Una etiqueta para Cantabria

Cuando hace quince años el Ministerio de Industria lanzó el Plan de Intangibles parecía una solemne majadería: fomentar el concepto moda de Galicia, un lugar cuya etiqueta sólo se asociaba con los mejillones y los percebes, era como sembrar en el desierto. Y, sin embargo, los creadores gallegos se consolidaron y hoy la industria de la moda es una de las más potentes de la región y del país (Zara, Adolfo Domínguez, Antonio Pernas, Purificación García…), con unas exportaciones de 80.000 millones de pesetas en 1998.
Proyectar una imagen de marca conjunta, amparada en una denominación regional, ha demostrado ser en otras comunidades una fórmula muy útil a la hora de potenciar las ventas del sector textil vinculado a la moda y, sobre todo, de añadir valor al producto, como se ha demostrado también en el País Vasco o, más recientemente, en Canarias. A remolque de estos precedentes se creó en octubre de 1999 la asociación Moda de Cantabria que agrupa a quince empresas, entre las que se encuentran confeccionistas, fabricantes de textiles e hilaturas, peleteros, tiendas de complementos (calzado, bolsos y cinturones, pañuelos bisutería, cosmética), institutos de diseño y escuelas de formación.
Lograr una imagen colectiva y articular en torno a ella una estrategia común de promoción, se ha convertido en una estricta condición de supervivencia para el sector, habida cuenta de la necesidad de adaptarse a una economía cada día más globalizada donde la importación de textiles asiáticos a bajo precio, se ha convertido en una amenaza cierta para toda la industria tradicional.
En Cantabria, donde hay un magnífico comercio de confección textil, la industria, en cambio, tiene poca presencia y está representada por una treintena de empresas, casi todas de pequeño tamaño, a excepción Austral, Textil Santanderina y otras dos compañías que, aunque no están en la Asociación, se encuentran igualmente afectadas por los vaivenes de la moda: Hilatura de Portolín, por tratarse de una de las pocas fábricas españolas de hilo de lino, un producto cuya demanda está extraordinariamente ligada a las tendencias del diseño, y Sniace, productor de fibrana y de poliamida que, en menor medida, también dependen del uso que la moda haga del rayón o nylon.
Según las estimaciones de la Asociación Moda de Cantabria, el volumen de negocio de las empresas regionales ligadas al mundo de la moda supera actualmente los 25.000 millones de pesetas (de los que 4.000 tiene su origen en la confección de ropa y cerca de 17.000 corresponden a la facturación de una sola empresa: Textil Santanderina). El sector da empleo directo a 1.200 personas y, de forma indirecta, genera una cifra similar de puestos de trabajo.

El sector textil en España

La presencia mayoritaria de pequeñas empresas en el sector no es una circunstancia exclusiva de Cantabria, sino que es habitual en la industria textil española que da trabajo directo a 275.000 personas y representa el 5% del PIB nacional. La actividad textil básica (hilados y tejidos), está fuertemente concentrada en Cataluña y en la Comunidad Valenciana, mientras que las empresas dedicadas a la confección y al género de punto están distribuidas por todo el territorio español.
El potencial de la industria textil española la sitúa en quinto lugar entre los países comunitarios, después de las de Alemania, Italia, Reino Unido y Francia. En 1999 las exportaciones superaron los 792.000 millones de pesetas, lo que equivale al 30% de la producción. Dos terceras partes de esta exportación están dirigidas a países de la UE, aunque también son destacables las ventas a Norteamérica, países del Magreb, Próximo Oriente y América Latina.
La creciente apertura del mercado español ha provocado en los últimos años un aumento paralelo de las importaciones, hasta el punto que en 1999 la importación de manufacturas superó el billón de pesetas.

Un referente cercano

El sector de la moda ha contado tradicionalmente en Cantabria con algunos nombres y firmas de prestigio, tanto en la faceta del diseño creativo, donde el nombre de Angel Schlesser brilla con luz propia, como en el de la confección; sin embargo, el producto textil de Cantabria continua siendo un gran desconocido para los propios cántabros. A la ausencia de este reconocimiento interior hay que unir problemas como la carencia de personal especializado y la inexistencia de talleres de confección locales. La consecuencia es que el 90% de la ropa que se distribuye en Cantabria se fabrica fuera de la región.
La moda es permanente innovación y esa circunstancia dificulta el que las pequeñas empresas puedan desarrollar proyectos de investigación y desarrollo tecnológico. Además, sus pequeñas dimensiones les impiden hacer frente a las inversiones que se precisan para ciertos procesos técnicos como el patronaje por ordenador o el corte informatizado, como tampoco puede adaptarse con facilidad a las exigencias de una gestión empresarial moderna (optimización del proceso productivo, marketing y comunicación, planes de promoción exterior, etc.).
El modo como las empresas textiles de la vecina comunidad vasca han afrontado problemas similares, ha sido para los promotores de la asociación Moda de Cantabria, el referente más inmediato a la hora de diseñar una actuación común. En 1991, once diseñadores y confeccionistas vascos participaban con un stand colectivo en la feria Expoconsumo. Ese encuentro fue el primer paso de lo que poco después se formalizaría como Agrupación Moda Vasca. En la actualidad, la Agrupación está formada por más de cincuenta empresas, a las que hay que sumar el colectivo de Nuevos Diseñadores, compuesto por más de treinta creadores que, en la mayoría de los casos, comenzaron sus carreras con el apoyo de la propia Agrupación. Las firmas asociadas participan asiduamente en los principales eventos de moda nacionales (pasarelas Gaudí y Cibeles) e internacionales, y el pasado mes de junio tenía lugar a bordo del ferry que cubre el trayecto Bilbao-Portsmouth, la XII Gala de la Moda Vasca, en la que los integrantes de la Agrupación ofrecieron sus diseños para la temporada otoño-invierno 2000-2001. Son actuaciones que nos hablan del dinamismo alcanzado en el País Vasco por el sector de la moda y que sirven de referente para las empresa cántabras que comienzan a dar sus primeros pasos en esa misma dirección.

Los proyectos de la Asociación

Saber desde dónde se parte es el primer requisito para comenzar a caminar. Con este fin la Universidad de Cantabria está realizando un estudio del sector, que se publicará en marzo del 2001, y que incluirá la redacción de estudios de mercado, de sistemas productivos y de las posibles sinergias entre las empresas que lo conforman. La Asociación espera que este informe sirva para definir las bases para la consecución de programas de cooperación industrial y la apertura de un centro tecnológico.
Con la mirada puesta en el mercado exterior, Moda de Cantabria persigue también la creación de un Consorcio Exportador, avalado por la Cámara de Comercio, para la cooperación en misiones comerciales de las empresas asociadas.
Otro de los proyectos de la Asociación es la participación en el programa Emprendedores de Cantabria (EMPRECAN), a través del cual varias de las empresas asociadas podrán estudiar la conversión, con apoyo de Sodercan, de sus estructuras productivas para adaptarlas a un mercado más abierto.
El proyecto de poner en pie todo un sector empresarial en torno a un diseño de moda cántabro tendrá su lanzamiento el próximo mes de noviembre, con la organización de una Semana de la Moda y un foro de debate que, con la ayuda de diseñadores de prestigio nacional e internacional, sirva para poner en común las carencias, retos y alternativas del sector, dentro y fuera de la región. Este encuentro se complementará con una Pasarela Moda de Cantabria para dar a conocer los productos fabricados por las industrias cántabras.

Un Centro Tecnológico

Uno de los objetivos que con más ahínco persigue la asociación Moda de Cantabria es la creación de un centro tecnológico que dinamice el sector, potenciando la creación de una industria auxiliar que, en forma de talleres de confección, pudiese absorber la demanda de fabricación de prendas que en la actualidad deben confeccionarse fuera de la región.
En opinión de sus promotores, este centro se convertiría en la locomotora de la moda de Cantabria, permitiendo compartir maquinaria sofisticada que las empresas, por su pequeña dimensión, no pueden adquirir, y serviría también de plataforma de lanzamiento de nuevos productos y emprendedores que resultarían el germen de nuevas industrias de confección.
Siguiendo el modelo de otros centros ya existentes, el cántabro debería atender todos los aspectos del proceso de fabricación en las empresas textiles y de confección, desde la formación profesional a la investigación de tendencias de moda; la creación de prototipos (a través de un Instituto de Diseño) o el análisis de los procesos de ingeniería de productos. Pero también debería colaborar en los procesos de comercialización (estudio de mercados y marketing; logística y distribución), de comunicación (imagen corporativa y de marca) y de aplicación al ámbito empresarial de las nuevas tecnologías de telecomunicaciones.

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