Por los pelos
Emitir una ampliación de capital, cuando los potenciales compradores saben que, después de cerrada, se procederá a una reducción del valor de las acciones en un 45%, nunca ha sido un buen gancho, pero en esta ocasión las dificultades eran mucho mayores. Era la tercera vez en diez años que se procedía a una colocación pública de acciones del Racing y los precedentes indicaban claramente que la sensibilidad popular hacia el club es bastante menor de la que se supone. Los aficionados sólo reaccionan si, como en 1996 hay expectativas de negocio, y siempre en un número muy inferior al de quienes acuden al campo cada domingo.
Con esta evidencia de que, incluso entre los racinguistas, a la hora de comprar, pesa más el racionalismo económico que el ideal deportivo, era fácil suponer que iba a pesar demasiado entre los potenciales compradores el haber visto cómo se fue diluyendo el valor de las acciones suscritas en ocasiones anteriores.
El entusiasmo del Gobierno al apoyar la operación y una estrategia de marketing que consiguió implicar a muchos famosos cántabros, que prestaron su imagen para enganchar a los aficionados, trataron de afrontar esta situación. Pero los resultados, como cabía esperar, han sido muy modestos. De los 3.500 accionistas previos, la mayoría de ellos con cantidades testimoniales (una o dos acciones, apenas ya sin valor) se ha pasado a 5.480, con la incorporación de 1.991 nuevos. Un número modesto, ya que además 400 de ellos son trabajadores del grupo Ascan, a los cuales la compañía les ha entregado un 1% del capital del Racing.
Los Díaz siguen vendiendo
La plataforma de pequeños accionistas que en su día disputó el club a Piterman y llegó a asegurar que podía reunir el dinero suficiente para adquirirle las acciones, no ha podido realizar un volumen de compra significativo, algo que tanto el consejo de administración del Racing como el consejero de Economía, Angel Agudo, han atribuido a la actitud poco colaboradora o, incluso hostil, de algunos medios de comunicación.
Así, no se ha podido cumplir por el momento uno de los objetivos de la operación de ampliación de capital, que era reducir al 20% el peso de la familia Díaz, propietaria del 51% de las acciones. Y no por voluntad propia, ya que su disposición sigue siendo la de vender, sino por la decisión de otros accionistas de no acudir a la ampliación y el hecho de que estos paquetes que se han puesto en el mercado no han tenido demanda suficiente.
La familia Díaz se ha dado un plazo de 45 días más para colocar su paquete accionarial, pero lo ocurrido durante la ampliación permite imaginar que es más probable que las acciones queden “aparcadas” en alguna empresa próxima a Ascan, que el conseguir su venta real.
Esfuerzo de Agudo
El consejero de Economía, Angel Agudo, ha estado especialmente activo durante toda la operación, y ha gestionado personalmente la participación de varias constructoras en el capital, que en las próximas semanas comprarán parte de las acciones que se ha visto obligado a suscribir temporalmente el Gobierno cántabro. No obstante, se tendrá que esforzar aún más por encontrar dónde colocar parte del paquete que aún acumula Ascan.
Así, el escenario que se avecina no se parece al dibujado hace dos meses (un club con una base muy popular y múltiples accionistas que se reparten el control) sino con el que se produjo tras la OPV de 1996, con varios grandes grupos, que debían pactar entre sí, y con la vuelta a presencias accionariales relativamente relevantes de empresas como Cenavi (que ahora sólo conservaba el 0,95%) o Emilio Bolado, que se había desvinculado del club. Eso no impedirá que en el futuro consejo de administración haya representación de los pequeños accionistas, por más que su peso individual sea testimonial.
Alarmante desequilibrio patrimonial
La operación sólo aporta un poco de oxígeno para la supervivencia a corto plazo, ya que las pérdidas acumuladas son muy superiores al importe de la ampliación de capital suscrita. El club cerró el último ejercicio (temporada 2002-2003) con unas pérdidas de 11,4 millones de euros (1.830 millones de pesetas) y su situación patrimonial es crítica. Las deudas acumuladas superan ya con mucho los recursos propios de la entidad y en estos momentos presentan un saldo negativo de 22,78 millones de euros (3.790 millones de pesetas).
Su circulante (5,8 millones de euros) no sólo es insuficiente para atender las deudas a corto plazo sino que apenas llega a cubrir la tercera parte, lo que pone de relieve los milagros diarios de gestión que han sido necesarios para mantener la continuidad.
La cara aventura de Piterman
En cierta medida, en el último año, el Racing ha vivido del patrimonio de Piterman, a pesar de ser el personaje más vapuleado por la afición y los medios informativos. Al empresario ucraniano, que en doce meses ha pasado de héroe a villano, su frustrada aventura cántabra le va a costar 1.700 millones de pesetas. Todo ese dinero no le ha servido para hacerse con el control del club (su participación se ha quedado en apenas un 13%), pero le ha venido muy bien al Racing para sobrevivir este tiempo.
Piterman pagó 350 millones de pesetas por el 24% de las acciones que le vendió Santiago Díaz, pero cambiar el destino de una sociedad abocada a la disolución siempre resulta muy caro. Era imprescindible negociar nuevos créditos y sólo podían obtenerse con avales. Quizá por la euforia de tener comprometidas ya las acciones que podían darle el control del club, no dudó en garantizar personalmente buena parte de ellos. En concreto, avaló solidaria y mancomunadamente con Hormigones Cántabros al 50%, una cuenta de crédito de hasta nueve millones de euros (1.500 millones de pesetas). A 30 de junio estaban dispuestos 7,7 millones de euros de esta cuenta y hay que suponer que en la actualidad está totalmente agotada.
Además, se vio forzado a garantizar para el club el 32,8% de un crédito participativo de 10,8 millones de euros. Quizá por eso, cuando quiso ejecutar la opción de compra sobre otras acciones de los hermanos Díaz que debían darle la mayoría, ya no pudo encontrar patrimonio con qué respaldar la operación. Era fácilmente imaginable que, si entonces no pudo ejecutar esta opción, no iba a tratar de buscar la mayoría en la ampliación de capital, que le hubiese salido mucho más cara, ya que las acciones se han emitido con una fuerte prima.
Su presencia ante el notario estas navidades para cerrar la operación inicialmente prevista con Díaz, poco antes de que venciese el plazo acordado y de que se cerrase la ampliación a la que debiera haber acudido, según el pacto, tenía mucho de puesta en escena de cara a un posible recurso judicial y poco de realismo.
En cualquier caso, sus posibilidades son escasas. Mucha suerte tendrá el empresario ucraniano si consigue recuperar alguna de las garantías que puso o si, en el momento en que vayan venciendo estas deudas, el club es capaz de devolver el dinero. Lo previsible es que pierda los 8,04 millones de euros (1.340 millones de pesetas) que comprometió. Y es las cuentas del Racing no dan lugar para el optimismo, ni siquiera con todo el apoyo del Gobierno.