de los participantes iniciales, lo mismo que Rotella ha dejado finalmente en manos de la inmobiliaria Urcasa la explotación del parking de Tres de Noviembre.
Los espacios se han apurado extraordinariamente en esta nueva oleada de subterráneos, lo que ha suscitado no pocos problemas con los edificios contiguos, y después de la explotación de estas tres zonas, el centro de la ciudad prácticamente agota sus posibilidades de construcción de nuevos aparcamientos bajo tierra. En total, Santander dispondrá de 4.465 plazas, un número muy semejante al que ofrece, en superficie, el sistema de estacionamiento limitado, y que aunque aparenten ser una cifra relevante, en conjunto sólo permiten cubrir las necesidades de aparcamiento de uno de cada diez vehículos censados en la capital.

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