Varios
¿Diferencias salvables?
Las diferencias entre la Consejería de Cultura y la Asociación de Empresarios de Hostelería a propósito del control del presupuesto de las jornadas de promoción, se refiere a menos del 5% del presupuesto institucional de promoción turística, pero han acabado por afectar a las relaciones entre ambas instituciones en otros temas colaterales, como las negociaciones con Ryanair, de las que la Asociación ha sido sutilmente invitada a retirarse, y que ahora lleva exclusivamente la Consejería de Cultura y Turismo, ya que también la Dirección General de Transportes ha perdido protagonismo.
Las jornadas de comercialización turística tienen un presupuesto anual que no suele sobrepasar los 30 millones de pesetas. De ellos, la Asociación de Hostelería venía disponiendo de la mitad, unos quince millones de pesetas, con los que organizaba presentaciones de la oferta turística de la región en diferentes provincias españolas.
Estas experiencias se iniciaron hace diez años, para contrarrestar la escasa presencia que por entonces tenía la región en los folletos de los mayoristas turísticos. Resultaba imprescindible establecer reuniones cara a cara con los agencias turísticas y touroperadores y para ello se estableció un programa de viajes por el interior que llegó a alcanzar una veintena de provincias por año.
Una persona de la Asociación de Hostelería, con el apoyo económico del Gobierno, realizaba la prospección del mercado en la provincia elegida, visitaba a los operadores turísticos locales, contrataba un hotel para realizar el acto y dejaba todo preparado para el work-shop, unas sesiones en las que los empresarios cántabros que viajaban con la Asociación montaban una veintena de mesas de presentación de su oferta turística, complementadas con mesas institucionales de Cantur, Santander Convention Bureau o la propia Asociación de Hostelería.
A medida que los folletos de los tour operadores empezaron a incluir rutas y estancias turísticas de Cantabria, este trabajo resultaba menos necesario y, de hecho, el número de provincias visitadas en los últimos años se había reducido notablemente. La Asociación de Hostelería empezaba a utilizar otro tipo de estrategias, como las visitas organizadas de agentes turísticos a la región, una forma de intentar captarlos como prescriptores entre su clientela, ya que son muchos los viajeros que al elegir su opción de vacaciones se dejan asesorar por el criterio del agente.
Industria: Aviso a navegantes
La andanada lanzada por el secretario general de CC OO Cantabria contra el consejero de Industria por su actitud distante ante los asuntos cotidianos parece un aviso a navegantes de cierto calado y, a pesar de que tanto el presidente regional como la vicepresidenta se apresuraron a salir en defensa de Miguel Angel Pesquera, es difícil de ocultar que desde dentro del Gobierno la actitud del consejero también es vista con alguna reticencia. Pesquera, como en cierta medida ocurre con el consejero regionalista Francisco Javier López Marcano, resultan demasiado autónomos de movimientos para el gusto de buena parte de sus compañeros, y en el caso del consejero de Industria, excesivamente encastillado tras un cancerbero de carácter, que no deja indiferente a nadie, su jefe de Gabinete, Alejandro Ortea.
La vocación viajera del consejero y su apasionamiento por las nuevas tecnologías, también crea una cierta sensación de desamparo entre empresarios que esperan ser recibidos o los vinculados a la industria tradicional, como ha dejado más que entrever el presidente de la patronal del Metal.
No obstante, Pesquera mantiene una relación muy fluida con la cúpula de CEOE, que le ha resultado muy útil para las gestiones que desembocaron en la consecución de la planta de Suyesa, y se ha apuntado un tanto político frente al PP al quitarse de encima un asunto que, aunque no le preocupaba demasiado, sí podía crear una sombra de duda sobre su persona en la opinión pública, la denuncia que Alvarez Cascos le interpuso por una de las últimas decisiones que adoptó como presidente de la Autoridad Portuaria de Gijón, al autorizar la venta de una participación minoritaria en una empresa. Los jueces han rechazado la denuncia, como resultaba previsible, aunque da la sensación de que a Cascos lo único que le interesaba en esta historia era el ruido que podía causar en los medios de comunicación de Asturias y de Cantabria.
Paradoja ganadera
Los grandes ganaderos de la patronal AEPLAC han pedido ayuda al consejero del ramo para poner orden en un sector en el que, según ellos, la leche se paga al productor 3 céntimos (cinco pesetas) por debajo de lo que cuesta producirla. Es posible que sea cierto, pero se da la paradoja de que cuando recientemente Ganadería ha intentado poner en claro los costes exactos del sector para conocer cuál debiera ser el precio razonable de la leche, la inmensa mayoría de los ganaderos, incluidos los dirigentes de esta patronal, se han negado a aportar facturas.
Si el cálculo de AEPLAC es fiable, producir un litro de leche en Cantabria cuesta 0,34 euros (unas 57 pesetas) y los ganaderos perciben de la industria poco más de 51. De ser así, los 3.700 establos que entregan leche en la región estarían perdiendo al año 2.700 millones de pesetas.
La extraña OPA de Nueva Montaña Quijano
La opa que los hermanos Rubiralta han presentado sobre Nueva Montaña Quijano reúne todo un catálogo de circunstancias curiosas. La antigua siderúrgica es desde 1993 una mera sociedad de cartera cuya propiedad más importante es el 27% del capital de la fábrica Global Steel Wire. En Nueva Montaña, los Rubiralta tienen el 44,8% de las acciones, y en GSW también son los principales accionistas, pero ahora pretenden conseguir el 100% de los títulos de Nueva Montaña, a pesar de advertir a los propietarios actuales que no valen nada. Una teoría sui generis, dado que aunque NMQ sea un valor claramente especulativo, cada título se paga en Bolsa a 0,33 euros, lo que supone que la compañía vale en Bolsa 13,2 millones de euros y eso es lo que los Rubiralta ofrecen. Por otra parte, no se puede olvidar que la empresa aún conserva terrenos en Nueva Montaña, cuya venta podría depararle unas plusvalías de 7 millones de euros.
Si el accionista no queda desconcertado por estas aparentes contradicciones entre lo que vale o no vale Nueva Montaña, llegará a estarlo si, para auxiliarse, recurre a los técnicos. Las memorias de la compañía están tan llenas de salvedades de los auditores desde hace quince años, que no pueden considerarse un material muy fiable. Y el informe de la consultora KPMG que ha valorado la sociedad dice que puede oscilar entre 0,10 y 0,70 euros por acción. Como entre una y otra cifra media un mundo, no hay forma de saber si la empresa vale más de 4.000 millones de las antiguas pesetas, o nada.
Para completar un panorama tan confuso, si el vendedor de las acciones tiene menos de 2.000, los costes de tramitación de la aceptación de oferta se comerán el escasísimo margen sobre la cotización última que ofrece la OPA. Pero, si se queda con los títulos, se arriesga a otra OPA de exclusión en seis meses, que le dejaría con unas acciones en la mano que han dejado de cotizar.
El desastrado panorama de Nueva Montaña Quijano (no confundir con la fábrica GSW) es un problema que arrastra la sociedad de muy lejos, casi veinte años, cuando recibió un crédito participativo del ICO para tratar de conseguir su viabilidad. Unos 7.500 millones de pesetas que en 1990 se habían convertido ya en 10.500, por los intereses acumulados. Si bien es cierto que desde entonces no devenga intereses, este crédito nunca se pagó, aunque teóricamente la sociedad iba a hacerlo con los terrenos que el Ayuntamiento de Santander accedió a recalificarle y en los que se han asentado El Corte Inglés, varios concesionarios de coches y numerosas promociones inmobiliarias.
Los hermanos Rubiralta han pretendido el mismo trato por parte del Estado que en su día se dio a sí mismo el ex ministro Josep Piqué, quien al llegar al Gobierno declaró incobrable otro crédito participativo de importe idéntico que se había otorgado a la empresa que acababa de presidir. Piqué se limitó a ausentarse de la sala cuando su equipo tomó tan discutible decisión. El conflicto, en el caso de la empresa cántabra, sigue sin resolverse.